¿Criptomonedas (tokens) de papas criollas colombianas?

No sólo es posible, sino que ya está pasando con productos como el chile habanero: la misma tecnología del bitcoin permite representar este y prácticamente cualquier activo, innovación que brinda nuevas oportunidades de financiamiento, más baratas y flexibles.

Camilo Vega Barbosa / @camilovega0092.
10 de junio de 2018 - 02:02 a. m.
Cualquier persona o entidad puede crear un token.  / Diseño Jonathan Bejarano.
Cualquier persona o entidad puede crear un token. / Diseño Jonathan Bejarano.

Las millas de viajero frecuente, la casa en la que vive e incluso los derechos de libros que está leyendo podrían en pocos años intercambiarse por medio de cadenas de bloques (blockchain), la innovación computacional que dio vida al bitcoin. El mundo hasta ahora está asimilando las criptomonedas, activos que llaman la atención más por sus abruptas valorizaciones y desvalorizaciones que por la tecnología que usan, que representa una revolución en temas de seguridad (encriptación), velocidad y transparencia.

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Son precisamente estas propiedades las que podrían cambiar la economía mundial, pues implicaría que cualquier activo se podría digitalizar: contratos, kilovatios de energía, la propiedad intelectual, las obras de arte e incluso la producción de productos agrícolas como las papas criollas colombianas.

Por eso ya no se habla de criptomonedas sino de tokens, que es una unidad valor emitida de forma privada que usa la misma tecnología. Gracias a este desarrollo es posible inyectarles la eficiencia de la cadena de bloques a activos y procesos de la vida diaria, algunos tan simples como redimir puntos de supermercado, y otros más complejos como buscar financiamiento para una empresa.

Es tal la expectativa en torno a este fenómeno, que ya se habla de tokeneconomía, que advierte sobre la posibilidad de crear todo un ecosistema de activos que funcionen por medio de blockchain.

No todos los tokens son iguales

Roberto Fernández Hergueta, director digital de Everis y coautor del libro Blockchain: la revolución industrial de internet, explica que “es tal el espectro de posibilidades que fue necesario tipificar los activos que se pueden representar por medio de tokens y categorizar las propiedades y condiciones bajo las cuales se intercambian. Se trata de una caracterización de la cual ha sido pionera la FINMA, Autoridad Supervisora del Mercado Financiero Suizo”.

Según el experto, hay cuatro tipificaciones: la tangibilidad y la no tangibilidad son las más intuitivas, pues describen si el activo es físico, como el petróleo, o si es una concepción, como los derechos de autor. Por su parte, la fungibilidad hace referencia a la posibilidad de intercambio por activos de igual valor o su capacidad de ser gastados en fracciones (como el bitcoin). Y la no fungibilidad indica que no son consumibles, es decir, que no se pueden gastar como el dinero o una mercancía, y que no se pueden dividir (por ejemplo, una obra de arte).

Asimismo, Fernández indica que hay tres categorías que aclaran los derechos del poseedor del token. Por ejemplo, los de utilidad nativa permiten el intercambio entre usuarios y las ganancias de éste, pero esto no representa ningún derecho sobre el emisor del token (es el caso del bitcoin). En cambio los de contraparte sí implican que el poseedor tiene derechos sobre el emisor, por ejemplo, pueden recibir utilidades de la empresa que creó el token. Y los testigos de propiedad son aquellos en los que es posible intercambiar derechos de propiedad técnicos, como propiedad intelectual o un contrato gubernamental para construir una autopista.

La caracterización puede asustar por su complejidad, pero en realidad lo que significa es que cada persona o empresa puede personalizar a su conveniencia estas unidades de valor privado. Una flexibilidad que puede ayudar a mejorar procesos o llenar vacíos de diferentes sectores: como un préstamo que sólo se empiece a pagar cuando existan utilidades. Cada uno pone las reglas y condiciones.

Los tokens emitidos

Hay más de 1.700 tokens emitidos, y van en aumento. De hecho, recientemente se conoció que James Rodríguez emitirá el próximo 12 de junio su propio token, la JR10, el cual se podrá adquirir únicamente a través de la aplicación de SelfSell. Sin embargo, esta emisión se puede entender más como una estrategia de marketing, una forma para acercarse con sus seguidores.

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Pero también existen grandes apuestas de negocios: por ejemplo, hace un par de meses se emitió en México el Agrocoin, un token respaldado en la producción de chiles habaneros. Se vendió a un precio de US$27 y la compañía dice que espera pagar un dividendo anual equivalente a cerca del 30 % del costo, dependiendo de la producción y la demanda. Y después de un año se permitirá el libre intercambio de estas unidades de valor privado.

