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El emprendimiento que usa frutas colombianas para convertirlas en dulces recuerdos

Desde tartas con sabor a lulo hasta bizcochos con helado de viche o bañados en chicha, esta cocina dulce ubicada en Cali aprovecha la despensa colombiana para mostrar sus raíces desde los sabores.

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Tatiana Gómez Fuentes
06 de agosto de 2025 - 02:00 p. m.
Ella es Ruby Alejandra Murillo, la emprendedora detrás de Donde León.
Ella es Ruby Alejandra Murillo, la emprendedora detrás de Donde León.
Foto: Donde León
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“Donde León es una cocina dulce en la que hacemos tortas, tartas y postres inspirados en las frutas del país. Mi marca habla de identidad y, para el futuro, me gustaría desarrollar una línea de mermeladas, como las que usamos en algunas de nuestras tortas y bebidas, así como una línea de ajíes frutales. También quiero lanzar una línea de dulce de leche para nuestros alfajores, y otra de helados frutales. Además, sueño con conformar un equipo de investigación enfocado en los dulces tradicionales de Colombia y en nuestras frutas, para luego publicar un libro que recoja los hallazgos de ese trabajo.”

Así empezó a narrarnos su historia Ruby Alejandra Murillo, la emprendedora detrás de esta marca enfocada en la gastronomía. Hablamos con ella y aquí la presentamos en 23 preguntas para emprendedores y sus emprendimientos.

1. ¿ Cuantos años tengo? ¿Qué estudié?

40 años, Diseño Gráfico, Chef Técnico, Pastelería.

2. ¿Cuál fue mi idea y cuándo nació? ¿Qué fue lo que creé?

La idea nació cuando vivía en Argentina y pensé en toda la biodiversidad que tenemos en nuestro país. Recordé esas frutas que comía al salir de mis entrenamientos, esas tardes de juego en las cuadras del barrio, y esa brisa de las 5 de la tarde en Cali. Fue entonces cuando supe que debía dedicarme a lo que realmente me apasiona: la pastelería. Pero no cualquier pastelería, sino una que involucrara muchas frutas de forma natural, sin intervenir demasiado en sus sabores ni en sus métodos de conservación.

Así comencé a desarrollar la propuesta desde mi casa. Lo primero que hice fueron tartas frutales, especialmente de lulo. Poco a poco, la idea fue dándose a conocer, hasta que logré llegar a un espacio donde las personas pudieran venir a compartir una tarde y disfrutar por porciones, dándole vida a Donde León.

3. ¿Cómo logré hacerla realidad y llevarla a los hechos?

Gracias al apoyo incondicional de mi familia, amigos y personas cercanas que ya conocían y confiaban en mis productos, pude reunir los recursos necesarios a partir de mis propios ahorros y los de mi madre. Además, en mi familia hay carpinteros que también me brindaron su apoyo con mano de obra, lo que hizo posible construir y adecuar el espacio para comenzar a hacer realidad este sueño.

Si está buscando más historias de emprendimientos, sus creadores y creadoras están aquí,en Emprendimiento y liderazgo de El Espectador.

4. ¿De dónde saqué la plata para ponerla a andar y cómo la pagué?

Ya tenía muchas cosas, como moldes, batidora y horno, porque cuando regresé de Argentina había ahorrado dinero con la intención de conseguir un mejor horno. Mi mamá me fue apoyando poco a poco, y un día me dijo algo que nunca olvidaré: que aunque no tenía casa, ni carro, ni empresa, quería ayudarme a construir una, para dejarme algo el día que ya no estuviera.

Fue así como decidió sacar sus cesantías y me las entregó para comprar lo que hiciera falta. Más adelante, conseguimos un lugar más grande y, entre las dos, pedimos un préstamo. Desde entonces, nos convertimos en socias. Este préstamo lo seguimos pagando mes a mes.

5. ¿Qué estoy logrando con mi emprendimiento? ¿Qué estoy cambiando con mi idea?

Estoy logrando que las personas conozcan una forma diferente de ver y disfrutar la gran variedad de frutas que tenemos en nuestro país. También busco romper con la idea de que lo dulce siempre hace daño, demostrando que es posible consumirlo de forma responsable, equilibrando los sabores y utilizando ingredientes naturales. Quiero que todos entiendan que sí existen maneras de disfrutar lo dulce sin excesos, y que además podemos aprovechar lo que ya tenemos: nuestras frutas, nuestras raíces y nuestra biodiversidad.

6. ¿Soy feliz?

Creo que, como todo en la vida, los momentos de felicidad son momentáneos: hay días felices y otros no tanto. Aún no me siento completamente satisfecha con mi proyecto; sé que debo y quiero consolidar muchas cosas más. Estoy en camino, y aunque he logrado mucho, todavía queda mucho por construir.

7. ¿Vendería mi emprendimiento, mi empresa?

