Una de las primeras cosas que dice Ismael Peña cuando recibe a El Espectador en una oficina, en el tercer piso de un edificio en el nororiente de Bogotá, es que ya lo pueden llamar rector. “A diferencia de hace unos meses, cuando conversamos, ya es claro que soy el rector de la Universidad Nacional”, dice y sonríe. Luego, toma una llamada de otro académico para recibir una nueva felicitación.
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La decisión que tomó el Consejo de Estado de anular el nombramiento de Leopoldo Múnera como rector de esa universidad, le permitió a Peña retomar el cargo para el que había sido designado en marzo del 2024. Al menos, él está convencido de eso y espera que el próximo miércoles, a las 8 a.m., pueda estar en su oficina en Bogotá para empezar funciones.
Aún no ha hablado con Múnera. Tampoco con el Ministerio de Educación. Pero espera que pueda llevar a cabo un proceso de empalme, sin traumatismos, aunque sabe que aún hay preguntas por resolver. ¿Se podría prolongar su período, ya que no estuvo el primer año en la rectoría?, es una de ellas.
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En esta entrevista responde a esa inquietud, da su opinión sobre la Constituyente que se adelanta en la U. Nacional y explica los cambios que quiere hacer apenas llegue a la universidad pública más grande del país.
Empecemos por la pregunta del millón: tras la decisión del Consejo de Estado, ¿usted ya es el nuevo rector de la Universidad Nacional?
Así es. Yo soy el rector de la Universidad Nacional de Colombia.
El profesor Leopoldo Múnera dijo, en un breve video, que el futuro de la rectoría quedaría en manos del Consejo Superior Universitario. ¿Por qué?
El Consejo Superior es la máxima entidad de la institución que gobierna la Universidad Nacional de Colombia. El Consejo de Estado ha determinado que yo fui nombrado, de manera adecuada, el 21 de marzo, que mi posesión fue correcta, y que el Consejo Superior no tenía competencia para nombrar otro rector, como pasó. Eso significa que yo vuelvo a la rectoría, y se espera que el Consejo Superior Universitario me cite, de aquí en adelante, a las reuniones del Consejo Superior.
¿Cuándo vuelve a rectoría, específicamente?
La sentencia fue emitida ayer. El profesor Múnera fue notificado ayer mismo. Entonces, según el ordenamiento jurídico, se necesitan 72 horas para que la sentencia quede en firme. Eso nos da que el miércoles a las 8 de la mañana yo estoy en funciones.
Esta sentencia del Consejo de Estado cierra una discusión jurídica que venía desde hace un año; no hay segunda instancia, pero, ¿hay algún camino al que pueda acudir el profesor Leopoldo Múnera o no?
No, y él ya dijo que acataba la sentencia del Consejo de Estado.
Usted además pidió acompañamiento de la Procuraduría para el proceso de empalme, ¿por qué?
Estamos en una situación compleja y creo que toda la comunidad universitaria necesita transparencia. Los entes de control nos dan esa transparencia. Hay, por ejemplo, personas que afirman que ha habido malos manejos en algún momento de la administración de la universidad; en la historia de la universidad. Pediremos acompañamiento de la Contraloría General de la República para que revise todo.
El país y la comunidad universitaria tienen que estar tranquilos de que la universidad se va a manejar de manera adecuada, de que todo lo que hacemos es correcto, y por eso el acompañamiento no solo de la Procuraduría, sino que también de la Contraloría.
¿A qué se refiere con que la universidad se encuentra en un proceso complejo?
Es un momento complejo porque nunca en la historia de la universidad habíamos visto una situación como esta. Esto es inédito. Entonces, necesitamos que un ente externo de control, que tiene la autoridad para revisar que lo que hacemos sea acorde a la ley, porque la Universidad Nacional tiene una norma de autonomía administrativa, financiera y académica, consagrada en la Constitución y en las leyes, pero tiene que acatar el ordenamiento jurídico nacional.
¿Ya habló con el profesor Múnera o no?
Aún no, esto ha sido muy pronto, y yo espero que en las próximas horas podamos conversar.
El período suyo a rectoría se terminaría en 2027, ¿correcto?
Yo estoy nombrado en un periodo 2024-2027, pero ya el detalle de si hay alguna afectación será un asunto futuro que miraremos a la luz de la normatividad vigente.
¿Es posible, entonces, que resulte afectado ese período, en el que el profesor Múnera tomó la rectoría por el primer año?
