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La 17.ª Cumbre de los BRICS ha despertado la molestia del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Tanto así que lanzó una amenaza nocturna de penalizar a los países por adoptar políticas que, según él, eran “antiamericanas”.
Los BRICS están conformados por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, pero actualmente agrupan a un total de 10 países de economías emergentes.
Trump ya ha amenazado con imponer aranceles del 100 % a los países BRICS si abandonan el dólar en el comercio bilateral, lo que también afectaría a los países alineados con el grupo.
En medio de este escenario se conoció que Colombia se acercó al banco de los BRICS por lo que saltaron algunas alarmas de las posibles consecuencias que tendría este hecho para el comercio exterior con Estados Unidos. Y más en un contexto de tensión en las relaciones bilaterales.
Al respecto se pronunció la ministra de Comercio, Industria y Turismo, Diana Morales, y aseguró que la vinculación de Colombia al Nuevo Banco de Desarrollo del BRICS es una decisión “de naturaleza financiera y técnica, que busca diversificar las fuentes de financiación para proyectos clave en infraestructura, transición energética y desarrollo productivo”.
Además, la inserción internacional se presenta como una vía para fortalecer el tejido empresarial, consolidar la soberanía productiva del país y ampliar las capacidades estratégicas de Colombia.
El impacto en la política exterior
La ministra añadió que la vinculación al banco “no compromete la política exterior ni comercial del país, ni supone alineamientos que afecten nuestras relaciones históricas de cooperación y comercio”.
Por eso, la posición del país se enmarca en los principios que orientan el Gobierno: avanzar hacia una economía más soberana, productiva y diversificada, que mantenga relaciones armónicas con sus socios tradicionales y explore nuevas oportunidades de articulación internacional.
“Desde el Ministerio continuamos impulsando una política comercial abierta, basada en el diálogo técnico, el cumplimiento de las reglas multilaterales y el respeto a los acuerdos internacionales de los que Colombia hace parte”, expresó Morales.
Como parte de dicha agenda, el Mincit está trazando una hoja de ruta para la revisión técnica de los aranceles vigentes y de los instrumentos derivados de los tratados comerciales. El objetivo de esto es proteger a los sectores sensibles y garantizar condiciones justas y sostenibles para la producción nacional.
Negociar los aranceles con Estados Unidos
Más allá de los temores por las represalias a los BRICS por parte del presidente estadounidense, Colombia está pendiente de negociar con EE. UU. las condiciones de sus aranceles.
De hecho, esta semana continuará la mesa técnica con los gremios exportadores y los actores productivos. Allí “vamos a analizar los escenarios actuales, coordinar acciones y acompañar con rigurosidad a los sectores más estratégicos de nuestra economía”, anunció la ministra Morales.
Las negociaciones con Washington siguen activas y habrá un nuevo encuentro para buscar un acuerdo.
Colombia debe despejar dos grandes “irritantes” comerciales con la administración Trump.
El primero es la certificación de vehículos importados. Este proceso exige normas propias de seguridad, emisiones y adaptación a combustibles locales antes de permitir su venta, requisitos que Estados Unidos considera más estrictos que los estándares internacionales.
El segundo punto es el proceso de chatarrización de camiones antiguos: aunque el Tratado de Libre Comercio con EE. UU. fijó cuotas y plazos para retirar de circulación estos vehículos, Washington duda de que Colombia cumpla los cronogramas pactados, lo que podría distorsionar la competencia en el mercado de camiones y autopartes. Si se alcanzan compromisos en estos temas, Colombia podría esquivar los aranceles recíprocos, que se estiman entre el 20 % y el 30 %.
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