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“¿Todos ustedes son emprendedores? Wow”. Eso dijo Carlos Vives cuando subió a un escenario, pero no a cantar. Era el protagonista, pero su público no eran docenas de fans. Tenía micrófono en mano, pero no lo acompañaban ni las gaitas ni los acordeones. La noche estaba fría, era la típica bogotana, adornada con unos cuantos reflectores verdes, y al frente un público de traje y corbata, de algunos vestidos largos. Su compañero de panel: Simón Borrero, uno de los fundadores de Rappi y su rostro más visible.
La escena era un tanto extraña. Simón haciendo algo que no hace, es decir, entrevistar; y Carlos Vives sobre un escenario en un papel en el que nunca se le ve: en silencio, esperando a ser preguntado, sin cantar o animar al público con sus versos. Y al frente, un público lleno de empresarios, sentados, bien acomodados, aguardando con ansias de qué se trataba, pues Carlos Vives, hasta ese momento, era el invitado y protagonista sorpresa.
Simón, con su valluno marcado, fue soltando preguntas, y Carlos, con su costeño sonriente y emocionado, pero de pausas largas para pensar las respuestas, fue soltando cátedra para emocionar. “Yo siempre tuve oportunidades”, dijo Vives, cuando se refirió a sus años en la televisión, pero también a lo que él llama su familia colombiana (todos los talentos que siempre lo han acompañado), a sus bajones artísticos, pero también a su esposa Claudia Helena Vásquez, quien llegó para enrutar su camino al éxito y crear lo que han llamado “El universo Vives”, donde “trabajamos por un mundo mejor donde podamos vivir unidos en la diversidad”.
Era como un símil para cuando los que han tomado el camino de crear empresas están haciendo eso de “tocar puertas”, pero casi tocas son cerradas en la cara. Así que el buen emprendedor es el que siempre sigue en busca de oportunidades y cuando las encuentra, es decir, cuando alguien más gira la perilla y es cuando se abre la puerta, todo cobra sentido: se hacen productos innovadores, diferentes; se consiguen clientes, aparecen las ventas, llegan los impulsores del crecimiento, los inversionistas sonríen, el “universo” del emprendedor brilla para solucionar un problema que tiene la sociedad, para hacer una mejor sociedad.
“Hay que creer en la gente”, “siempre formé parte de algo”, “todo esto se resume en el afecto”, “desde todas las orillas nos valoramos”, decía Carlos mientras Simón le preguntaba por sus primeros años de carrera, por los sube y baja de todo ser humano, por los aplausos, pero también por las críticas; por esa búsqueda de camino cuando, como millones de colombianos, han atravesado fronteras buscando nuevos horizontes. La historia de tantos que han tenido que ir lejos para sentirse cerca, es decir, de buscar la gloria afuera para que se le reconociera adentro, en su propia patria. Tal cual como muchos emprendedores de alto impacto que crearon sus empresas lejos de sus casas, pesando en grande, en escalar más allá de su tierra.
“Una sociedad que no sabe quién es, difícilmente será feliz”, “somos todos un cruce de caminos”, “lo entrenan a uno para llegar lejos”, “y bien lejos que nos toca llegar, eso se entiende cuando hay que salir de Colombia, y es donde nos damos cuenta de que todos somos iguales”, hablaba, con pausa y sonrisa, porque Carlos Vives nunca deja que su sonrisa se opaque. Simón, el de Rappi, el más exitoso de todos los emprendedores que ha dado Colombia en los últimos 15 años, quien también vive en medio de las críticas y los aplausos, observaba enfocado lo que el gran embajador, el llamado patrón, iba soltando y que se amplificaba por todos los rincones del Gun Club gracias al micrófono en su mano, esa figura material que es testigo de los argumentos de los que tienen algo por contar.
“Yo confié en gente que no creía ni vibraba con mis sueños” y “eso fue un error”. “Cuando yo puse mis sueños en gente que sí creía en ellos, todo cambió”. Soltó esas frases cuando ya estaba Claudia Helena, su esposa, sentada en el mismo sofá donde lo estaban entrevistando. Sí, estaba hablando de ella, entre líneas, pero también en el título de la obra. Y me parecía estar escuchando a los emprendedores que en El Espectador he entrevistado: reman contra corriente, ahí donde están los que no creen en sus sueños, pero cuando encuentran el camino, la corriente, navegan viento en popa rumbo al destino donde los sueños se hace realidad. Como le pasó a Carlos cuando nos puso a todos a escuchar “Volví a nacer”.
“El que no sabe para dónde va, cualquier bus le sirve”, dijo también Carlos. Tan cierto como “más vale un pájaro en mano que cien volando” o que “cuando el río suena, piedras lleva”. No es nada distinto a lo que pasa en el mundo emprendedor, que cuando no tenemos foco, nos vamos para cualquier lado, medio perdidos en el camino, porque nos subimos a cualquier bus, porque cuando no se sabe el destino, el objetivo, cualquier ruta sirve, cualquier camino se acomoda.
La gente de Endeavor, quien propició el encuentro, escribió estas cinco reflexiones sobre emprendimiento y liderazgo tras la conversación de Carlos Vives y Simón Borrero:
- Emprender desde lo propio también es innovar. Apostar por lo local, por lo cultural o por lo territorial puede ser una decisión estratégica que diferencia y conecta con las audiencias. En lugar de replicar modelos externos, construir desde la identidad permite generar propuestas auténticas y sostenibles.
- El equipo es tan importante como la idea. Más allá del talento individual, la construcción de una cultura de trabajo basada en valores compartidos es determinante para sostener procesos creativos y emprendedores. Las decisiones de liderazgo impactan directamente la evolución del proyecto.
- Los errores son parte del proceso. Emprender implica adaptarse, corregir el rumbo y empezar de nuevo cuando sea necesario. Las dificultades pueden convertirse en puntos de inflexión si se asumen como oportunidades de aprendizaje.
- No es necesario migrar para tener impacto. Construir desde América Latina, con visión global, pero con raíces locales, es una forma válida y poderosa de generar transformación. El reconocimiento no depende del lugar desde donde se crea, sino del propósito con el que se hace.
- Conocer la historia transforma la manera de emprender. Entender el contexto, las raíces y la trayectoria colectiva ayuda a tomar mejores decisiones y a fortalecer el sentido de propósito. La conexión con el entorno permite crear soluciones más relevantes y comprometidas con la realidad del país.
Yo, al final de todo, tras escuchar a dos tipos que llevan años “moliendo” para construir una carrera al éxito, me quedé con las ganas de escuchar por más tiempo, ojalá en una nueva conversación de emprendimiento y liderazgo, a Claudia Helena Vásquez, una señora que además aprovechó los pocos minutos para proponer oportunidades de nuevos negocios, a la vez que también nos dejó una lección de cómo ha logrado leer los malos momentos y encontrar linternas que iluminen el camino; el porqué es tan necesario que al lado de un soñador esté también la persona que sabe poner los pies en la tierra; el cómo la educación, la diversidad y la poesía pueden hacer tanto por nuestros niños, niñas y nuestro país que si más le apostáramos a eso, probablemente todos trabajaríamos con el mismo objetivo en una tierra llamada Colombia. Con más sonrisas, más cultura, más oportunidades, más, más, más..., haciendo la mejor tarea posible por la tierra que nos vio nacer.
Si conoce historias de emprendedores y sus emprendimientos, escríbanos al correo de Edwin Bohórquez Aya (ebohorquez@elespectador.com) o al de Tatiana Gómez Fuentes (tgomez@elespectador.com). 👨🏻💻 🤓📚