Sí, pero nos toca revisar el detalle. Si es hasta el 30 de abril del 2027, como estaba originalmente establecido, así lo haremos, porque debemos respetar la institucionalidad.
Buena parte de la comunidad de la universidad no está conforme con la decisión que tomó el Consejo de Estado. Incluso, esta mañana la Mesa Constituyente Universitaria también mostró su desacuerdo e, incluso, le pidió al Consejo Superior Universitario que nombrara a un rector encargado mientras inicia un nuevo proceso de elección de rector. ¿Usted qué le dice a esa parte de la comunidad que está en desacuerdo con esta decisión?
En la Universidad Nacional somos 60.000 estudiantes, 3.000 profesores, 3.000 administrativos y casi 400.000 egresados, y es natural que en esa comunidad tan grande haya voces diferentes. Un pequeño grupo de esas voces son las que usted menciona. Esas mesas tuvieron una reunión ayer. Cerca de 40 personas llegaron de 200 y pico que fueron convocadas, y son las que están manifestando eso. Tienen todo el derecho de manifestarse, siempre y cuando lo hagan en el marco de la racionalidad y del espíritu académico y en el marco del espíritu de la ley. Nosotros escucharemos todas las consideraciones, las quejas, los llamaremos para hablar con ellos y buscar cómo construimos un futuro de la Universidad Nacional de manera colectiva.
Nosotros tenemos que pensar en el futuro, pensar en que somos una comunidad y debemos aprender a resolver nuestras diferencias en el marco del Estado de derecho, pero siempre en el marco de la paz, de las reglas de convivencia.
¿No le preocupa que ese sector no legitime su rectoría?
No, porque también sé que hay una gran parte de profesoras y profesores y de estudiantes que, en el día de ayer, en el día de hoy, y durante todo este proceso, han manifestado no su respaldo a José Ismael Peña, sino el respaldo a la institucionalidad. Incluso, en el caso de que el fallo hubiera sido diferente, nosotros lo hubiéramos respetado igual. Es decir, nosotros tenemos que aprender a vivir en un marco normativo, en el respeto a la norma y en los procedimientos legalmente establecidos para cambiarlo.
Entonces, por supuesto que no me preocupa que haya voces contrarias; al contrario, en una universidad son necesarias las voces disonantes para que no nos equivoquemos y construyamos colectivamente la universidad de todos y de todas. No solo de todos los estudiantes, de todos los profesores.
Hay una inquietud que han planteado también varias personas que pertenecen a la comunidad: ¿Qué va a suceder con todos los actos administrativos que firmó el profesor Leopoldo Múnera mientras era rector. ¿Qué va a pasar con los cargos, por ejemplo, de vicerrectores que él designó?
En nuestro aparato normativo, existe lo que se denomina la presunción de legalidad. Es decir, que mientras no haya habido dolo, que aquí absolutamente no lo creo, todo es legal. No hay ningún diploma que el profesor Múnera haya firmado que tenga ninguna duda. No hay ningún contrato que haya firmado que tenga ninguna duda. Es un llamado a que la universidad continúa. Somos una institución muy sólida. Todo continúa. Ha habido un cambio en la dirección, pero los procesos y procedimientos de una institución tan sólida continúan de la misma manera.
¿Cómo está su relación con el Ministerio de Educación?
Hace tiempo que no hablo con las personas del Ministerio, pero he mantenido relaciones muy buenas con funcionarios del Ministerio, que espero que continúen de la misma manera.
¿Qué es lo primero que va a hacer cuando se posesione nuevamente?
Lo primero será trabajar, reunirme con el equipo de profesores y profesoras, de funcionarios, para insistirles en cómo vamos a trabajar de manera dinámica y fuerte en beneficio de la institución y que, a pesar de todos los sentimientos humanos de dolor que pueda haber por estas situaciones, no tenemos que pensar en cosas como una revancha, sino que tenemos, al contrario, que pensar en cómo construimos un pacto de convivencia para que tengamos una universidad mejor.
La Universidad Nacional puede ser el faro que ilumine al país en un momento dramático donde, como colombianos, nos encontramos polarizados. Le podemos dar un ejemplo a la nación de cómo es que se puede construir una nación que se reconstruya después de un proceso de violencia de años y años y tratar de, poco a poco, ir construyendo pactos de real convivencia.
Cuéntenos tres puntos clave de su programa de gobierno de ahora en adelante.