En efecto, el mercado ha venido creciendo. Por eso es que ya hay plataformas tokenizadoras en España y Estados Unidos para intercambiar estos activos, y también se pueden usar portales como Coinbase (una bolsa mundial para tranzar criptomonedas). Sin embargo, no necesariamente es el camino que deben seguir todos los tokens, ya que puede que no cuenten con la suficiente demanda para que este paso valga la pena.

¿Cuándo y cómo?

Aunque el espectro de posibilidades sea alto, esto no quiere decir que toda persona y empresa deba emitir su propio token. Juan Pablo Gómez, presidente de Data IFX, explica que uno “de los principales atributos de los tokens es que representa una oportunidad de financiamiento mucho más barata que la que se encuentra en la banca o el mercado de capitales tradicional. Una emisión de bonos puede costarle a una empresa varios miles de millones de pesos, en cambio un STO (Security Token Offering), puede costar sólo algunos cientos de millones. Pero se debe realizar con mucho cuidado este proceso (STO) para evitar que entre dinero ilícito”.

Gómez agrega que en realidad “el principal costo de emitir un token se puede ir en temas legales y en la estructuración, pero en realidad no es complicado crearlos. Sólo hace falta encontrar a un ingeniero o firma que tenga conocimientos en blockchain. Empresas como T0 cobran en Estados Unidos entre US$200.000 y US$500.000 por este servicio, pero es porque se enfocan en grandes empresas (con solicitudes de token muy complejas) y porque los costos de los abogados son mucho más elevados allá. Acá en Colombia el proceso podría costar entre $100 y $200 millones ”.

¿Le sirve a Colombia?

Antecedentes como el de Agrocoin y los atributos de financiación de los tokens son tentadores para la economía colombiana. Dentro del país son reiterativas las quejas y los reclamos de muchos sectores sobre las dificultades para acceder a líneas de crédito baratas y con la suficiente flexibilidad y versatilidad para que las empresas emergentes puedan crecer.

Por ejemplo, por qué no crear una criptomoneda de papa criolla colombiana, con condicionamientos a que los propietarios de los tokens sólo recibirán utilidades cuando el cultivo supere su punto de equilibrio. O acordar que se suspenda el intercambio del activo entre cosechas. Son propiedades factibles para un token, que representa una gran ventaja para emprendimientos agrícolas que son tan vulnerables en sus primeros años.

Sin embargo, Álvaro Palacio, presidente de la Asociación Hortifrutícola de Colombia (Asohofrucol), explica que “es interesante la opción de los tokens como fuente de financiamiento para los cultivos. Pero es un activo cuyo precio dependerá de la oferta y de la demanda, y se pueden producir desvalorizaciones en casos de problemas fitosanitarios y de pérdida de la producción. Por eso pienso que se trata de una alternativa que sólo podrían intentar agricultores muy organizados, para los cultivos más tecnificados”.

¿Es legal en Colombia?

La regulación colombiana está todavía lejos de adaptarse al negocio de las criptomonedas. El Banco de la República emitió un concepto en el cual establece que el bitcoin no es un medio de pago autorizado. Por su parte, la Superintendencia Financiera les indicó a las entidades que vigila “que no se encuentran autorizadas para custodiar, invertir, intermediar ni operar con estos instrumentos, así como tampoco permitir el uso de sus plataformas para que se realicen operaciones con monedas virtuales”. Sin embargo, no está prohibido para las personas naturales invertir en este tipo de activos.

El problema regulatorio es más restrictivo para la emisión de tokens, advierte Gómez, “pues se podría incurrir en captación ilegal. Tendría que hacerlo en países como EE. UU. De manera que todavía esta no es una opción para Colombia, pero sí da luces hacia dónde se está moviendo el mundo. Para lo que debemos prepararnos”.

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En efecto, la falta de regulación es el principal problema de los tokens en el mundo. No obstante, Fernández cuenta que “la tokeneconomía es el futuro, por lo que los gobiernos tendrán que adaptarse a esta tecnología. Ya hay avances importantes, y Suiza es un ejemplo del tema. Por lo que estamos viviendo en un período en el que las leyes se han quedado rezagadas de los avances tecnológicos. Pero deberán adaptarse, pues se trata de un cambio estructural que afectará a todo el mundo, con el que se podrá representar cualquier activo”.

Por Camilo Vega Barbosa / @camilovega0092.

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