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A la fecha, cuatro de los cinco principales bancos centrales de América Latina (en el grupo de los que establecen metas de inflación) ya comenzaron a recortar tasas de interés en el segundo semestre de 2023 y se esperan más caídas en los costos de endeudamiento para inicios de este año.
Como lo reseña Bloomberg, Perú recortó su tasa la semana pasada y se espera que Brasil, Chile y Colombia hagan lo propio a finales de enero. En Colombia, precisamente, el Emisor decidió bajar las tasas de interés por primera vez desde septiembre de 2021, cuando comenzó uno de los ajustes más agresivos en su política monetaria en la historia reciente del país. El indicador quedó en 13 %.
Detrás del aumento de tasas de interés en el último año se halla un intento por frenar el repunte inflacionario pospandemia. Ahora que los bancos centrales comenzaron a flexibilizar su política económica, ¿qué viene ahora?
Para Juan Pablo Spinetto, columnista de Bloomberg, los bancos centrales de América Latina enfrentan un 2024 complicado debido a “datos de inflación irregulares, políticas locales desafiantes y riesgos globales que, probablemente, obstruirán el actual ciclo de flexibilización de tasas de interés”.
“Realizar sus próximas medidas en el momento oportuno será clave para mantener su credibilidad y volver a esquivar cualquier evento desestabilizador en una región que conoce demasiado bien el costo de los errores de política monetaria”, agregó.
La pregunta ahora es hasta dónde pueden llegar estos bancos sabiendo que el panorama internacional se ve incierto y que parece poco probable que la FED realice recortes agresivos, teniendo en cuenta que la Reserva Federal es un punto de referencia para los bancos centrales de la región.
“En mi opinión, las condiciones para un ciclo de flexibilización acelerado en las naciones más grandes de América Latina aún no están dadas. Las autoridades deberían pecar de prudencia y mantener un sesgo restrictivo incluso si las tasas reales son históricamente altas y sus economías se desaceleran”, explica Spinetto.
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El panorama latinoamericano
En primer lugar, Chile y Perú, que disfrutan de mejores datos generales de precios debido, en parte, a una actividad más débil. Ambas naciones observaron una rápida desaceleración de la inflación anual hacia la meta en los últimos meses y ahora las expectativas parecen ancladas y hay margen para reducir las tasas significativamente a medida que avanza 2024. En cierto sentido, han dejado atrás la mayor parte del problema de la presión sobre los precios.
El panorama es más complejo para los tres países más grandes de la región: Brasil, México y Colombia, después de dejar fuera a Argentina por razones obvias (el país registró una inflación del 211 % en 2023). Si tomamos los costos de endeudamiento actuales y los ajustamos por la inflación esperada para final de año, se puede ver que la tasa real ex ante para los tres bancos centrales es de más de 700 puntos básicos. Esta cifra se encuentra entre las más altas del mundo y posiblemente sea demasiado restrictiva para países que necesitan acelerar el crecimiento. Si bien una mayor flexibilización estaría garantizada, la trayectoria descendente será desigual y los recortes pueden ser más tácticos que cíclicos.
En el caso de Brasil, los economistas estiman que la tasa SELIC (como se les conoce a las tasas de interés en el gigante latinoamericano) se situará en un 9 % hacia fin de año, lo que significa una reducción de 275 puntos básicos respecto de los niveles actuales. Pero las expectativas no ancladas impulsadas por grandes interrogantes sobre la política fiscal del Gobierno impiden nuevos recortes que podrían afectar la actividad de manera más significativa. De hecho, los economistas encuestados por el banco central esperan que la tasa de referencia se mantenga en el 8,5 % hasta 2027.
La situación en México, el único de los cinco países que aún no ha iniciado los recortes de tasas, también parece complicada: aunque la mayoría de los economistas prevén un recorte inicial en marzo, el país registró dos meses consecutivos de aceleración de la inflación anual en noviembre y diciembre, lo que frenó un impulso acomodaticio dentro del banco central, que querría ver más evidencia de que los precios efectivamente se están enfriando.
“La aversión a generar polémicas antes de las cruciales elecciones presidenciales del 2 de junio también puede ser motivo de prudencia. El gran aumento del déficit fiscal del Gobierno este año y algunas de las iniciativas del presidente saliente —Andrés Manuel López Obrador— (incluido un proyecto de ley constitucional para garantizar que el salario mínimo aumente por encima de la inflación cada año), pueden llevar a tasas más altas a largo plazo en México”, explicó Spinetto en su artículo en Bloomberg.
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Tanto Brasil como México, las economías más grandes de la región, gozan del fortalecimiento de sus mercados laborales después de un crecimiento más rápido de lo esperado el año pasado, un hecho positivo, sin duda, pero que dificulta el proceso de desinflación.
Finalmente, el experto resalta que la inflación en Colombia, pese a que completa nueve meses de caídas, se encuentra en un 9,28 % (muy por encima de la meta del 3 % del Banco de la República). “Un posible recorte de la tasa este mes, después de un recorte inicial de 25 puntos básicos en diciembre, debería verse más como una reacción a la actividad vacilante que como el inicio de un agresivo ciclo de flexibilización monetaria. Banrep aún necesita recibir más buenas noticias sobre la inflación”, indica el experto.
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