Para este punto del año, los reportes sobre desempleo son un mecanismo para comprobar qué tan rápido, y bien, se está dando la recuperación económica. De cierta forma, han pasado de ser momentos de terror puro en los que el DANE mostraba el tamaño del abismo de la crisis económica por la pandemia a días en los que vale la pena decir que la cosa iba mejorando, de cierta forma.
Y si bien el mercado laboral aún permite repartir palmaditas en el hombro, los reportes del DANE han vuelto a ser días de preocupación.
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Hay dos asuntos sobre los que Juan Daniel Oviedo, director de la entidad, llamó la atención: el crecimiento de la brecha de género en términos de desempleo y la expansión de la informalidad, sumadas al deterioro del mercado laboral en los pequeños municipios.
Pero primero los datos básicos. En la presentación de este lunes, el DANE aseguró que la tasa de desempleo para octubre fue de 14,7 %, es decir, 4,9 puntos porcentuales frente al dato de octubre de 2019, cuando se ubicó en 9,8 %.
Según la entidad, en octubre hubo 21,2 millones de personas ocupadas en el país, 1,5 millones menos que en el mismo mes de 2019. La población desocupada fue de 3,6 millones personas, con 1’162.000 nuevos desempleados frente al mismo mes de 2019.
Bajo cierta óptica, no resulta sorprendente conocer que el desempleo creció octubre si se le mide con el mismo mes del año pasado, cuando la palabra pandemia vivía un cómodo letargo en el lenguaje diario del planeta.
La comparación que entrega noticias, buenas por cierto, es ver el comportamiento entre septiembre y octubre: para el mes pasado la tasa de desempleo se ubicó en 15,8 % y se consolidó como la más baja desde marzo, cuando comenzó el aislamiento preventivo obligatorio en Colombia.
“Se mantiene la senda de recuperación de la ocupación: para octubre hay un millón de ocupados más, con relación a septiembre”, explica Mario Valencia, director de Cedetrabajo y columnista de este diario.
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Para Bruce Mac Master, presidente de la ANDI, “es significativo que se sigan recuperando empleos, consecuencia del proceso de reactivación de la economía y que más empresas puedan operar. Es una clara señal del camino que debe continuar el país, lo que debe estar acompañado de nuevas medidas a corto plazo que ayuden a que el proceso siga adelante”.
A esta suerte de onda celebratoria se suma María Claudia Llanes, economista de BBVA Research, cuyo foco de análisis es un poco más amplio y, por ende, permite ver la recuperación en una escala más certera al decir: “El balance de la pandemia con cierre a octubre, medido por los cambios entre febrero y octubre de 2020, fue: 1,8 millones de empleos perdidos, 1,1 millones de desocupados adicionales y un aumento de las personas inactivas laboralmente de 1,1 millones, con esto, a octubre, se había recuperado el 70 % de los 6,0 millones de empleos perdidos entre febrero y abril, y había vuelto a la fuerza laboral el 77 % de los 4,7 millones que habían pasado a la inactividad laboral entre febrero y abril”.
La brecha de género, un problema de fondo
Como ya se dijo, en términos de desempleo la brecha de género vuelve a ser un tema de alarma. Y, tristemente, esto no es noticia: el sesgo contra las mujeres en el mercado laboral es un factor que se ha dado durante toda la pandemia, pero además se ha fortalecido.
Según los datos del DANE, este factor se acentuó aún más en octubre: para los hombres, la tasa de desempleo fue de 10,7 % y para las mujeres se ubicó en 20,1 %; en el mismo mes del año pasado, estas cifras fueron de 7,8 y 12,5 %, respectivamente.
“Por cada dos hombres que salen de la ocupación, hay siete mujeres saliendo de ella en todo el país. En el contexto urbano, esta relación es de dos hombres por cinco mujeres. Para octubre, más de tres cuartas partes de la contracción en la población ocupada está asociada con las mujeres, lo cual profundiza las brechas de género”, explicó Oviedo durante la presentación del lunes. A lo que añadió: “Y por cada hombre que ingresa al desempleo, hay dos mujeres entrando, con una buena proporción que ingresa a los oficios del hogar”.
“En octubre se profundizaron las diferencias de género en las condiciones laborales. La recuperación de la ocupación es distinta entre hombres y mujeres. El empleo de los hombres se ha recuperado de forma estable y sostenida. La recuperación de las mujeres es más débil. Los hombres ya están en niveles de ocupación muy similares que los de octubre del año pasado, mientras que las mujeres aún están lejos”, argumenta Paula Herrera, profesora de economía de la Universidad Javeriana.
Y añade: “Las brechas de género en la crisis muestran que es necesario abrir los colegios y guarderías. Una parte importante de la contracción de la ocupación de las mujeres se explica por el aumento de las cargas de cuidado en los hogares. Es necesario que las niñas y los niños vuelvan al colegio para que sea más probable una recuperación en la ocupación de las mujeres”.
Martha Elena Delgado, directora de análisis macroeconómico y sectorial de Fedesarrollo, resalta que en los últimos meses la brecha de desempleo entre hombres y mujeres se ha duplicado (de casi cinco puntos a 10). Asegura que la economía del cuidado (de niños, enfermos, personas con discapacidad) debe ser un punto prioritario para la política pública: “Es necesario que las mujeres vayan al mercado laboral, pero eso también requiere una estrategia pública de cuidado, es decir, plantear cuál será la aproximación para el cuidado de niños y de ancianos, no solo desde lo privado en los hogares, sino de lo público, con un esquema que les permita a las mujeres liberar tiempo”.