Por primera vez desde que inicié este proyecto, me he hecho esa pregunta. La verdad, no lo sé, hay días en los que pienso que sí; pero luego recuerdo cuánto me ha costado posicionarlo y lograr que se entienda como una propuesta diferente… y entonces pienso que no. El futuro es tan incierto, que realmente no sé qué pueda pasar.

8. ¿Qué tan duro fue para mí emprender?

Emprender es muy duro, especialmente cuando el capital de trabajo es limitado y se tienen muchos sueños por cumplir. Trabajar con lo que hay es un reto enorme. Cada día surgen nuevos gastos y responsabilidades, y no tener el conocimiento necesario sobre la parte administrativa y organizacional del proyecto te lleva a cometer errores, a veces costosos.

También he aprendido que la atención en mesa no es solo servir un café y una torta. Detrás de ese gesto simple hay toda una cadena de trabajo, esfuerzo y planificación que muchas veces pasa desapercibida. Es una de las cosas más duras que he vivido en este camino.

9. ¿Cumplí mi sueño? ¿Qué me hace falta?

Creo que una parte de mi sueño ya se ha cumplido, pero aún queda mucho por hacer. Me gustaría desarrollar una línea de mermeladas, como las que usamos en algunas de nuestras tortas y bebidas, así como una línea de ajíes frutales. También quiero consolidar una propuesta de menú salado más robusta y sólida, lanzar una línea de dulce de leche para nuestros alfajores, y otra de helados frutales.

Además, sueño con conformar un equipo de investigación enfocado en los dulces tradicionales de Colombia y en nuestras frutas, para luego publicar un libro que recoja los hallazgos de ese trabajo. Quiero que este proyecto no solo alimente el cuerpo, sino también la memoria, la identidad y el conocimiento.

10. ¿Y ahora qué? ¿Qué sigue?

Sé que aún hay mucho camino por recorrer. Quiero posicionar la marca para que permanezca en el tiempo, que no sea solo una tendencia o una moda pasajera. Mi propósito es seguir creando alrededor de las frutas, desarrollando una línea de productos para llevar, incluyendo helados, dulces, ajíes y también panes. Quiero que este proyecto crezca con raíces firmes, con identidad y propósito.

11. ¿Mi emprendimiento es escalable?

Sí, creo que es totalmente escalable, ya que quiero desarrollar subproductos y tener diferentes líneas que me permitan llegar a más personas.

12. Para crecer, ¿recibiría inversión de un desconocido? ¿Le cedería parte de mi empresa?

Para ser sincera, no tengo una respuesta definitiva. Me da miedo. Escuchar historias sobre lo complicado que puede ser tener socios me pone en alerta. No es solo una decisión financiera, sino también emocional y estratégica.

Sin embargo, entiendo que para crecer muchas veces es necesario abrir puertas. Si se presentara la persona correcta, con una visión alineada a la mía, y si desde el inicio se establecen acuerdos claros, transparentes y justos, creo que podría considerarlo. No descarto esa posibilidad, pero tendría que ser un paso bien pensado, que sume sin quitarle el alma a lo que he construido.

13. ¿Qué no volvería a hacer?

Si pudiera regresar el tiempo, no habría abierto la atención al público tan pronto. Creo que hubiera sido más prudente permanecer un tiempo adicional trabajando en formato de cocina oculta. Aunque ese modelo también tiene sus limitaciones, me habría permitido ganar experiencia, entender mejor los procesos y preparar con más calma el salto al servicio directo.

Otra cosa que haría diferente sería capacitarme más a fondo en el servicio a la mesa antes de abrir. No se trata solo de cocinar bien, sino de brindar una experiencia completa, y para eso hace falta preparación.

Afortunadamente, no estoy sola. Mi mamá ha sido un gran apoyo; en el camino ha tomado diplomados y cursos sobre gestión de restaurantes, y juntas hemos ido aprendiendo, paso a paso, cómo mejorar cada aspecto del negocio. Aprender sobre la marcha no ha sido fácil, pero ha sido muy valioso.

14. ¿Quién me inspiró? ¿A quién me gustaría seguir?

La inspiración de mi proyecto nació de varios momentos y fragmentos de mi vida. Uno de ellos fue cuando era pequeña y practicaba deporte; salía de las piscinas panamericanas y podía oler esas frutas frescas de los cholaos, la señora con el mango biche y el chontaduro, el salpicón. Eso fue crucial para mi inspiración.

Además, trabajar en proyectos con portadoras de tradición de Cali me hizo replantear mi relación con la comida. También he viajado por distintos territorios de Colombia, conociendo a personas como Mario Mora, del Taller de Amasijos, y visitando lugares como Mini-Mal, Salvo Patria, La Vereda en Pasto, el Guaviare, entre otros.

Me he inspirado en muchas personas: docentes, amigos, conocidos y referentes que tengo en el mundo de la cocina.

15. ¿Fracasé en algún momento? ¿Pensé en tirar la toalla?

