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El día que Hernán se topó con aquel anuncio en redes sociales nunca imaginó el problema en el que terminaría envuelto. Mientras navegaba entre videos que lo hacían reír, uno en particular atrapó por completo su atención.
Allí aparecían dos actores teniendo una conversación financiera. En medio de esta, uno interrumpe al otro para plantearle la solución a sus problemas: una aplicación que presta dinero al instante y con un bajo interés. Hernán se sintió atraído, pues justamente eso es lo que estaba necesitando.
Con un simple clic en el botón de ‘más información’, Hernán descargó en cuestión de minutos una aplicación y se registró, quedando oficialmente vinculado a la plataforma.
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La propuesta parecía demasiado buena para dejarla pasar: el monto exacto que necesitaba y un interés casi simbólico. Sin detenerse a pensar, aceptó los términos. Al poco tiempo, el dinero ya reposaba en su billetera digital… sin saber que acababa de abrir la puerta a un problema mayor.
Al día siguiente comenzaron las llamadas. Una persona, en tono desafiante, le decía que debía efectuar ese mismo día el pago, más los intereses que ya habían comenzado a correr. Hernán intentó justificarse -pensando que tal vez se habían equivocado- y le explicó que hacía apenas unas horas había recibido el préstamo.
Su sorpresa fue grande cuando se dio cuenta que no era un error. La otra persona al lado de la línea hablaba en serio y presionaba a la joven víctima a pagar la totalidad del dinero, más el interés.
Con el paso de los días, la situación se complicó. Los intereses comenzaron a acumularse sin control, transformando la deuda en una bola de nieve imposible de detener. Hernán ya no tenía manera de cubrirla.
Entonces ocurrió lo inesperado: amigos y familiares empezaron a llamarlo con tono alarmado. ‘¿Estás bien?’, le preguntaban. Confundido, él respondía que sí, sin entender qué sucedía. Todos coincidían en lo mismo: alguien se había comunicado con ellos asegurando que Hernán estaba endeudado y advirtiendo que, si no pagaba pronto, algo malo podría pasarle.
Todavía intentaba explicarse cómo esos extorsionadores habían conseguido los números de sus contactos, cuando recibió un mensaje en su teléfono: ‘Si no paga hoy, todo el mundo sabrá esto’. El texto venía acompañado de una foto íntima suya. No se trataba de una imagen creada con inteligencia artificial; era real. Y lo inquietante era que esa foto solo existía en la galería de su celular… ¿o no?
El caso de Hernán es apenas uno entre muchos que se han venido registrando en los últimos meses. Se trata de los llamados ‘gota a gota virtuales’, una modalidad que trasladó al mundo digital ese perverso modelo de préstamo ilegal. Bajo la apariencia de inocentes aplicaciones financieras, promocionadas incluso con publicidad paga en redes sociales, se esconden en realidad peligrosas organizaciones criminales.
Según explicó a El Espectador el investigador de seguridad de Kaspersky, Leandro Cuozzo, este tipo de amenazas alcanzaron su punto más alto en 2023, en medio del complejo entorno inflacionario que dificultaba para muchos acceder a créditos en el sistema financiero tradicional. Desde entonces, los casos han disminuido, aunque se cree que los atacantes lo hacen de forma intencional: buscan que las personas bajen la guardia frente a estos riesgos para luego regresar con más fuerza.
Esta es una modalidad por la que incluso existe una especie de lucha por el control territorial (en el ciberespacio) siendo México, Colombia y Perú los países más afectados.
Según información de Kaspersky, entre el primer y segundo trimestre de este año se registraron más de 1,2 millones de notificaciones de aplicaciones falsas de préstamos. Las víctimas en América Latina llegaron a contarse en cerca de 500.000.
Ojo, no hay que confundir este tipo de plataformas con las fintech, pues estas últimas no solo operan bajo el marco de la legalidad (con intereses que no sobrepasan la tasa de usura), sino porque son vigiladas por la Superintendencia Financiera y la Superintendencia de Industria y Comercio.
Cuozzo explica que las aplicaciones empleadas por las organizaciones delictivas usualmente vienen infectadas con malware (virus informático), lo que les permite acceder a la lista de contactos en el celular de la víctima, así como a su galería de fotos.
La Fiscalía General de la Nación advierte que cuando se descargan este tipo de aplicaciones “se entrega la información personal a los criminales en bandeja de plata. Algunas de estas herramientas toman tu información y realizan depósitos de dinero a tu cuenta sin autorización previa, desencadenando una oleada de cobros insistentes”.
Incluso se han registrado casos más extremos, en donde bloquean el teléfono de la persona y le advierten que hasta que no realice el pago no lo van a liberar. A este tipo de ataques se les conoce como ransomware.
De allí extraen la información que usan para adelantar las extorsiones. Muchas personas, por el temor y la vergüenza terminan cediendo ante sus presiones.
Para no caer en este tipo de trampas, los profesionales en seguridad informática recomiendan:
- No descargar aplicaciones que no provengan de tiendas oficiales como Google Play o App Store
- Revisar los comentarios y opiniones que haya en redes sociales e internet sobre esa aplicación o servicio
- Corroborar que la entidad financiera con la que se buscaría sacar un préstamo sea vigilada por la Superintendencia Financiera y la Superintendencia de Industria y Comercio
- Sospechar si la aplicación pide permisos exagerados, como acceso a la cámara, contactos o a la galería del dispositivo
- Denuncie marcando a la línea #122
Adicionalmente, la Fiscalía señala que si a su cuenta llega un dinero del cual desconoce su origen, lo que debe hacer es comunicarse de inmediato con su entidad bancaria indicando que usted no ha solicitado esa cantidad.
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