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“Para emprender no hay edad, género o estatus social”, asegura Dora Cecilia Betancourt. Esta mujer de 65 años no le tiene miedo a hablar fuerte. Es comunicadora social de profesión, pero ahora es emprendedora. Junto a su esposo Héctor Franco, de 73 años, fundó en 2017 la empresa Oro Vital, que bajo la marca coramiaamor promueve la alimentación saludable con productos como el aceite de coco, ghee y vinagre de manzana.
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Se identifican con lo que venden. Ambos son vegetarianos y consumen todo lo que hace parte de su catálogo. Su empresa nació de una consideración que al principio pasaron por alto: sus amigos les preguntaron por qué no vendían los alimentos que consumían en casa y que regalaban a las personas cercanas. Poco a poco la idea fue tomando forma y, lo que les parecía una locura, se transformó en un proyecto de vida.
Oro Vital es uno de los 18 emprendimientos beneficiados por el Fondo Plan Mayor, creado por la Fundación Saldarriaga Concha, la Fundación Arturo y Enrica Sesana y la Fundación Nelly Ramírez Moreno. Juan Pablo Alzate, líder de programas de la primera organización, cuenta que a las dos convocatorias que han realizado (en 2019 y en 2021) se presentaron unas 600 personas de 22 departamentos.
La acogida es una muestra de que muchas personas mayores emprenden y necesitan apoyo para que sus empresas sigan creciendo. Fondo Plan Mayor entrega a los seleccionados capital semilla o créditos, pero también formación en temas financieros, logísticos, de mercadeo digital, entre otros. Además, a cada emprendedor se le asigna un mentor de la Asociación de Egresados de la Universidad de los Andes.
Alzate asegura que las tres fundaciones decidieron hacer este proyecto porque ven en el emprendimiento una opción para mejorar la calidad de vida de las personas mayores. En primer lugar, no hay que perder de vista que solo se pensiona uno de cada cuatro colombianos. La desprotección es un tema que, sin duda, hay que abordar. En 2020, el 28,4 % de las personas mayores se encontraba en hogares en situación de pobreza monetaria; es decir, sin ingresos suficientes para cubrir necesidades básicas, y el 18 % estaba en pobreza multidimensional (con carencias en aspectos más allá de los ingresos). Además, el 17 % de esta población está excluida y no puede acceder a los medios que le garanticen un conjunto mínimo de oportunidades sociales y productivas, según el índice multidimensional de inclusión social y productiva.
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Hablar de emprendimiento no implica quitarle responsabilidad al Estado. Todo lo contrario, el país debe tener como prioridad aumentar la cobertura del sistema pensional. No se trata de glorificar ni romantizar las carencias o el trabajo hasta una edad en la que ya no debería haber necesidad de hacerlo. Pero tampoco se puede negar que el emprendimiento puede ser una alternativa para quienes llegaron a la vejez y no cuentan con recursos o para quienes aún quieren seguir activos laboralmente.
Este es el caso de Alberto Candelo Góngora, de 70 años. En 2011 la violencia lo obligó a salir de una vereda ubicada en el municipio de La Tola (Nariño). No tiene pensión y, como él dice, conseguir trabajo después de los 60 años es casi imposible. Entonces, cuando llegó a Cali, decidió montar un negocio de comercialización de pescado que bautizó Productos del Mar Los Candelos. Poco a poco fue ganando clientes y ahora surte a tres restaurantes y a todos los hogares caleños que le piden a domicilio. Trabaja con tres personas, incluido su hermano, pero sueña con poder generar muchos más empleos.
Por otro lado, Alzate pone sobre la mesa que, más allá de lo económico, el emprendimiento puede favorecer la salud mental de las personas mayores. El Espectador habló con 14 emprendedores beneficiarios del Fondo Plan Mayor y, en definitiva, conseguir recursos no es la única razón por la que decidieron emprender. Algunos querían materializar un sueño pendiente, otros dedicarse a una pasión de toda la vida o poner en práctica sus conocimientos.
“Este es el momento de dedicar tiempo para uno, de hacer las cosas que uno ha querido y no ha podido. Es momento de saber que sí se puede, que se tiene el conocimiento. Hacerlo trae muchas satisfacciones, salud mental, salud social...”, asegura Yineth Forero, de 71 años. Antes se dedicaba a las labores del hogar, pero hace seis años creó De Raka Mandraka, un emprendimiento de mermeladas artesanales.
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En esa misma línea, Senefelder Tobo, de 71 años, dice que “nada alarga más la vida que hacer lo que a uno le gusta”. En su caso, los productos que vende son el resultado de décadas de investigación. Antes vivía en Boyacá y tenía una empresa de purificación de agua, pero la violencia lo obligó a desplazarse. Llegó a Yopal hace 18 años y creó una empresa de sistemas de energía alternativa para ganaderos y agricultores. Yineth y Senefelder también tienen otra característica en común: ambos han sacado sus empresas adelante con el apoyo de sus respectivas hijas, Gineth Motta y Sandra Tobo.
De acuerdo con el DANE, para 2020 el 18 % de propietarios de micronegocios eran personas mayores (el 68 % eran hombres). Sin embargo, como lo dice Alzate, esta población enfrenta retos en el sistema financiero, sin contar con que no hay muchos programas que apoyen sus emprendimientos. “No se trata de que las organizaciones del ecosistema de emprendimiento monten estructuras paralelas para personas mayores. Se trata de que los que ya existen sean para todo el mundo, que no haya límite de edad”, afirma.
Otro de los retos es la brecha digital. Según cifras del DANE, la mayoría de personas mayores (63,7 %) no usan internet; la principal razón es que no saben cómo hacerlo (60,5 %). Los emprendedores consultados coinciden en que esta es una de las principales barreras a las que se enfrentan, por eso la capacitación en este sentido ha sido de gran ayuda. Y no solo se trata del negocio, hasta pedir una cita médica es más complicado si no se tiene acceso a internet.
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Las tres fundaciones que están detrás del Fondo Plan Mayor también tienen una solicitud para el Gobierno: “Vemos con gran preocupación la escasa presencia que tiene esta población en las bases del Plan Nacional de Desarrollo”. De ahí que solicitan que la vejez y el envejecimiento se tengan en cuenta, que se destinen recursos para lograr la inclusión de las personas mayores y que se incluya una meta específica relacionada con la implementación de la Política Pública de Envejecimiento y Vejez 2022-2031.
A la larga, el trabajo del Fondo Plan Mayor demuestra que sí hay personas mayores interesadas en el emprendimiento. Sin importar cuál sea su motivación, deberían contar con todas las herramientas para hacerlo. Finalmente, Dora Betancourt deja una recomendación para otras personas mayores que quieran crear empresa: “Hay que aterrizar los sueños, bajarlos a la realidad. Se necesita fortalecer el carácter. Se requiere capacitación real, eficiente y efectiva, que maneje el miedo, que nos enseñe a ser agresivos de forma respetuosa. La mentalidad de emprendedor es la constancia”.
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