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La economía mundial ha sido acosada por la incertidumbre durante tres meses, por cuenta de los aranceles intermitentes de Donald Trump. Pero este miércoles habrá más claridad para los países porque es la fecha límite del presidente estadounidense para cerrar los acuerdos comerciales.
Es entonces cuando termina la prórroga de 90 días de los llamados aranceles “recíprocos” de Trump, allanando el camino para el proteccionismo que, según él, reducirá los déficits comerciales de EE. UU. y propiciará una reactivación del sector manufacturero.
La aplicación de aranceles unilaterales está trastocando un sistema que durante décadas fomentó la reducción de las barreras comerciales bajo las normas impuestas por la Organización Mundial del Comercio.
El presidente estadounidense no solo está rompiendo con el viejo manual de alianzas comerciales. Los aranceles de Trump también ayudarán a llenar las arcas del Tesoro en un momento en que los inversores están preocupados por la sostenibilidad de la deuda nacional, especialmente después de que el Congreso sellara gran parte de la agenda económica del presidente con un paquete de recortes de impuestos y gastos de 3,4 billones de dólares.
“El dinero comenzará a llegar a Estados Unidos el 1 de agosto”, dijo Trump, refiriéndose a la fecha que declaró para el inicio de algunos nuevos aranceles.
Hasta el momento, la economía estadounidense se mantiene firme, la contratación es sólida y la inflación se ha mantenido controlada. Sin embargo, la Reserva Federal (Fed, Banco Central) se muestra cautelosa respecto a los aranceles.
Bloomberg Economics estima que si los aranceles recíprocos se elevan a sus niveles amenazados el 9 de julio, los aranceles promedio sobre todas las importaciones estadounidenses podrían ascender a alrededor del 20 % desde cerca del 3 % antes de la investidura de Trump en enero. Esto aumentaría los riesgos para las perspectivas de EE. UU.
¿Qué podría pasar el 9 de julio?
El ambiente incierto que ha creado Trump hace que nadie tenga certeza de lo que ocurrirá con los aranceles recíprocos. Ni siquiera dentro de la misma Casa Blanca.
El propio presidente advirtió recientemente que, cuando se cumpla el plazo, “habrá países que pagarán (nuevos aranceles)”, sin entrar en detalles sobre a quién o cómo se aplicarán esos gravámenes.
Así las cosas, la situación plantea dos futuros posibles: o Trump concede más tiempo a quienes estén avanzando en sus acuerdos, o bien activa los aranceles recíprocos para los países que no hayan firmado algún tipo de acuerdo.
Aunque Estados Unidos les haya dado la etiqueta de “recíprocos”, palabra que suena a justicia o a defensa propia, el verdadero temor con este tipo de gravámenes es que puedan usarse como herramienta de presión para que otros países cedan en asuntos puntuales con Washington.
¿Cómo queda Colombia?
A las puertas del 9 de julio, Colombia llega con ventas a Estados Unidos por US $16.076,4 millones entre enero y abril de este año, un 2,3 % más que en el mismo periodo de 2024. Buena parte de esos dólares proviene de flores, café, banano, textiles y productos químicos.
La ministra de Comercio, Industria y Turismo, Diana Carolina Morales, confirmó que las negociaciones con Washington siguen activas y que habrá un nuevo encuentro para buscar un acuerdo.
Colombia debe despejar dos grandes “irritantes” comerciales con la administración Trump.
El primero es la certificación de vehículos importados, que contempla exigir normas propias de seguridad, emisiones y adaptación a combustibles locales antes de permitir su venta, un requisito que Estados Unidos considera más estricto que los estándares internacionales.
El segundo punto es el proceso de chatarrización de camiones antiguos: aunque el Tratado de Libre Comercio con EE. UU. fijó cuotas y plazos para retirar de circulación estos vehículos, Washington duda de que Colombia cumpla los cronogramas pactados, lo que podría distorsionar la competencia en el mercado de camiones y autopartes. Si se alcanzan compromisos en estos temas, Colombia podría esquivar los aranceles recíprocos, que se estiman entre el 20 % y el 30 %.
Aunque a este panorama se le suman las recientes tensiones diplomática entre los gobiernos de Gustavo Petro y Donald Trump, pues fue llamado a consultas el embajador encargado estadounidense en Colombia. Esto provocó declaraciones cruzadas y tensiones entre ambos países que despertaron dudas con respecto al comercio y futuro de las relaciones bilaterales.
Mientras se resuelven los últimos días de las negociaciones, el mundo espera la última palabra de la Casa Blanca, y su decisión marcará no solo el costo de exportar e importar, sino también el rumbo de las cadenas de suministro y los precios al consumidor a nivel global.
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