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Una economía se quema a fuego lento. El monto fiscal generado por los subsidios de gas en Colombia se estima en $1,3 billones para 2024 y $1,5 billones para 2026. Así lo advierte el gremio del sector, Naturgás, que detalló que el aumento en el costo de los subsidios ha sido, en parte, por el aumento del gas importado.
Con el Gobierno rascando la olla del presupuesto para cumplir con sus promesas, el gas para los estratos 1 y 2 está en riesgo.
Cada vez que tres de cada cinco hogares colombianos encienden su estufa a gas, también se prende un fósforo que consume los recursos fiscales. Lo que por años fue un símbolo de inclusión energética con una factura de bajo costo, el gas enfrenta un dilema crudo: el subsidio que lo sostiene se ha vuelto fiscalmente inviable para los estratos bajos.
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El gas natural ha calentado las cifras del presupuesto nacional a lo largo de los años. Según un informe de Fedesarrollo, en 2005, los subsidios para los estratos más vulnerables costaban $190.000 millones. Hoy, superan los $1,4 billones. Un aumento de 642 % en dos décadas.
Uno de los motivos ha sido el incremento del número de usuarios, que pasó de 3,6 billones en 2005 a 11,5 millones en 2024, un salto de 219 %. Uno de cada tres pertenece a los estratos 1 y 2.
En contraste, las contribuciones que deberían compensarlos –provenientes de estratos altos y ciertos sectores económicos– apenas crecieron 157 %. El resultado es un déficit anual cercano al billón de pesos, que el Estado debe cubrir para evitar que los hogares más pobres paguen tarifas completas.
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El debate, sin embargo, es complejo: mientras el modelo busca aliviar la pobreza, su sostenimiento amenaza con drenar recursos en contra de su propia supervivencia.
“El gobierno no solo debe pagar el saldo pendiente por subsidios a las compañías de gas, sino migrar a una solución de punto final para evitar la reproducción del déficit entre contribuciones y subsidios, que es insostenible”, explican los analistas del informe.
Pero ¿cómo se expandió el éxito? El GLP y el gas natural reemplazaron combustibles peligrosos como el cocinol y el carbón, sobre todo en hogares de estratos 1 y 2. Un cambio de vida.
Pero el éxito vino con un costo creciente que implicó más gasto en subsidios, con base en un modelo de financiamiento que cobra una sobretasa de 20 % a los estratos 5 y 6, que apenas representan 5 % del total de usuarios.
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El gas importado
Si la ecuación fuera solo entre usuarios y tarifas, ya sería compleja. Pero hay un factor adicional que amenaza con desbordarla: el agotamiento de las reservas nacionales de gas, señala el informe.
En doce años, Colombia pasó de tener 5.727 giga pies cúbicos a solo 2.064. Una caída de 64 %. Y hacia 2026, ni siquiera sumando el gas importado se cubrirá toda la demanda proyectada.
“El gas importado, además de ser insuficiente para suplir el déficit local por el tamaño de la planta de regasificación en la Cartagena, tiene precios que pueden ser hasta tres veces superiores al del gas nacional”, advierte el informe.
Una molécula de gas nacional cuesta entre US$2.80 y US$7.50 por MBTU. El importado, entre US$14.96 y US$18.39. Esa diferencia brutal eleva los costos del servicio, y por lo tanto, los subsidios. Si la mitad del gas consumido fuera importado, el déficit subiría en $360.000 millones más. Si toda la oferta fuera externa, la carga fiscal se dispararía en $720.000 millones adicionales.
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El patrón consumo
Otro detalle clave, según el informe, es el desgaste del sistema: los hogares subsidiados consumen más. En promedio, los estratos 1 y 2 usan más gas que los estratos medios, incentivados por la factura reducida. Es un patrón en forma de “U”: alto consumo en los extremos socioeconómicos, bajo en la clase media que no recibe subsidio ni tiene poder adquisitivo alto.
Esto genera una distorsión que castiga a los estratos 3 y 4 y refuerza el desequilibrio económico de todo el modelo.
“Los estratos 1 y 2 consumen más debido a los subsidios, los estratos 3 y 4 consumen menos, y los estratos 5 y 6 presentan un aumento significativo”, detalla el informe.
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Las proyecciones no dan tregua al sector. El cálculo de Naturgás apunta $1,3 billones que se necesitarán para 2025. Y eso sin contar aumentos de demanda, retrasos en pagos estatales o mayores precios del gas importado.
Mientras tanto, el recaudo de impuestos cayó 4,36 % entre 2023 y 2024, justo cuando el gasto público creció 6,14 %. Durante este año, por suerte, ha aumentado en 9 %, pero está tan lejos de la meta fiscal de $298 billones que se hará una reforma tributaria para conseguir $19 billones.
Las empresas que prestan el servicio comienzan a acumular deudas por subsidios no pagados a tiempo. El sistema, como una cañería forzada, está al borde del colapso.
El informe concluye con replantear los principios, la fórmula de los subsidios. ¿Es hora de focalizar más, de exigir eficiencia energética, de modernizar los mecanismos de los subsidios? La respuesta está a una llama de distancia.
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