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Los precios del petróleo perdieron fuerza el viernes, con los operadores pesimistas ante la perspectiva de un aumento de la producción de la Opep+ y atentos a una caída de la demanda china.
El precio del barril de crudo Brent del mar del Norte, para entrega en julio, bajó un 1,35 %, hasta US$61,29.
Su equivalente estadounidense, el barril de West Texas Intermediate, para entrega en junio, bajó un 1,60 % a US$58,29 .
“El crudo sigue bajo presión debido a un posible aumento de la producción de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus aliados (Opep+) y a los temores sobre la demanda mundial, en particular en China”, resumió a la AFP Jay Hatfield, de Infrastructure Capital Advisors.
Lo cierto es que las noticias desde el lado de la OPEP son apenas la cereza de un pastel amargo y nada agradable, que se viene cociendo hace meses.
El crudo ha perdido alrededor de 18 % este año —y el mes pasado tocó brevemente su mínimo en cuatro años— debido a que la apuesta de la administración Trump por reformar el sistema comercial mundial avivó los temores de que la demanda de energía caiga.
Esto se da en medio de preocupaciones por el lado de la demanda de la ecuación, que desde principios de año se veía algo más débil de lo esperado, pero cuyas perspectivas han empeorado en medio del descalabro global que introdujo Trump con su política arancelaria.
En general, estas son malas noticias para la economía colombiana, que en buena parte depende de las ventas de petróleo para mantener a flote sus finanzas a través de las ventas que realiza Ecopetrol (cuyo principal accionista es la Nación).
En el más reciente Plan Financiero del Gobierno, se proyectaba el precio del petróleo por encima de los US$74 para que la salud financiera del país se mantuviera estable. Esto es US$13 menos por cada barril de Brent que vende Ecopetrol, una diferencia notable y preocupante.
La llegada de este escenario se da en un mal momento para las finanzas del país, que pasan por un momento de tensión por la baja en ingresos (especialmente los tributarios), versus el nivel de gasto del Estado.
Esta tensión ha llamado la atención de entidades como el FMI, que está evaluando si le corta el acceso al país a la línea de crédito flexible que tiene habilitada desde 2009, pero que sólo se usó en 2020, por cuenta de la pandemia.
Ante este panorama, diversos analistas han advertido que el Gobierno deberá efectuar un nuevo recorte presupuestal para poder ajustar las cuentas sin llevarse por delante la regla fiscal y manteniendo la credibilidad del país ante los inversionistas extranjeros.
En su más reciente informe, el Comité Autónomo de la Regla Fiscal (CARF) aseguró que el recorte presupuestal debe ser de unos $46 billones.
Para este año, el Gobierno espera que el déficit fiscal cierre en 5,1 % del PIB, una meta que se ve lejana en este momento. En 2024 este indicador se ubicó en 6,8 % del PIB, el peor registro en una década (sin contar los años de pandemia, claro está).
¿Qué está haciendo la OPEP con los precios del petróleo?
Los principales países de la OPEP+ están debatiendo la posibilidad de realizar otro aumento de la producción de aproximadamente 400.000 barriles diarios en junio, antes de la videoconferencia del sábado en la que se fijará la política, según informaron los delegados.
El grupo liderado por Arabia Saudita y Rusia sorprendió a los operadores petroleros el mes pasado con un aumento de 411.000 barriles diarios, el triple de lo previsto inicialmente, en un aparente intento por disciplinar a sus miembros que producen en exceso. Están considerando hacer lo mismo el mes que viene, según los delegados, que pidieron no ser identificados, ya que las conversaciones son privadas.
Esta medida estaría en línea con las expectativas de los operadores de crudo. A pesar de la caída de los precios, que el mes pasado se desplomaron hasta alcanzar su menor nivel en cuatro años, por debajo de los US$60 por barril, los rezagados de la coalición OPEP+, como Kazajistán, han hecho pocos esfuerzos por corregir su comportamiento.
Probablemente, la medida también sería bien recibida por el presidente Donald Trump, quien ha pedido a la Organización de Países Exportadores de Petróleo que reduzca los costos del combustible y tiene previsto visitar Medio Oriente este mes. Trump celebró la caída de los precios de la gasolina en una publicación en las redes sociales el viernes.
Aún no se ha tomado una decisión definitiva sobre la producción de junio, y el ministro de Energía saudí, Abdulaziz bin Salman, se ha ganado la reputación de dar sorpresas de última hora.
En los últimos días, Riad había señalado a figuras de la industria petrolera que tiene capacidad para soportar una prolongada recesión del mercado, lo que ha desatado especulaciones sobre lo que podría revelar exactamente.
La caída de los precios amenaza a las empresas petroleras, incluidas las productoras de esquisto de Estados Unidos, que han advertido de que no podrán obedecer el llamado de Trump a “perforar, perforar y perforar” hacia una nueva era de dominio energético estadounidense. También supone un duro golpe para los miembros de la OPEP+, incluidos los propios saudíes.
El reino ya se ha visto obligado a recortar la inversión en proyectos fundamentales para los planes de transformación económica del príncipe heredero Mohammed bin Salman, como la ciudad futurista de Neom. Las perspectivas para los países de Medio Oriente fueron rebajadas la semana pasada por el Fondo Monetario Internacional, que estima que Riad necesita que los precios del petróleo superen los US$90 para cubrir el gasto público.
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