¿Cómo reactivar el empleo en el país?
Altos costos para la formalidad, barreras de contratación y un sistema educativo que no se ha adaptado a las exigencias del nuevo entorno económico, algunos de los temas urgentes.
Iván Leonardo Urrea Ríos * y Jackeline Piraján **
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La crisis del COVID-19 generó un impacto sin precedentes en el mercado laboral de Colombia y el mundo. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha realizado estimaciones de aproximadamente 400 millones de puestos perdidos solo durante el primer semestre de 2020, y en Colombia, en la fase más intensa, se perdieron más o menos cinco millones de empleos.
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Unos meses después de haber comenzado la “nueva normalidad”, con la reapertura gradual se recuperaron algunos puestos de trabajo, no obstante, faltan alrededor de dos millones de empleos para llegar a los niveles de 2019, año para el cual el mercado laboral ya se venía deteriorando y, de hecho, enfrentaba retos significativos. Tales debilidades se develaron y exacerbaron durante la crisis presente. La solución a estos desafíos debe ser el foco central de la política económica de recuperación en los próximos años.
Sumadas a la pérdida de empleo, se abrieron brechas en diferentes sentidos: brechas de género, sectoriales, territoriales, y deterioros más marcados para la mano de obra no cualificada, cuyas labores no son fácilmente trasladables al trabajo virtual y no tienen sistemas de protección. En este sentido, el debate debe abordar, además del número de empleos, la calidad de los mismos, pues aunque se han recuperado algunos puestos de trabajo durante la reapertura, se están presentando tanto incrementos en la informalidad como en la desigualdad para diversos sectores de la población. Esta dinámica preocupa para la reactivación, dado que el trabajo informal no solo conlleva condiciones más precarias, sino que reduce la productividad total de la economía.
Algunos analistas han planteado que no es el momento para realizar reformas de fondo. Sin embargo, no existe un mejor momento que las crisis para corregir problemas. De no solucionarse, las pérdidas irrecuperables se incrementarán. Los problemas a solucionar en nuestro mercado laboral incluyen, entre otros aspectos: los altos costos para la formalidad (que abarcan los incentivos a la informalidad de algunos programas sociales), las barreras de contratación y salida, y un sistema educativo que no se ha adaptado a las exigencias del nuevo entorno económico.
Así, la superación de los retos del mercado laboral se torna absolutamente necesaria para evitar que las brechas de desigualdad y pobreza se sigan ampliando, y para incrementar la capacidad de consumo de la población, condición básica para una recuperación económica sostenible. Pensar en cómo lograr recuperar lo más rápido posible las pérdidas generadas por la crisis requiere implementar políticas de corto, mediano y largo plazo.
En el corto plazo, a través de ayudas directas a las empresas, considerando incluso soportar los gastos fijos, que usualmente son los que llevan al cierre de los negocios. Asimismo, es importante que las personas actualmente afectadas (desocupados, inactivos y subempleados) tengan un acceso adecuado a programas de asistencia social y capacitación para la nueva realidad laboral.
En el mediano plazo, el impulso a sectores con diversos encadenamientos con otras actividades es adecuado y necesario. Este debe considerar que la crisis afectó con mayor profundidad a mujeres, jóvenes y, en general, a los más vulnerables. Por tanto, deberían también promoverse medidas en sectores donde la participación de mano de obra femenina sea mayor y actividades en las que la presencialidad no sea tan relevante. En el mismo sentido, un programa de apoyo para la creación de nuevas empresas resultaría en una oportunidad para superar los equilibrios de baja productividad e informalidad que caracterizaron la estructura económica pre-COVID.
En el largo plazo, el objetivo de mejorar el bienestar social y hacer compatible la economía colombiana con las demandas del nuevo entorno es clave. La pandemia ratificó que tener una estructura productiva con un mercado laboral informal e inflexible amplifica las pérdidas económicas y sociales ante choques fuertes.
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En conclusión, el país debe pensar en distintas frecuencias: i) En las brechas que se abrieron; ii) En el papel de la mujer en la “nueva normalidad”; iii) En la estrategia de reentrenamiento de mano de obra y el impulso a sectores que puedan tener más adaptabilidad a las nuevas demandas; iv) En el impulso a la profundización financiera, en principio para acceder a los apoyos gubernamentales, pero también para generar una cultura de ahorro preventivo y de impulso a los emprendimientos; v) En una modernización de la regulación laboral que facilite tanto la contratación como la salida de personas, promueva la formación para el trabajo, fomente la formalidad y ajuste los costos salariales a niveles razonables, y, finalmente, vi) En generalizar el acceso a internet y, más que eso, a una educación sobre un uso provechoso de él.
Todos estos retos son elementos que deben abordarse desde ahora y estar en la agenda diaria de la política pública de recuperación económica en todos los niveles de gobierno.
* Profesor de la Facultad de Ciencias Económicas e Investigador del Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID) de la Universidad Nacional de Colombia.
** Economista Universidad Nacional de Colombia.