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El 2025 no arrancó con el estruendo de un repunte económico espectacular. Pero tampoco con el silencio de una economía a paso tortuga. Lo que se percibe, según el más reciente informe de Bancolombia, es una sinfonía sectorial contenida, casi susurrada, en la que algunos instrumentos suenan más afinados que otros.
Agroindustria, comercio y entretenimiento llevan la batuta, marcando el compás de una recuperación que parece preferir la solidez.
En un documento que analiza 108 subsectores con lupa, la entidad dibuja el mapa de una economía que se mueve por ciertos sectores clave, mientras otros, antes la base económica del país, resuenan en hierros con falta de aceite.
El café, el consumo de los hogares y los hábitos culturales están haciendo más que muchas políticas públicas —por más noble que parezcan—.
Cabe anotar que en febrero, la economía creció 1,77 % frente al mismo mes de 2024, y si se eliminan los efectos estacionales, el crecimiento fue de 2,96 %. El Banco de la República prevé un crecimiento en 2025 de 2,6 % y una inflación de 4 %.
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La economía se riega por el campo
Si el 2024 fue el año del agro, con un crecimiento de 8,1 % y un cuarto trimestre que cerró en 6,5 % real anual, el 2025 parece más mesurado: la proyección es de 3,9 %. Pero ese número, lejos de ser una mala noticia, sigue por encima del 2,6 % proyectado para la economía en general, una cifra que habla de resistencia, en un entorno que no se presenta particularmente favorable con los ecos arancelarios.
¿Por qué no repetir la hazaña del año anterior? En parte porque el café, que creció 22,5 % en 2024, se está acercando a su techo técnico: la producción estimada bordea los 14,8 millones de sacos, un volumen similar al de 2019, justo antes de que el clima se convirtiera en el principal antagonista del caficultor.
Según la Federación Nacional de Cafeteros (FNC), la producción entre abril de 2024 y marzo de 2025 alcanzó los 14,9 millones de sacos, la más alta en dos décadas.
Además, la incertidumbre comercial con Estados Unidos y los aranceles —que hoy son de 10% para Colombia, pero sin garantía de estabilidad— representan una amenaza latente para las exportaciones agrícolas.
Sin embargo, hay señales internas que oxigenan: la industria de alimentos procesados muestra síntomas de mejoría, impulsando una producción agrícola y pecuaria cada vez más orientada al consumo local. Menos “glamour” internacional, pero más estabilidad doméstica.
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Colombia incrementa de manera importante sus exportaciones de café en el primer trimestre de 2025
— German Bahamon Jaramillo (@GermanBahamon) April 30, 2025
En ese periodo Colombia exportó 3,59 millones de sacos de 60 kg de café, registrando un crecimiento del +20,1% frente al mismo periodo de 2024.
Colombia envía de esta manera un… pic.twitter.com/f8DJC9AGES
El consumo no se rinde
Lo que no cambia, y parece que no lo hará en el corto plazo, es el protagonismo del gasto de los hogares. Con una participación histórica de 76 % en el PIB a finales de 2024, el consumo sigue siendo el timón de la economía.
Un dato que puede leerse de dos formas: como muestra de una sociedad que mantiene su capacidad de compra pese a las turbulencias, o como síntoma de una economía que aún depende demasiado del bolsillo de las familias, y que podrá reactivarse con la reducción de tasas del Banco de la República a 9,25 % en su última reunión.
Las remesas, un mercado laboral con señales de resiliencia y un aparato comercial que ha sabido leer las preferencias culturales del consumidor —más servicios, más experiencias, menos bienes duraderos— han sostenido este ritmo. En 2025, se espera que esta dinámica continúe en 2,2 %, con un comercio de bienes que sorprendió al alza al cierre del año pasado y que podría seguir dando señales de reactivación.
