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Ya está disponible toda la información necesaria para evaluar cómo le fue al país en materia laboral durante 2017, un año marcado por el bajo crecimiento económico, agudas movilizaciones sindicales y fuertes reclamos por el incumplimiento de varias promesas presidenciales.
Respecto a la generación de empleo, el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) reveló este martes que la tasa de desempleo en 2017 fue de 9,4 %, lo que confirma el efecto que ha tenido la desaceleración económica sobre el empleo en el país: es el tercer año consecutivo en el que el indicador de desocupación sube (8,9 % en 2015, 9,2 % en 2016).
De esta manera, el pasado mes de diciembre cerró con una tasa de ocupación del 58 %, lo que implica que hubo 22,6 millones de personas trabajando. Por otro lado, en diciembre de 2017 se reportaron 2,13 millones de desocupados, 13.000 más de lo registrado en el mismo mes de 2016.
Tras conocer el informe la ministra de Trabajo, Griselda Restrepo, señaló que “es un resultado significativo que, a pesar de que el entorno económico no es el más favorable, la tasa de desempleo se mantiene en un dígito, además en el mes de diciembre se revierte la tendencia creciente de desempleo presentada en los últimos meses, dando señales alentadoras de una mejor dinámica laboral para 2018”.
Sin embargo, para Diego Guevara, profesor de la Escuela de Economía de la Universidad Nacional, no hay mucho que celebrar: “Un desempleo de 9 % en muchos países es malo. Y acá nos metieron en la cabeza que por debajo de dos dígitos es maravilloso y que, a pesar de que la economía se ha desacelerado, el empleo sólo cayó dos puntos. La realidad es mucho más preocupante. Cuando la actividad económica se deteriora, usted pierde empleos de calidad: si usted trabajaba en una petrolera y pasa después a Uber, sigue siendo empleado para la estadística, pero su nivel de ingresos cae. Eso hay que verlo con mucho cuidado. Para el DANE es lo mismo”.
Otro de los puntos que no se pueden dejar de mencionar al analizar 2017 fueron las protestas sindicales, en especial la huelga de 51 días de los pilotos de Avianca afiliados a la Asociación Colombiana de Aviadores Civiles (Acdac). Fue una movilización que literalmente paralizó el país, pues obligó a cancelar más de 10.000 vuelos y afectó a más de 300.000 pasajeros.
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Fabio Arias, vicepresidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), explica que “las grandes manifestaciones que se vivieron en 2017 dejan clara la gran inconformidad de los trabajadores con las políticas laborales del país. Se vivieron protestas en los juzgados, en las cárceles, dentro del mismo Ministerio del Trabajo, el paro de profesores y la huelga en Avianca. Sin embargo, también se apreció el ataque en contra de la asociación sindical, pues varias huelgas fueron declaradas ilegales por las autoridades colombianas”.
Otro de los puntos sensibles el año pasado fue el incumplimiento de una de las promesas de campaña del presidente Juan Manuel Santos: reducir los aportes a salud de los pensionados de 12 a 4%. El Congreso aprobó la iniciativa, pero el mandatario objetó la ley argumentando que implicaría un costo fiscal de más $3,7 billones.
El incumplimiento no pasó desapercibido dentro de las negociaciones del salario mínimo del año pasado. Sin embargo, pese a que las reuniones fueron hasta última hora, y que la CUT no estuvo presente, el 30 de diciembre se acordó el incremento salarial en 5,9 % dejando la remuneración en $781.242. Objetivamente, fue un acuerdo inesperado y el primer consenso en este punto desde 2013.
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¿Y este año?
El investigador del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario, Iván Daniel Jaramillo, explica que “los efectos del bajo crecimiento económico se mantendrían este año, por lo que no hay muchas esperanzas de una reactivación significativa de la generación de empleo. No hay que descartar más alzas en la tasa de desempleo. Asimismo, el efecto de las elecciones de este año generará una presión adicional en el mercado laboral colombiano”.