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El cambio en la tasa de interés del Banco de la República tendrá veredicto mañana. Tras los contratiempos arancelarios con Estados Unidos, las presiones en la inflación advierten una amenaza para las intenciones de recorte que busca el Gobierno desde hace meses.
El objetivo de la reactivación económica, sin embargo, no es ajena para el Emisor, pero desde su independencia mantiene con cautela su único objetivo de este año: reducir la inflación a 4,1 % —aunque en octubre estimó que rondaría el 3 %—.
Mañana, la junta directiva se reunirá por cuarta ocasión, esta vez en un contexto donde la única certeza es la incertidumbre —tanto internos como globales—. En la balanza, la inflación que cede, pero aún no convence; el dólar volátil; el petróleo en caída, y un déficit fiscal que amenaza con desbordar la regla.
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Con ese telón de fondo, todo apunta a que el banco central mantendrá su tasa de intervención en 9,5 %, en una decisión reñida, dividida y políticamente cargada, según Corficolombiana y Bancolombia.
La decisión, más allá de lo técnica, refleja el pulso dentro del Emisor, con cuatro de los siete codirectores afines a consolidar la desinflación; y por el otro lado, tres miembros, incluyendo al ministro de Hacienda Germán Ávila, que buscan una reducción en favor de aumentar el consumo y la inversión para impulsar el crecimiento.
Desde marzo, la inflación anual retomó su senda descendente y cerró en 5,09 %, después de cuatro meses sin ceder. Según Corficolombiana, la variación del IPC en abril podría llevar la cifra a 4,97 %, el nivel más bajo desde octubre de 2021. Pero el mercado no compra del todo ese optimismo, ya que las expectativas de inflación para diciembre aumentaron de 3,91 % a 4,59 %, según la encuesta del propio Banrep.
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La encuesta de Citi, por su parte, refleja una reducción de tasa prudente, cercana a 9,45 % en promedio. El informe, que incluye a 24 entidades financieras encuestadas, se mantiene restrictiva.
- ANIF, Citi, Bancolombia, Itaú, Banco de Bogotá y Corficolombiana mantienen la tasa en 9,5 %.
- Moody’s Analytics, Grupo Bolívar, Credicorp y Colfondos la reducen a 9,25 %.
Detrás de esa desconfianza están los desajustes fiscales. El déficit acumulado del Gobierno ya va por 1,7 % del PIB a febrero, y las metas de cerrar el año en 5,1 % lucen cada vez más frágiles. Fitch Ratings alertó sobre el deterioro estructural de las finanzas públicas, y el FMI suspendió la Línea de Crédito Flexible hasta que el gobierno presente un plan creíble de ajuste.
Así las cosas, podría no haber espacio para el relajo monetario sin disciplina fiscal.
La tensión se amplifica con el ruido externo. La nueva ola proteccionista encabezada por Estados Unidos —aranceles, retaliaciones y amenazas cruzadas— ha devaluado monedas emergentes, disparado la prima de riesgo y encarecido el crédito. Colombia no es la excepción. La depreciación del peso, la caída del Brent a US$65 y la subida de los TES reflejan ese nerviosismo (y más con la emisión histórica de US$3.800 millones).
En este contexto, una baja de tasas podría alimentar nuevas presiones cambiarias y comprometer el control inflacionario.
No obstante, el grupo minoritario insiste: si no ahora, ¿cuándo? La actividad económica se acelera (2,96 % interanual desestacionalizada en febrero, según el ISE del DANE), la inflación general retrocede, y el empleo —aunque de calidad desigual— se mantiene firme. En marzo, el desempleo urbano rondó 9,5 %, una de las cifras más bajas desde 2017. Incluso las importaciones crecieron 10,5 % en febrero, impulsadas por el consumo y la recuperación del comercio minorista, como señala Bancolombia.
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Pero los riesgos siguen pesando más que las señales. Tanto Corficolombiana como Bancolombia coinciden en que esta no será la reunión del giro. El diagnóstico coincide en que la política debe seguir siendo contractiva por ahora, como garantía de estabilidad, con un posible recorte en junio si la inflación sigue a la baja.
Ahora bien, las tasas altas tiene costos en créditos caros, inversión ralentizada y menor dinamismo. Aun así, la credibilidad y estabilidad están en entredicho por el FMI.
Si la decisión es la inacción, la tensión del Gobierno con el Banco de la República no solo seguirá en crítica, sino que pasará una de dos: reactivación o prevención de riesgos. ¿Qué sucederá?
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