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Casi un millón de puestos de trabajo se han creado en lo corrido de 2025. Detrás de ese número, sin embargo, hay una grieta estructural: 78 % son informales. Mientras las cifras de desempleo caen, el mercado laboral parece sostenerse sin derechos y garantías mínimas.
Semáforos, esquinas de cuadra, puentes peatonales, mercados clandestinos, allí, en la Colombia informal, es donde el empleo crece. No en las oficinas o talleres con seguridad social garantizada. Colombia trabaja más, ciertamente, pero con menos seguridad social.
La telaraña de la problemática se pega en la falta de oportunidades y opciones de trabajo, ante una necesidad de concebir empleo de calidad.
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En los últimos 25 años, Colombia ha logrado reducir gradualmente su tasa de informalidad laboral urbana, pasando de 60,5 % en 2001 a cifras cercanas a 48 % en 2015, según datos del DANE. Pero esta tendencia de formalización ha enfrentado estancamientos y retrocesos en coyunturas económicas clave como la pandemia y las reformas laborales truncadas.
A 2025, la cifra de informalidad durante el primer trimestre alcanzó 57,2 %, la primera vez en cinco años que la tasa aumenta en este mismo periodo, tras cuatro trimestres de arranque de año consecutivos de caída, según las cifras del DANE.
Basta con rascar la superficie para revelar el crudo panorama del mercado laboral.
El terremoto empezó en 2020. La pandemia paralizó la economía y empujó la tasa de desempleo hasta 21 %. La recuperación, por supuesto, ha sido lenta y selectiva. Después de una contracción del Producto Interno Bruto (PIB) en 2020 de -7,2 %, el rebote fue de 10,8 % en 2021 y 7,3 % en 2022.
Un año después, la economía se enfrió —creció apenas un 0,7 %—, arrastrada por la inflación, el alza de tasas y la caída de la inversión. El mercado laboral quedó rezagado con un desempleo en 10,2 %.
En 2025, con un crecimiento más decente del PIB (2,7 %), el empleo repuntó. La economía creó casi un millón de nuevos puestos en un solo trimestre. Aunque 78 % de ese total en la sombra larga de la informalidad, según un informe de Corficolombiana.
“Las cifras indican que la administración pública y la industria son los únicos sectores que han mostrado una dinámica significativa de generación de empleo formal, mientras que sectores como alojamiento, agricultura y comercio, han liderado la creación de ocupaciones informales”, señala el documento.
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La tasa de informalidad nacional llegó a 57,2 % en los primeros tres meses del año. Esto no solo significa que las personas trabajan sin un contrato, sino que están por fuera del sistema de pensiones, salud y riesgos laborales.
Pero ¿cómo se explica la informalidad? Según Corficolombiana, este fenómeno no es una elección libre ni un reflejo cultural, sino la “consecuencia de las condiciones que impone el diseño de las reglas laborales en los costos salariales y no salariales, y la baja productividad”. Es decir, los altos costos laborales, la rigidez de un sistema que desincentiva la formalización y la baja productividad son los pilares que hacen inviable sostener empleos regulados.
En medio de este panorama, el Gobierno se propuso impulsar una fallida consulta popular en el Congreso, que volvió a presentar hoy, mientras se revive el debate de la reforma laboral. Pero los analistas de Corficolombiana señalan que la propuesta puede tener efectos contrarios al aumentar costos y rigidez sin mejorar la productividad, ni simplificar los procesos de formalización.
En otras palabras, encarecer la formalidad sin hacerla más atractiva, de acuerdo con el informe.
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¿Dónde hay más informalidad en Colombia?
En Sincelejo, la capital del departamento de Sucre, casi siete de cada diez trabajadores son informales (68,9 %). Riohacha y Valledupar le siguen de cerca, con 64,8 % y 64,4 %, respectivamente.
En el otro extremo están Manizales (35,1 %), Pereira (38,1 %) y Bogotá (38,2 %), donde los índices son comparativamente menores, aunque no exentos del fenómeno. Aun en la capital del país, más de un tercio de quienes trabajan lo hacen por fuera del radar de la legalidad laboral.
Jóvenes con más empleo
Hay un dato que no suena mal: la tasa de ocupación juvenil subió. Para el primer trimestre de 2025, 45,9 % de los jóvenes entre 15 y 28 años estaba trabajando, dos puntos porcentuales más que hace un año.
Pero el matiz aparece al mirar más allá del número. Ese aumento vino, sobre todo, de quienes se lanzaron a rebuscársela por cuenta propia.
Aunque el desempleo juvenil bajó de 20 % a 17,1 %, la informalidad sigue siendo la autopista más transitada para empezar a trabajar.
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