La verdad, sí, no solo una vez, sino muchas. Hay días en los que me siento al borde del agotamiento. El trabajo en cocina no es fácil: es físico, mental y emocionalmente exigente. A eso se suma la incertidumbre diaria de no saber cuántas personas llegarán, si las ventas serán suficientes para cubrir los costos, pagar al equipo, reponer insumos... y vivir.

Cuando el 60 % de tu ingreso depende de ese ritmo impredecible, la presión se vuelve inmensa. Pensar en tirar la toalla se vuelve casi rutinario. Pero cada día también encuentro un motivo para seguir: un cliente satisfecho, un postre que sale perfecto, una palabra de aliento, una venta inesperada.

Eso me recuerda por qué comencé y por qué, a pesar del cansancio, sigo aquí. Porque detrás de cada momento duro también hay crecimiento, aprendizaje y pequeños triunfos que no siempre se ven, pero que pesan más que las ganas de rendirse.

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16. ¿Hago parte de algún tipo de comunidad que me ayuda en este camino de emprender?

La única comunidad que me apoya constantemente, como ya he mencionado, es mi familia y mis amigos.

17. ¿Lo que estoy haciendo trasciende? ¿Podrá impactar a nuevas generaciones?

Actualmente, soy docente en la Universidad Javeriana de Cali, en el programa de Gastronomía. Cuando hablo con los estudiantes y les cuento sobre mis proyectos, ellos se muestran entusiasmados y consideran que es algo único. Pienso que de esta manera, estoy impactando a las nuevas generaciones.

18. ¿Cómo me veo en 10 años y cómo veo a futuro mi emprendimiento, mi empresa?

Me imagino, y eso espero, tener un laboratorio exclusivo de cocina para la elaboración de productos, con un espacio físico que también funcione como oficina y centro de investigación. Además, me gustaría contar con un pequeño punto de venta en la Plaza de Mercado Alameda.

19. ¿Qué papel han jugado mi familia y mis amigos?

Ha sido fundamental. Desde el inicio, ellos no solo creyeron en mí, sino que se convirtieron en mis primeros clientes, en los más fieles, en quienes probaron, compartieron y hablaron de mi proyecto con orgullo. Gracias a su apoyo constante, el trabajo que hago ha podido llegar más lejos.

Ellos han sido replicadores naturales de lo que significa este sueño para mí. Sin ese impulso cercano, emocional y práctico, muchos días habrían sido más difíciles. Les debo mucho más de lo que las palabras pueden expresar.

20. Yo lo logré. ¿Ayudaría a otros emprendedores a que lo logren?

Claro que sí, incluso otros emprendedores vienen a consultarme sobre cómo he hecho esto o aquello, y siempre estoy dispuesta a aconsejar y brindar apoyo.

21. ¿Qué papel jugó mi equipo? ¿Quién es?

El equipo es fundamental. Aunque ha sido muy variable desde que inicié, la mayoría de las personas interesadas en apoyar en León han sido estudiantes, actualmente, cuento con dos alumnos de la Javeriana que apoyan por turnos. Además, tenemos a una chica encargada de la atención a la mesa y a mi súper mamá, quien se encarga de la parte administrativa.

22. ¿Cuál es mi sello personal? ¿Qué me diferencia del resto?

La propuesta de pastelería varía según las frutas que se consigan en el mercado. Aunque Cali es una plaza muy diversa, cuando llega un insumo que está en cosecha, se compra y toda la propuesta de tortas y rellenos de alfajores se elabora con ese ingrediente.

23. ¿Qué he aprendido de todo esto?

He aprendido a tener más paciencia, poco a poco. También me he visto en la necesidad de entender y asumir procesos administrativos y de gestión empresarial, que no eran mi fuerte, pero que he debido incorporar a mi día a día. He tenido que prestar mucha más atención al servicio en mesa, aunque reconozco que mi pasión está en la cocina, en hacer tortas y en la parte creativa del proceso.

Ha sido un aprendizaje profundo e interesante. Otro gran reto ha sido trabajar con mi mamá; ha sido difícil, pero valioso. Además, he tenido que asumir el rol de mamá emprendedora, aprender a manejar equipos, a ser jefa… algo que no se me da naturalmente. Tiendo a ser muy condescendiente y comprensiva con las personas, y eso también ha sido parte del proceso de aprendizaje.

Siento que he crecido en muchas áreas, aunque sé que aún me queda mucho por mejorar y por aprender.

Si conoce historias de emprendedores y sus emprendimientos, escríbanos al correo de Edwin Bohórquez Aya (ebohorquez@elespectador.com) o al de Tatiana Gómez Fuentes (tgomez@elespectador.com). 👨🏻‍💻 🤓📚

Tatiana Gómez Fuentes

Por Tatiana Gómez Fuentes

Comunicadora Social - periodista de la Universidad Pontificia Bolivariana de Bucaramanga, con maestría en gestión y dirección comercial con énfasis en comunicación, publicidad y ecommerce de la Universidad Complutense de Madrid.@tagy_petustgomez@elespectador.com
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