Asimismo, aquí también hay que decir que las ramas que más han sido golpeadas en términos de personas ocupadas durante la pandemia son administración pública y defensa, educación y atención de la salud humana, alojamiento y servicios de comida. Estos son sectores altamente “feminizados”, como los definió Oviedo, por lo que explican también el golpe contra el empleo en las mujeres.
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De igual manera, según Oviedo, hay que tener en cuenta que en el sector salud no se están retomando contrataciones temporales que se hicieron en el primer pico de la pandemia, lo que ayuda a impulsar el indicador de ocupación hacia abajo.
Como con muchos otros aspectos de la economía y la sociedad, la pandemia solo se ha cebado en las deficiencias y los problemas de fondo. En el tema de la brecha de género en el mercado laboral, Herrera lo dice claramente: “El problema es estructural y necesita soluciones que vayan más allá de medidas de corto plazo”.
La profesora explica que “reabrir los colegios no es suficiente. Cuando los colegios estaban abiertos, en febrero de 2020, antes de la pandemia, las mujeres tuvieron una caída en la ocupación de 243.000, mientras que en ese mes la ocupación de los hombres aumentó 178.000 frente a febrero de 2019. Es decir, antes de la pandemia las condiciones de las mujeres eran peores que las de los hombres”.
Y añade: “Esta crisis ha evidenciado que existen unos roles marcados de género en las cargas de cuidado. Mientras estos roles se sigan reproduciendo y no se cuestionen, las mujeres seguirán enfrentando una mayor barrera que los hombres para acceder a puestos de trabajo que tengan iguales condiciones. Un dato preocupante es el incremento en la proporción de mujeres jóvenes (es decir, aquellas entre los 14 y 28 años) que realizaban como actividad principal oficios del hogar: esta proporción pasó del 33 % en agosto 2019 a un 40,5 % en 2020, si bien esta proporción para los hombres jóvenes aumentó (de 3,3 a 6,5 %), esta sigue siendo baja”.
Para intentar revertir este escenario, Iván Daniel Jaramillo, director del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario, señala hacia “la combinación de estrategias de cuota de incentivos que estimulen además la desarticulación del ‘techo de cristal’, incluyendo cada vez a más mujeres en cargos de dirección. Medidas como la licencia parental compartida, el aumento del PAEF al 50 % del salario mínimo por contratación de mujeres y la paridad en cargos de elección popular son medidas orientadas en esa dirección”.
La informalidad, el otro monstruo debajo de la cama
En su informe, Llanes, de BBVA Research, hace una advertencia de que para todo lo grave que entraña, tampoco resulta nueva: “Preocupa la calidad del empleo”.
Algo en lo que concuerda Va lencia, de Cedetrabajo, al explicar que “una muy buena parte de los nuevos ocupados para octubre, 60 %, son trabajadores por cuenta propia, y eso lo que indica es que, sí, hay una recuperación del mercado laboral, pero con muy baja calidad y con muy poca remuneración.
Llanes complementa diciendo: “Entre febrero y octubre se observó un aumento en la proporción de los trabajadores no asalariados en el empleo total, proporción que pasó del 56,4 % en el trimestre terminado en febrero de 2020, al 58,2 % en el trimestre de agosto-octubre de 2020 (en el trimestre se julio-septiembre fue muy similar, del 58,3 %)”.
De acuerdo con los datos del DANE, los empleados particulares explican el 67,62 % de la contracción del número de ocupados en octubre. “Estamos viendo una salida más intensiva de la ocupación de personas que estaban en situación de empleo particular en relación con las que estaban en situación de cuenta propia”, asegura Oviedo, e insiste en que el reingreso de la población a la ocupación se está dando más en la informalidad.
El trabajo informal es un viejo conocido del panorama laboral colombiano y ya era uno de sus problemas estructurales antes de entrar en el mundo del COVID-19. “El sistema de intervención legal está lleno de incentivos a la informalidad, como beneficios tributarios por vinculación a término indefinido, bajas de aportes a la seguridad social por reducción en las tasas de rotación de las empresas y seguros de desempleo con prestaciones económicas de sustitución de ingreso en los períodos de búsqueda”, argumenta Jaramillo, de la U. del Rosario.
Para Delgado, de Fedesarrollo, “la agenda laboral estará en boga” en los próximos meses, pues la pandemia ha confirmado debilidades del mercado laboral que ya se tenían diagnosticadas, pero también ha develado “la gravedad principalmente en el tema de mujeres y de la informalidad”. Crear incentivos para la generación de empleo formal y tener claro que “el empleo femenino es empleo” (es decir, no es algo subsidiario) son, sin duda, algunas de las claves principales.
El reporte sobre desempleo llegó en el primer día de negociación del salario mínimo, una discusión que ya de por sí presenta complicaciones y amplios desacuerdos año a año, pero que, como todo en este nuevo mundo, se realizará bajo las presiones inducidas por la pandemia.
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Los sindicatos proponen un incremento del 14 %, mientras que centros de pensamiento como Anif (muy influyentes entre la comunidad empresarial) hablan de un alza que no supera el 3 %.
Con todo, la discusión en salario mínimo parte un poco del mismo punto que con el desempleo: cómo se sigue impulsando la recuperación económica y la creación de puestos de trabajo. Esa es la cuestión.