Si a principios del siglo XXI un colombiano quería estudiar un doctorado en nuestro país no tenía muchas opciones para elegir. La escasa baraja de oportunidades solía conducirlo a buscar un programa de estudios en el exterior. De hecho, entonces, solo había 1,5 doctores por cada millón de habitantes en Colombia. Era una situación que, poco a poco y con la suma de varios esfuerzos, empezó a cambiar: en 2016 había 12,6 doctores por millón de habitantes, una cifra aún muy baja en comparación con otros países. En Brasil había 92; en México, 48,6, y en Chile, 38. (Lea Acoso escolar en Manizales: estudiante casi termina empalado por sus compañeros)
¿Por qué ese rezago? ¿Qué se ha hecho bien y en qué ha fallado el país? ¿Ha sido útil y suficiente el impulso que se ha hecho para promover el estudio de doctorados? ¿Cuál es el panorama actual de ese grupo de personas que decidieron dedicar varios años a la investigación académica? (Lea Abren becas para estudiantes de zonas rurales de Colombia. Así puede aplicar)
Algunas de esas preguntas se las formuló un grupo de investigadores, conformado por Jairo Núñez, Carlos Castañeda, Juan Castillo, David Forero, Nicolás Martínez, Jairo Núñez y Olga Téllez. Sus resultados los presentaron hace poco en un documento publicado por la Fundación para la Educación Superior y el Desarrollo (Fedesarrollo), que sintetiza el escenario de los “doctorados” y “doctores” en Colombia y contrató el Ministerio de Ciencias.
Entre sus hallazgos encontraron cosas inquietantes. Además de las cifras bajas en doctores por millón de habitantes, la proporción de recursos orientados a actividades de ciencia, tecnología e innovación (ACTI) suele ser muy baja. Por ejemplo, observaron que mientras en 2016 ese monto equivalió al 0,69 % del PIB, en otros países la suma es mucho mayor: Costa Rica (2,08 %), El Salvador (1,88 %) y Estados Unidos (2,74 %).
Este informe, que por título lleva “Evaluación de impacto de la política de formación de capital humano de alto nivel: programa de créditos condonables de doctorado 1992-2018”, analiza cómo van las políticas públicas sobre la formación de profesionales de alto nivel que el Ministerio de Ciencias, Tecnología e Innovación (antes Colciencias) ha desarrollado desde hace tres décadas en el país. Desde 1992, a través del programa de Formación de Alto Nivel, esta institución ofrece a los colombianos créditos educativos con posibilidad del 100 % de condonación para realizar estudios de maestrías y doctorados en las mejores universidades del mundo y del país.
No todos los datos son desalentadores, señala Fedesarrollo. Las personas que acceden a un doctorado a través de los programas del Minciencias cuentan con mejores condiciones laborales. Más del 93,6 % están empleados y el 95 % tiene un empleo formal. De los seis mil beneficiarios que consultó Fedesarrollo, encontraron que el 86,4 % trabaja en la academia, mientras que en el sector empresarial y en el sector público está el 6,81 y 6,76 % respectivamente.
El objetivo de estos programas es la formación de profesionales de alto nivel para generar nuevo conocimiento e impulsar la investigación, el desarrollo y la innovación a escalas nacional y regional.
Para realizarlos, hoy el Gobierno puede otorgar hasta $400 millones a cada candidato de acuerdo con el país o la región de destino y el costo del programa de estudios. Esto incluye la matrícula anual, el sostenimiento mensual, el seguro de salud y los tiquetes aéreos por una sola vez.
“La formación de doctores ha impactado en las distintas áreas del conocimiento de manera positiva debido a que incrementa la calidad de la investigación y aumenta la competitividad y el bienestar social y ambiental. Se han desarrollado avances importantes que han mejorado los procesos en áreas como las ciencias agroalimentarias y las ciencias médicas por medio de la innovación”, afirmó en el comunicado de prensa el ministro de Ciencia, Tito Crissien.
¿Cómo está la formación doctoral en el país?
Según la Encuesta de Desarrollo e Innovación Tecnológica (EDIT) 2017-2018, en Colombia hay 2.092 doctores que se encuentran vinculados a dos sectores productivos. El 13,9 % (291) está en el sector industrial y se dedica a la elaboración de productos (23,4 %), fabricación de sustancias y productos químicos (15,8 %), y fabricación de productos farmacéuticos y medicinales (15,8 %). Mientras que el 86,1 % (1.802) restante desarrolla actividades relacionadas con atención a la salud humana (38,5 %) y a la investigación y el desarrollo (26,4 %).
De hecho, una de las condiciones que asegura la calidad de la educación de los beneficiarios es que los admitidos deben estudiar programas de doctorados en una universidad ubicada en las primeras posiciones del Ranquin General de Shanghái 2019 o el QS World University Rankings 2019, dos listas de clasificación internacional que evalúan a las mejores instituciones del mundo.
En cuanto a los programas de estudio que ofrecen doctorados, también hubo un aumento significativo: de ocho programas en 1993 se pasó a 382 en 2019. También, señala el informe, los beneficiarios de los apoyos de Minciencias reciben en promedio $3,5 millones anuales más de ingresos y publican tres artículos adicionales en comparación con sus pares.
“Estos impactos traídos a valor presente representan una tasa interna de retorno (TIR) del 5,9 % sobre los beneficiarios directos. Esto sin tener en cuenta los efectos indirectos que el programa tiene sobre el SNCTI ni sobre el desarrollo económico del país”, explican en el informe. Es decir, la inversión que hicieron en los programas quienes hoy están graduados obtuvo una buena rentabilidad.