Para nosotros el faro es la academia, las funciones misionales. Nosotros tenemos que trabajar en ese pacto de reconciliación y convivencia. Vamos a dedicar mucho esfuerzo a eso. Pero tenemos también unos retos muy grandes: el reto de repensar la docencia en un momento donde la tecnología nos está revolviendo todo: la IA, las redes, la multipresencia, la creencia errada de muchos estudiantes de que pueden tener dos y tres canales de atención al mismo tiempo. Eso es falso. La concepción errada de que un estudiante puede estar atendiendo una clase mientras atiende otra cosa. Incluso uno ve personas que atienden dos reuniones al mismo tiempo. Nuestro cerebro no está formado para eso.
Pero la Universidad tiene la obligación de repensar una nueva universidad, un nuevo sistema de educación superior que se va a ver afectado drásticamente en los próximos meses por la tecnología. Si no lo repensamos, vamos a tener unos profesionales graduados de manera ficticia que han utilizado herramientas de tecnología sin que por su cerebro haya pasado nada. Ese es un punto importante.
Tenemos otros retos: cómo la Universidad Nacional mejora cada vez más el apoyo en el desarrollo económico de las regiones. Y cómo formamos a los profesionales del futuro inmediato para que ayuden desde sus profesiones a mitigar el cambio climático.
Y cómo, en un momento fiscal crítico, fortalecemos la investigación, que es lo que le ha dado el soporte para que la U. Nacional sea la primera del país y una de las mejores de América Latina.
¿Qué opina de la Constituyente en la Universidad Nacional?
El Consejo Superior ha aprobado una constituyente. Nosotros tenemos, normativamente y por la presunción de legalidad, que continuar con ese proceso. Es natural que nosotros busquemos revisarla. Hay unas quejas muy fuertes de parte de profesores de que la participación en esa constituyente es muy pequeña, que no representa a mucha gente. Entonces un ejercicio primero va a ser evaluar cómo hacemos una consulta o una votación para que, primero, sea la comunidad la que diga si ese proyecto de constituyente deba seguir, o cuáles son los temas que tenemos que discutir. Es que el tema de la elección de rector es importante, pero no es lo urgente. Y seguramente, además de la elección de rector, tenemos que mirar cuál es el futuro real de la U. Nacional, cuáles son los programas académicos del futuro; no podemos estar formando profesionales que, a la vuelta de cinco años, seguramente van a quedar sin ninguna posibilidad de empleo a causa de la tecnología.
No podemos seguir formando profesionales que no tengan una conciencia plena de las consecuencias de su accionar frente al cambio climático, frente al impacto a las comunidades, frente al impacto a la naturaleza. Necesitamos profesionales más sistémicos y con un pensamiento crítico más real.
Si van a hacer un proceso para evaluar si continuar o no con la constituyente, ¿significa que no la apoyan completamente?
Yo diría, más bien, que vamos a hacer un proceso para que toda la comunidad universitaria se vea reflejada en esas discusiones.
¿Usted está de acuerdo con el profesor Múnera en que la democracia en la universidad no es tan fuerte y es un poco débil?
La democracia en todos los sistemas, en la universidad, en el país, en las ciudades, está muy débil. Las personas, por ejemplo, no leen los programas políticos de los candidatos. Votan por pasión, por ideas prehechas y entonces la democracia está en crisis, en cuestionamiento. Nosotros tenemos que rescatar una verdadera democracia donde nos sentemos a discutir, a conversar, con la mente abierta. Y ser capaces de entender que el que opina distinto, de pronto, tiene razón. Si seguimos como estamos, la democracia se va a ser agua. No solo en la U. Nacional, sino en el país. Pregunte a cualquier ciudadano por qué vota por X o Y candidato: por pasión, y no por razón. Y la U Nacional tiene que ayudar a transformar eso a nivel institucional y a nivel país.
¿Le suena la idea de cambiar las reglas de juego para elegir rector?
Toda regla de juego debe poder ser cambiada, pero no cuando se está jugando el partido. Si no nos gusta la regla de juego en un partido, no podemos, a la mitad del partido, decir “no me gustó ese gol” y vamos a cambiar la regla y al que no le gustó, y lo atacamos con machetes. No. Nosotros podemos cambiar las reglas del partido cuando termine el partido: analizar y proponer nuevas reglas y cambiarlas. Ese es el marco en el cual nosotros podemos estructurar una sociedad armónica donde, a pesar de que tengamos contradicciones y diferencias, podamos tener una vida digna, tranquila y donde podamos vivir bien. El buen vivir es uno de los elementos más importantes.
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