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Las reformas económicas que debe enfrentar el próximo gobierno

El siguiente Gobierno deberá tramitar tres reformas que están en mora: otra tributaria, una laboral y una pensional. La tarea no es sencilla por el alcance de los retos, pero también por la necesidad de llegar a acuerdos con el Congreso, los gremios y los sindicatos.

21 de junio de 2022 - 02:00 a. m.
Petro tendrá que llegar a consensos para lograr las reformas. / Getty Images
Petro tendrá que llegar a consensos para lograr las reformas. / Getty Images
Foto: Getty Images/iStockphoto - IR_Stone

Este domingo el país eligió a su próximo presidente: Gustavo Petro ganó las elecciones con más del 50 % de los votos. Ahora deberá superar las tensiones que dejó esta campaña para asumir los retos propios del cargo. En los primeros puntos de la agenda, si no en el primero, están las reformas económicas pendientes y la materialización de medidas que, aunque impopulares, son urgentes.

Tributaria, de nuevo

La primera es una reforma tributaria. Sí, otra (el gobierno de Iván Duque presentó cuatro). Por mucho que la reactivación económica, que sigue andando, sea celebrada, hay otros datos que no se pueden olvidar.

El país se enfrenta hoy a una crisis social. Aunque las cifras muestran un progreso, el impulso no ha sido suficiente para llegar a los números de antes del covid-19. Basta con ver el índice de pobreza, que en 2021 se ubicó en 39,3 %, y el de pobreza monetaria extrema, que llegó al 12,2 %, superando cifras que no se veían desde 2012, cuando se empezó a monitorear anualmente. Quienes se encuentran en esta última categoría no pueden acceder a una canasta básica de alimentación.

Por otro lado, la deuda neta cerraría el año en 56,5 % del PIB, según el Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP) 2022, presentado la semana pasada. Si bien las perspectivas de este informe son evidentemente mejores que las de hace un año, y auguran una recuperación que permitiría volver a indicadores fiscales prepandemia en menos de dos años, inquieta el peso que tiene el comportamiento del petróleo en el análisis. Especialmente, porque esa misma variable en otras ocasiones ha descuadrado las cuentas del Gobierno, como ocurrió en 2014 y 2016.

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Estas proyecciones indican que, para el cierre del año, el déficit fiscal del Gobierno se ubicará en 5,6 % del PIB; es decir, 1,5 puntos porcentuales menos que en 2021. Aún con estos pronósticos optimistas, el panorama sigue siendo complicado para el próximo presidente.

Por mucho que se quiera, la tributaria no se puede evadir. Los expertos han señalado que el país necesita aumentar el recaudo porque así lo exige la regla fiscal, porque es pequeño al compararlo con el de otros países de América Latina y de la OCDE, porque se requiere para cumplir con el gasto social y para tranquilizar a los acreedores. Y a esto hay que sumarle que el nuevo presidente tiene programas: ¿cómo los va a financiar? El recaudo juega un papel fundamental.

Sin duda, aprobar una tributaria es una tarea difícil. La de Alberto Carrasquilla, exministro de Hacienda (hoy codirector del Banco de la República), encendió una hoguera y motivó el paro nacional de 2021, que pasará a la historia no solo por sus efectos económicos y sacar a la luz el descontento social, sino por los abusos y atropellos por parte de las fuerzas del Estado contra los manifestantes. Cuidar las finanzas públicas y al mismo tiempo cumplir con el principio de progresividad tributaria será clave.

Las reformas laborales

El empleo es otro de los grandes retos económicos del país y ya lo era antes de la pandemia. De hecho, Duque prometió una reforma laboral que nunca llegó (y también una pensional). Como lo señaló la Misión de Empleo, el sistema no solo funciona mal, sino que necesita reformas para estar a tono con las necesidades del mundo actual y poder ofrecerles mejores condiciones sociales a los trabajadores. En pocas palabras, necesitamos más y mejores empleos.

Y sí, es cierto que el empleo se ha venido recuperando en medio de la reactivación económica y los pronósticos son buenos, pero aún queda mucho camino para, siquiera, volver a las cifras prepandemia. Los últimos datos del DANE muestran una tasa de desempleo del 11,2 %. Según Juan Daniel Oviedo, director de la entidad, para llegar a las cifras de febrero de 2020, Colombia todavía necesita sacar del desempleo a 57.233 personas y crear 512.000 puestos de trabajo para igualar la ocupación.

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Además, el país tiene una lista de pendientes en materia laboral, encabezada, por ejemplo, por la informalidad, que es del 44,9 % en las 23 principales ciudades (cifras del trimestre febrero-abril). Dicho de otra forma, de los 10,2 millones de ocupados que hay en Colombia, 4,4 millones no cuentan con los mínimos de protección social. La brecha de género es otro de los retos. En abril, mientras el desempleo fue del 8,9 % para los hombres, para las mujeres fue del 14,2 %.

Un elemento clave se encuentra en las cifras de la población por fuera de la fuerza laboral, en donde 6,9 millones de mujeres están dedicadas a labores de cuidado del hogar no remuneradas, mientras que solo 1,03 millones de hombres realizan la misma actividad. También vale la pena mencionar a los jóvenes, que en el trimestre entre febrero y abril registraron una tasa de desempleo del 20 %, siendo mayor en el caso de las mujeres (25,9 %) que en el de los hombres (15,5 %).

El remezón pensional

Aún dejando por fuera muchas razones por las que el país necesita una reforma laboral, con estos datos ya queda claro que no hay condiciones para que todos los que quieran acceder a su derecho constitucional de trabajo puedan hacerlo. Y aquí llegamos a otro punto de discusión que se pone sobre la mesa cada cuatro años en las elecciones y al que, hasta ahora, no se le ha dado la importancia que merece ni la solución que requiere: las pensiones.

Sencillamente, tenemos un sistema pensional que no pensiona. La prueba está en que solo una de cada cuatro personas mayores logra pensionarse. ¿Y las otras tres? Una más recibe el programa Colombia Mayor ($80.000 al mes) y el resto no recibe nada. La Misión de Empleo encontró que el trabajador promedio, teniendo en cuenta el tránsito constante entre la formalidad y la informalidad y el requisito mínimo de semanas, tendría que laborar 58 años para jubilarse en Colpensiones y 52 años en las administradoras de fondos de pensiones.

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A esta cifra desalentadora se le suman otros problemas. Entre ellos, la inequidad, teniendo en cuenta que dos personas con el mismo historial de cotizaciones reciben dos pensiones distintas en Colpensiones y en los fondos privados, y la regresividad, el 73,1 % de los subsidios en pensiones van al 40 % con más altos ingresos en el país, según Fedesarrollo.

Nuevamente, y como hace cuatro años, Colombia debe aprobar una reforma tributaria, una laboral y una pensional. No pueden pasar otros cuatro años de soluciones temporales y pequeños arreglos que disimulen las grietas. Petro debe asumir el reto de llegar a consensos que les den paso a los cambios estructurales que el país necesita.

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