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Infraestructura: el asfalto vuelve a calentar motores
Tras dos años de freno, las obras civiles por fin parecen retomar ritmo. Para 2025, se proyecta un crecimiento del 3,8 % en el sector, impulsado por proyectos estratégicos como el metro de Bogotá, las concesiones 5G y la inversión departamental en vías terciarias.
Es una cifra que no solo supera el promedio de la economía, sino que reconfigura la relación entre el Estado y la inversión productiva, que tiene un efecto dominó a largo plazo.
Vivienda: entre ventas y dudas
El sector vivienda también tiene su propia historia. Para este año se esperan ventas de cerca de 165.000 unidades, un crecimiento de 11% frente a 2024.
Pero la cifra oculta una tensión, ya que mientras las ventas crecen, las iniciaciones de obra caen. Con apenas 127.000 unidades proyectadas —una contracción de 9%—, el sector aún no logra romper la inercia de la desconfianza.
La gente compra lo que ya está en planos, pero los constructores no arrancan proyectos al mismo ritmo.
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De acuerdo con el más reciente informe de la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol), el arranque de año deja un sector constructor que, aunque sigue siendo motor de la economía colombiana, ha sido golpeado por algunas dinámicas.
Según el gremio, las ventas de vivienda nueva bajaron 4,5 % en comparación con el primer trimestre de 2024. Así las cosas, las unidades vendidas aún no repuntan, pues desde el segundo semestre de 2022 vienen disminuyendo.
Aun así, Camacol señala que el nivel actual de ventas se ha mantenido relativamente estable en los últimos 18 meses, alrededor de 140.000 a 150.000 unidades al año.
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Petróleo y Gobierno: motores apagados
En contraste con los sectores que empujan, hay otros que apenas arrastran.
El petróleo —cuya producción caería a 749.000 barriles por día, 3% menos que en 2024— está atado de manos por los bajos precios y la inseguridad territorial. Y el gasto público, limitado por la necesidad de disciplina fiscal, también cede terreno.
Por su parte, la Cámara Colombiana de Bienes y Servicios de Petróleo, Gas y Energía (Campetrol), señaló:
- La producción promedio de petróleo fue de 772,7 KBPD, 0,6 % menos que el año anterior.
- La producción de gas en 2024 fue de 958,8 millones de pies cúbicos por día, 9,5 % menos que en 2023. El año pasado en promedio se importó 214,1 millones de pies cúbicos para las térmicas, un aumento de 166 % frente a 2023.
El gremio apuntó que, en caso de que el Brent continúe en los US$60, es probable que sea necesario cerrar algunos campos, pero todo dependerá del punto de equilibrio que tenga cada uno.
Las actividades de administración pública, salud y educación no tendrán, esta vez, el rol expansivo que han jugado en otros ciclos, según Bancolombia.
El crédito, con paso cauteloso
El sistema financiero, por su parte, camina con paso medido. Se anticipa una expansión real de la cartera de 1,7%, impulsada sobre todo por el segmento de consumo.
Pero lo interesante está en la calidad: hay una mejora visible, reflejo de una ciudadanía que, pese a todo, sigue pagando. Un síntoma de salud en tiempos de incertidumbre.
Ahora bien, la tasa de usura subió a 25,97 % efectivo anual, fijado por la Superintendencia Financiera. Es el tercer aumento consecutivo en lo que va del año y marca una alerta para los hogares endeudados.
El problema de la tasa de usura es su efecto compuesto cuando se realizan compras grandes o se paga solo el “mínimo” mes a mes, ya que los intereses crecen como nieve en picada.
¿Reactivación? Sí, pero sin fuegos artificiales.
Lo que muestra este informe no es una recuperación espectacular ni homogénea, sino un proceso de múltiples velocidades. Un país donde el agro empuja, el comercio aguanta, la vivienda duda, el petróleo se retrae y el crédito observa.
Más que una explosión, es un goteo. Pero uno que, si sigue constante, podría ser más sostenible que cualquier burbuja de corto aliento.
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