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El recaudo de impuestos en Colombia sigue siendo un tema de intenso debate, especialmente tras los resultados de 2024 y las proyecciones para 2025. Según el grupo de investigación económica del Banco de Bogotá, el recaudo neto de impuestos para este año rondaría los $279 billones, una cifra que, aunque muestra un crecimiento de 9,6 %, estaría $30 billones por debajo de la meta establecida de $315,5 billones en el Presupuesto General de la Nación (PGN).
A pesar de que el recaudo bruto (incluyendo las devoluciones de la DIAN), rondaría los $293 billones, el desfase no solo refleja en el retrovisor los desafíos estructurales del sistema tributario, sino también la necesidad de ajustar las expectativas gubernamentales a la realidad económica del país.
El año 2024 cerró con un recaudo tributario de $267 billones, 4,3 % menos que en 2023, cuando la cifra había alcanzado $279,38 billones. Esta caída, una de las más significativas en la historia reciente, se explica por múltiples factores. En primer lugar, los fallos de la Corte Constitucional y el Consejo de Estado afectaron directamente los ingresos del Estado. Además, sectores clave como la minería y la industria, que tradicionalmente han sido grandes contribuyentes al fisco, presentaron contracciones en su actividad.
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Otro factor determinante fue la evasión fiscal, un problema crónico que sigue minando las arcas del Estado. Según expertos, la falta de cumplimiento en sectores informales y la debilidad en las penalizaciones para quienes incumplen han agravado la situación. A esto se suman los litigios legales, que generan incertidumbre y frenan la captación de recursos.
Cabe anotar que la caída de la ley de financiamiento también abrió la brecha de recaudo, ya que se esperaban $12 billones adicionales. Esto en general aprieta las finanzas públicas, que de por sí recibieron un aplazamiento de recursos, dejando al presupuesto de 2025 en $511 billones.
El exdirector de la DIAN, Orlando Villabona, había advertido sobre este escenario desde 2023. Señaló que la falta de gravámenes a los juegos de azar, un sector que ha crecido 87% desde la pandemia, también contribuyó al déficit. Según Corficolombiana, este crecimiento es siete veces mayor al del Producto Interno Bruto (PIB) nacional en el mismo periodo.
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¿Un rayo de esperanza?
A pesar de los desafíos, las proyecciones para 2025 muestran un panorama algo más alentador. Con un recaudo bruto cerca a los $293 billones, el crecimiento se deberá a la mejora en sectores como la manufactura, el comercio, los servicios financieros y el transporte, los cuales se beneficiarían del aumento del consumo privado y la demanda interna.
Según el informe de Banco de Bogotá, el recaudo de renta corporativa, que en 2024 sufrió una contracción nominal de 14 %, se recuperaría hasta alcanzar los $139 billones. Por su parte, el impuesto sobre el valor añadido (IVA), lideraría el crecimiento de los ingresos fiscales, con un aumento de 12 % hasta los $81,6 billones. Este incremento se explica por el mayor consumo y el ajuste en la tarifa de los alimentos procesados.
Ahora bien, hay un problema. El Comité Autónomo de la Regla Fiscal (CARF) alertó sobre un desfase de $52 billones en los ingresos proyectados para 2025. De estos, $12 billones se deben a la caída de la Ley de Financiamiento, y los $40 billones restantes a una sobreestimación del recaudo tributario.
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Ante este escenario, el Ministerio de Hacienda publicará en las próximas semanas la actualización del Plan Financiero 2025, que revisará los supuestos fiscales y revelará el cierre preliminar de 2024. Este documento será clave para evaluar el cumplimiento de la Regla Fiscal y ajustar las expectativas de ingresos y gastos.
Además, el Gobierno anunció un borrador de plan de austeridad que incluye medidas como la reducción de gastos en contratos de prestación de servicios, la racionalización de horas extras y recortes en la publicidad estatal. Estas acciones buscan mitigar el déficit fiscal, que se ha agravado por la caída en el recaudo y los fallos judiciales.
Para 2025, la clave estará en ajustar los supuestos fiscales a la realidad del país y en implementar reformas que fortalezcan la captación de ingresos sin comprometer la sostenibilidad de las finanzas públicas.
La experiencia de 2024 debe servir como una lección: sin cambios profundos en la estructura tributaria y una mayor eficiencia en la recaudación, los niveles críticos de caja y déficit seguirán siendo una constante.
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