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El impacto económico global del conflicto en Medio Oriente

Los bombardeos entre Irán e Israel escalaron con la intervención militar de EE. UU. y revivieron el temor a un cierre del estrecho de Ormuz, por donde pasa una quinta parte del petróleo mundial. Este es el costo que podría tener una crisis en desarrollo.

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Daniel Felipe Rodríguez Rincón
24 de junio de 2025 - 12:00 p. m.
Por el estrecho de Ormuz pasan unos 20 millones de barriles de petróleo cada día.
Por el estrecho de Ormuz pasan unos 20 millones de barriles de petróleo cada día.
Foto: Agencia AFP
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Los precios del petróleo apenas se movieron tras la ofensiva de Estados Unidos contra instalaciones nucleares en Irán, el sábado 21 de junio. El Brent (referencia global) subió brevemente el lunes a US$81 por barril, pero pronto retrocedió por debajo de los US$70.

Parte de ese comportamiento obedece a que la respuesta iraní fue interpretada como “moderada”: el domingo, Teherán lanzó una serie de misiles contra la base aérea de Al Udeid, en Catar -sede del Mando Central de las fuerzas estadounidenses en la región-, pero el ataque fue interceptado y no dejó víctimas.

En plena crisis, Donald Trump, presidente de Estados Unidos exigió públicamente a los productores de crudo que mantuvieran los precios bajos: “¡Están cayendo en el juego del enemigo! ¡Perforen, chicos, perforen!”, escribió el mandatario en sus redes sociales.

Por ahora, el foco de preocupación no está tanto en la escala del conflicto actual -que ya involucró directamente a Estados Unidos, la primera economía global-, sino en lo que podría venir después: un eventual cierre del estrecho de Ormuz.

Por ese paso marítimo circula cerca del 20 % del petróleo que se consume en el mundo. Su relevancia es tal que, en medio de las tensiones, el Parlamento iraní aprobó una moción que permitiría bloquearlo.

Aunque la decisión final sobre el canal está en manos del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, la sola amenaza ya está teniendo efectos. Se anticipan aumentos en las tarifas de transporte marítimo, varios bancos centrales han advertido sobre el riesgo inflacionario y potencias económicas como China y la Unión Europea han llamado a evitar consecuencias mayores para la economía global.

Precisamente, la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, advirtió que un cierre de Ormuz afectaría no solo los precios de la energía, sino también la trayectoria general de la inflación en el corto plazo.

En la misma línea, expertos proyectan que una interrupción total del tránsito por el estrecho podría llevar el barril de petróleo por encima de los US$130. Hasta ahora, los precios se han mantenido estables, pero todo dependerá de cómo se desenvuelve esta crisis en los próximos días.

El estrecho más vigilado del mundo

No es la primera vez que Irán amenaza con cerrar el estrecho de Ormuz, pero nunca la posibilidad había estado tan cerca como ahora. Este canal, ubicado entre el sur de Irán y la península de Musandam, que pertenece a Omán, conecta el Golfo Pérsico con el Golfo de Omán y el océano Índico.

En su punto más angosto, mide apenas 33 kilómetros, y por sus aguas poco profundas transitan cada día más de 20 millones de barriles de crudo, principalmente con destino a Asia.

Ormuz es, en términos económicos, uno de los cuellos de botella más delicados del comercio global. Por allí pasa una quinta parte del petróleo que se consume en el planeta, así como un volumen considerable de gas natural licuado.

Arabia Saudita, Irak, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Qatar dependen de esa vía para exportar su producción energética. Irán también. De ahí que cerrar Ormuz tendría un altísimo costo también para Teherán.

El 80 % del crudo iraní es comprado por China, y todo ese petróleo también cruza por el mismo estrecho. Un bloqueo prolongado, además de afectar a las naciones consumidoras, también cortaría la principal fuente de ingresos del régimen iraní.

Al respecto, el gobierno chino señaló que “el mundo no puede permitirse otro choque inflacionario derivado del petróleo” y que la estabilidad en el canal de Ormuz es clave para preservar el comercio internacional de energía.

Por ahora, la decisión sobre cerrar o no el paso por este estrecho sigue en suspenso. Las autoridades iraníes han dejado claro que esa opción está “sobre la mesa”. El legislador y comandante de la Guardia Revolucionaria, Esmail Kosari, aseguró que “se hará cuando sea necesario” y que perturbar el comercio petrolero occidental sería “un derecho legítimo” si Estados Unidos entra “oficial y operativamente en guerra”.

El efecto de un cierre del canal, incluso parcial, sería inmediato. Los caminos alternos para eludir Ormuz son limitadas y de menor capacidad. Algunos países, como Arabia Saudita y Emiratos, cuentan con oleoductos para desviar parte de sus exportaciones hacia el Mar Rojo, pero no podrían absorber todo el flujo regional.

