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Los precios al consumidor de Estados Unidos subieron en enero más de lo esperado, lo que envió la tasa de inflación anual a un nuevo máximo de cuatro décadas y agregó más urgencia a los planes de la Reserva Federal para comenzar a elevar las tasas de interés.
El índice de precios al consumidor subió un 7,5 % con respecto a un año antes luego de un alza anual de 7 % en diciembre, según datos del Departamento del Trabajo publicados el jueves. El indicador de la inflación aumentó 0,6 % en enero con respecto al mes anterior, lo que refleja amplias alzas, incluidos costos más altos de los alimentos, la electricidad y la vivienda.
Excluyendo los volátiles componentes de los alimentos y la energía, los llamados precios básicos avanzaron un 6 % frente al mismo mes del año pasado, también la mayor alza desde 1982, y un 0,6 % con respecto al mes anterior.
Los rendimientos del Tesoro de EE.UU. subían y los futuros de acciones bajaban tras el informe. Los economistas proyectaron un aumento interanual de 7,3 % en el IPC y un alza de 0,4 % con respecto a un mes antes, según la mediana de las estimaciones de una encuesta de Bloomberg.
Los datos refuerzan las intenciones de la Fed de comenzar a subir las tasas el próximo mes para combatir las presiones inflacionarias generalizadas y podrían llevar a los mercados a esperar medidas aún más agresivas por parte del banco central. El aumento constante de los precios ha mermado las alzas salariales recientes y disminuido el poder adquisitivo de las familias estadounidenses, dejando casi sin fuerza lo que ha sido una excepcional recuperación de la economía de EE.UU.
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Antes de la reunión de la Fed del 15 y 16 de marzo, los encargados de política monetaria también tendrán en sus manos el IPC de febrero y los informes de empleo.
La elevada inflación es la mayor preocupación para la Reserva Federal estadounidense, como admitió recientemente el presidente de la Fed, Jerome Powell, aunque este organismo aún no se ha decidido a subir los tipos de interés para tratar de frenar la fuerte subida de precios.
Así, la Fed volvió a dejar sin cambios los tipos de interés, que están en un rango de entre el 0 % y el 0,25 %, pero adelantó que la subida de los tipos se producirá pronto, posiblemente en marzo.
El rápido aumento de la inflación se reduce en gran parte al desajuste entre la oferta y la demanda. Con la ayuda de un enorme estímulo gubernamental, un aumento en las compras de los hogares puso bajo presión a las fábricas y cadenas de suministro globales. Las limitaciones de capacidad de los productores estadounidenses que intentaban aumentar la producción empeoraron debido a una menor cantidad de mano de obra disponible.
El pasado 21 de enero, en su intervención virtual en el Foro de Davos, la secretaria del Tesoro de EE.UU., Janet Yellen, reconoció que la elevada inflación es un motivo de “preocupación válido”, pero pronosticó que “remitirá sustancialmente” ante la esperada subida de tipos de interés por parte de la Fed.
Pese a destacar el buen momento del mercado laboral estadounidense y el fuerte crecimiento del producto interior bruto, Yellen admitió que “la inflación es un motivo válido de preocupación”, y señaló que “supera cualquier aumento que debería producirse normalmente de un mercado laboral con una tasa de desempleo del 3,9 %”.
Como causas del alza de precios, la secretaria del Tesoro apuntó al “pronunciado cambio del gasto hacia los bienes desde los servicios” y “a los cuellos de botellas en las cadenas de suministros globales provocados por la pandemia” que están frenando la producción de automóviles.
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Las reacciones políticas
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, reconoció este jueves que la subida de los precios -el 7,5 % interanual en enero- es “elevada”, pero justificó su optimismo en los pronósticos de que la inflación se moderará “de forma sustancial” a finales de este año.
“Lo de hoy es un recordatorio de que la presión sobre el presupuesto de los hogares estadounidenses está creando dificultades reales para poner comida en la mesa, pero también hay señales de que lograremos superar este reto”, indicó Biden en un comunicado.
Por su parte, el líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, culpó a los demócratas de la inflación y la atribuyó al plan de estímulo que el Congreso aprobó el pasado año por iniciativa de Biden y que supuso una inyección a la economía de 1,9 billones de dólares para paliar los efectos de la pandemia.
Ese plan, afirmó el republicano, ayudó a los estadounidenses con el envío de cheques a sus casas, pero a cambio se han disparado los precios y ahora las “familias trabajadoras” no pueden hacer frente a gastos básicos.
“Esto es el resultado directo de las políticas liberales”, arremetió McConnell.