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Este viernes, el DANE presentó las cifras de inflación para febrero, con una variación anual (esto es en comparación con el mismo mes del año pasado) de 5,28 %.
Con ese resultado, el comportamiento del Índice de Precios al Consumidor (IPC) muestra un cierto estancamiento, pues lleva tres meses presentado una variación anual prácticamente igual.
Aquí vale aclarar que los primeros meses del año, la inflación suele mostrarse algo más resistente en sus bajas, e incluso con tendencias al alza, pues es un periodo en el que se ajustan precios y servicios a lo largo y ancho de la economía con las cifras del salario mínimo y del IPC del año pasado.
Para los resultados de febrero, hay dos renglones que mostraron incrementos importantes, así como contribuciones significativas al crecimiento de la inflación: los arriendos y el precio del gas.
“Durante febrero, los principales aportes a la inflación provinieron de tres grupos: el primero de ellos fue el de alojamiento y servicios públicos, donde la variación de los arriendos y los costos asociados a la copropiedad siguen registrando presiones relevantes. No obstante, la mayor contribución provino de los servicios públicos, particularmente por el incremento en las tarifas del gas, que a nivel nacional superaron el 14 %”, dice Jackeline Piraján, economista principal de Scotiabank Colpatria.
Si se ven de forma agregada, el alojamiento y los servicios públicos (gas incluido) tuvieron un crecimiento anual de 6,58 % para la medición de febrero del IPC.
Así mismo, los datos del DANE aseguran que, de los 5,28 puntos porcentuales que creció la inflación en febrero (medición anual), el alojamiento contribuyó en 2 % a este resultado.
De cierta forma, esta era una noticia esperada, pues, como ya se dijo, los cánones de arrendamiento suben durante los primeros meses del año, así como los costos de las administraciones, teniendo en cuenta la medición del IPC del año anterior, así como el incremento del salario mínimo.
Sin embargo, cuando se miran los datos de forma desagregada se puede ver que es el gas natural el que manda la parada en los incrementos de ese grupo de gastos: mientras que los arriendos (efectivo e imputado) subieron 7,1 % y 6,6 % en su medición anual (respectivamente), el gas sufrió un incremento de 22,1 %; los demás servicios públicos tienen crecimientos que se encuentran cómodamente en un solo dígito.
Ahora bien, si se mira la ecuación desde la variación mensual, el resultado es un poco el mismo, pero con brechas mucho más grandes entre el gas y los demás servicios de ese renglón de gastos: mientras el alojamiento no llegó a 1 % en el crecimiento mes a mes, el gas tuvo un alza de 14,4 %.
El panorama alrededor de los precios del gas
En 2024 hubo dos versiones sobre la situación del gas natural en Colombia. Mientras que los gremios y empresas del sector de energía y gas, especialmente Naturgas, advirtieron que sería necesario importar para atender la demanda, el Gobierno de Gustavo Petro defendió que con la producción nacional sería suficiente. Se esperaba que esa discusión quedara zanjada en diciembre pasado, cuando se vencían varios contratos, pero aún ahora los mensajes siguen siendo contradictorios.
Para este punto ya es un hecho que Colombia está usando gas importado para atender la demanda (más allá de las plantas térmicas).
El pasado 5 de febrero Vanti, empresa que presta el servicio de distribución y comercialización en 105 municipios del país, incluyendo Bogotá, informó que por el aumento en el precio de la molécula de gas natural y el mayor costo por la distancia del transporte, la factura en diferentes zonas del país aumentaría hasta 36 % a partir de febrero.
Desde el Palacio de Nariño se ha hablado de especulación en el precio del gas, por un lado. Así mismo, también se ha afirmado que el país tiene suficiente de este combustible como para que no haya incrementos en las facturas y, en su momento, varios funcionarios del Gobierno dijeron que los anuncios de empresas como Vanti no estaban anclados en la realidad, por decirlo de una forma.
Pero lo cierto para este punto es que la importación de gas (aunque sólo se hace para cubrir alrededor de 4 % de la demanda nacional) sí encarece dos de los tres componentes clave en la tarifa de este combustible: el de adquisición de la molécula, así como el transporte de la misma.
El escenario se puede ver esta forma: en casos como el de Bogotá (uno de los lugares en los que Vanti dijo en febrero que podía subir el precio de la factura), hay un sobrecosto en el transporte, pues no es lo mismo traer el gas desde los campos del piedemonte llanero, que era lo usual, que transportarlo desde Cartagena. En su momento, Sergio Cabrales, profesor de la Universidad de los Andes, le explicó a este diario que se estima que si transportar cada millón de BTU de Cusiana a la capital del país cuesta US$1,73, transportarlo desde Cartagena (puerto de entrada de la importación) llega a US$4,87.
Y los datos de inflación confirman que el gas, en efecto, tuvo un impacto al alza sobre el bolsillo de los colombianos.
Los precios del gas en el país
De acuerdo con los datos del DANE, la variación anual del gas en el IPC nos devuelve a terrenos de mediados de 2023, año en el que se registró el pico histórico más reciente para este combustible, muy por encima de las cifras que había en la prepandemia (2019).
Cuando se analiza la variación mensual del gas, se tiene que el lugar en donde más creció este combustible en el IPC fue Ibagué, en donde registró un alza de 35,1 %, que contrasta poderosamente con Cúcuta, el lugar en donde menos se registró este incremento (0,54 %).
El panorama, por principales ciudades, se ve de esta forma:
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