Imagen de referencia.
Foto: El Espectador - José Vargas
La escena es familiar para miles de residentes de conjuntos residenciales: la asamblea anual de copropietarios. Entre quejas por las gracias de mascotas, música a deshoras y cuotas de administración cada vez más altas, alguien levanta la mano para preguntar por qué la piscina lleva semanas cerrada.
Otro vecino exige que se explique el costo del gimnasio, que siempre aparece con alguna máquina dañada, y alguien más reclama que ya es hora de cambiar algo en el sauna del conjunto, porque huele a moho desde hace rato.
El administrador, con el mismo...

Por Daniel Felipe Rodríguez Rincón
Comunicador Social y Periodista. Desde 2017, se ha desempeñado en diferentes medios de comunicación colombianos.@DanfeRodriguezdrodriguez@elespectador.com
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