Y aunque los flujos físicos no se han detenido, las armadas que operan en la zona ya advierten sobre un “riesgo elevado” para los buques.

En medio de esa incertidumbre, las tarifas de fletes marítimos ya están reaccionando. La ruta entre Medio Oriente y China (la más utilizada por los grandes buques petroleros) se encareció más de un 12 % este fin de semana, alcanzando su nivel más alto desde marzo de 2023.

Como lo contó Bloomberg, los armadores (los operadores de buques comerciales) ya exigen primas adicionales para navegar por el Golfo, y cada barril transportado ya cuesta, en promedio, US$1,40 más que antes del conflicto.

Efectos en la economía global

Fuera de los impactos en el suministro energético, lo que está ocurriendo en Medio Oriente también amenaza con alterar los tiempos y decisiones de los bancos centrales.

La tensión entre Irán, Israel y Estados Unidos estalló justo cuando buena parte del mundo económico proyectaba un segundo semestre más predecible, tras la tregua entre China y Estados Unidos en materia comercial. El grueso de los pronósticos pasaban por una inflación a la baja, crecimiento moderado y algunas reducciones en tasas de interés. Pero una crisis petrolera, si bien no se ha materializado aún, podría frenar esa expectativa.

La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, lo advirtió el lunes ante el Parlamento Europeo. Lagarde afirmó que un cierre del estrecho de Ormuz tendría efectos inflacionarios “más allá de la energía”, y el BCE deberá “vigilar muy detenidamente” su impacto.

Aunque la inflación en la eurozona ya se ha moderado, el conflicto introduce una nueva capa de incertidumbre que complica el camino hacia la estabilidad de precios.

En Estados Unidos, donde el nivel de precios sigue por encima del objetivo del 2 % trazado por la Reserva Federal, el mensaje ha sido similar. La gobernadora Michelle Bowman reconoció que “el conflicto es un factor a monitorear” y que su evolución podría condicionar el primer recorte de tasas previsto para la segunda mitad del año.

En otras palabras: el petróleo no ha subido, pero los riesgos ya están sobre la mesa.

Y es que los efectos de movimientos súbitos en el crudo en la economía global son bien conocidos; si el barril se encarece, la inflación tiende a subir en todo el mundo, pero eso no significa que la economía crezca más, de hecho, puede pasar lo opuesto.

“Es el peor de los escenarios para un banco central: precios altos y actividad débil”, explicó Salman Ahmed, jefe global de macroeconomía en Fidelity International, a Bloomberg.

Ese es justamente el temor que ronda ahora entre los responsables de política monetaria en todo el mundo. Un conflicto prolongado en Medio Oriente podría encarecer el petróleo, frenar decisiones de recorte de tasas y volver a complicar el costo de vida en varias latitudes.

Se anticipan movimientos en el dólar

Aunque el suministro de crudo desde Medio Oriente no se ha detenido y los mercados no han reaccionado con pánico, la amenaza de un eventual cierre del estrecho de Ormuz sigue latente. En contextos como estos, la incertidumbre actúa como un catalizador en el mercado de divisas, impulsando al dólar como refugio tradicional frente al riesgo.

Cada vez que se eleva la tensión geopolítica, los inversionistas tienden a buscar activos seguros. Por eso, la divisa estadounidense mostraría señales de fortalecimiento frente a monedas emergentes.

Precisamente, el oro y los bonos del Tesoro de Estados Unidos también han ganado atractivo en medio del conflicto. Como explicó Seema Shah, estratega en Principal Asset Management, a Bloomberg: “Las tasas reales en EE. UU. son altas, y eso hace más atractivo al dólar frente a otras monedas”.

Para economías como la colombiana, la situación Irán-Israel-Estados Unidos puede significar un doble efecto.

Por un lado, una moneda estadounidense más fuerte encarece las importaciones, presiona la inflación interna y eleva el costo del servicio de la deuda externa.

A su turno, un petróleo más caro podría representar un respiro para las finanzas públicas, en un momento en que el Gobierno necesita mayores ingresos fiscales. Cabe resaltar que el precio de referencia del Brent previsto en el Marco Fiscal de Mediano Plazo 2025 (la hoja de ruta del Gobierno para las finanzas públicas) es de US$67,2 por barril.

El precio global de la guerra en Medio Oriente aún no se ha medido del todo. Pero en una región que ha probado cuán volátil puede ser, la calma sigue siendo tan estrecha como el canal por donde cruza una quinta parte del petróleo mundial.

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Daniel Felipe Rodríguez Rincón

Por Daniel Felipe Rodríguez Rincón

Comunicador Social y Periodista. Desde 2017, se ha desempeñado en diferentes medios de comunicación colombianos.@DanfeRodriguezdrodriguez@elespectador.com
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