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                                                                                                                              Las denuncias de acoso sexual en la Universidad Jorge Tadeo Lozano

                                                                                                                              Nueve estudiantes denunciaron ante el comité disciplinario a uno de sus compañeros por acoso sexual. Ahora, después de tres meses de radicada la petición, el plantel lo suspendió por un semestre académico. Las denunciantes exigen una mejor respuesta de la institución y expertas en temas de género señalan que las afectadas no han recibido el trato correcto. El plantel se defiende.

                                                                                                                              Paula Casas Mogollón

                                                                                                                              Medio Ambiente, Ciencia, Salud y Educación.
                                                                                                                              Nueve estudiantes denunciaron el 11 de octubre de 2021 a Juan Camilo Alarcón ante el comité directivo de la institución. / Ilustración: Éder Rodríguez

                                                                                                                              “En una clase él me quitó mi celular y encontró una foto mía en vestido de baño. Empezó a pedirme fotos sin ropa. Le dije que no y él me envió una foto. No la quise abrir. Cuando finalizó el laboratorio me acompañó por algo de tomar. Allí me dijo que si le podía hacer sexo oral en el baño y me acorraló para convencerme. Él se alejó porque una profesora llegó”, recuerda Luana*, estudiante de biología marina de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Para ese momento tenía 17 años, trató de huir toda la tarde de su compañero, pero él insistía en acompañarla. “En la estación de Transmilenio me quitó mi teléfono y abrió la foto que me había mandado. Era una imagen de su pene. Me puso el celular en la cara para obligarme a verla”, añade. (Le puede interesar: Imputan al profesor Fabián Sanabria por presunto abuso sexual a estudiante)

                                                                                                                              Gracias por ser nuestro usuario. Apreciado lector, te invitamos a suscribirte a uno de nuestros planes para continuar disfrutando de este contenido exclusivo.El Espectador, el valor de la información.

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                                                                                                                              “En una clase él me quitó mi celular y encontró una foto mía en vestido de baño. Empezó a pedirme fotos sin ropa. Le dije que no y él me envió una foto. No la quise abrir. Cuando finalizó el laboratorio me acompañó por algo de tomar. Allí me dijo que si le podía hacer sexo oral en el baño y me acorraló para convencerme. Él se alejó porque una profesora llegó”, recuerda Luana*, estudiante de biología marina de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Para ese momento tenía 17 años, trató de huir toda la tarde de su compañero, pero él insistía en acompañarla. “En la estación de Transmilenio me quitó mi teléfono y abrió la foto que me había mandado. Era una imagen de su pene. Me puso el celular en la cara para obligarme a verla”, añade. (Le puede interesar: Imputan al profesor Fabián Sanabria por presunto abuso sexual a estudiante)

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                                                                                                                              Paula Rosselli, estudiante de 22 años, ha recopilado las denuncias en contra de Alarcón, a quien conoció en 2019. “Teníamos amigos en común. Estuvimos conociéndonos por un poco más de un mes y durante ese tiempo él tuvo comportamientos que me hacían sentir incómoda. Por ejemplo, en una ocasión, en la universidad, me metió la mano en el brasier, a pesar de que ya le había dicho que no”, comenta Rosselli. Luego, añade la denunciante, le pidió fotos desnuda por Snapchat, una red social que elimina los mensajes o las fotos tras 24 horas. “Me negué muchas veces, pero él seguía insistiendo. Me preguntó qué pasaba si me enviaba una foto y le respondí que lo bloqueaba. No le importó y me envió una imagen de su pene. Lo bloqueé”, asegura. (Puede leer: “Si nos callamos habrá más víctimas”, denunciante de acoso sexual en la U Nacional)

                                                                                                                              Read more!

                                                                                                                              Para Rosselli, el comportamiento que estaba teniendo Alarcón con ella era normal. Según su relato, asumía que era normal que él tomara ese tipo de acciones si estaban empezando a salir y que los comentarios sexuales eran normales si él estaba interesado y tenía cierta atracción física por ella. “Yo lo normalicé, incluso sin estar cómoda con lo que hacía. Sin embargo, con el tiempo fui escuchando rumores entre los estudiantes y nos enteramos de que eran más personas las que habíamos sufrido algún tipo de acoso por parte de él”, señala. Según cuenta, lograron confirmar al menos 15 víctimas, pero no todas estaban seguras y cómodas de iniciar un proceso de denuncia. “Algunas de ellas no querían revivir ese momento, no estaban listas para escribir un testimonio y mucho menos para exponerlo”, añade. Al final fueron nueve mujeres las que enviaron su caso.

                                                                                                                              Emilia* fue una de las estudiantes que no lo denunció, pues dos de sus amigas ya lo habían hecho antes y nunca recibieron respuestas. En el segundo semestre de 2020, por algunas materias en común, se acercó un poco más a Juan Camilo Alarcón. Él, comenta ella, para ganarse su confianza, le contaba situaciones personales, como que alguna vez se había tratado de suicidar. “En vacaciones pasé por un problema personal difícil. Él insistía en que le contara qué me había pasado, que confiara porque me podía ayudar”, dice. Después de varios meses Emilia empezó a considerar a Alarcón como un amigo, tanto así que en el primer semestre de 2021, mientras la compañera de apartamento de Emilia llegaba, durante 20 días vivieron juntos en Santa Marta, donde está una sede de la institución. (Puede leer: Claves para prevenir el acoso sexual en universidades)

                                                                                                                              Durante los primeros días, cuenta Emilia, tuvieron los problemas normales de convivencia, pero con los días las conversaciones empezaron a tener un tono sexual. “Hacía preguntas incómodas, como si me podía agarrar la cola o si me ponía brava si me nalgueaba”, recuerda. Uno de los momentos más incómodos, dice en su relato, lo vivió durante una clase virtual. Aunque cada uno la estaba tomando desde su computador, estaban sentados juntos en la mesa del comedor. Juan Camilo Alarcón le pidió que le respondiera si sí o no se dejaría comprar un juguete sexual para que ella lo usara en frente de él. “Quedé impactada. Le dije que no, que gracias y que no necesitaba que nadie me comprara nada”. Días después Alarcón se fue del apartamento de Emilia.

                                                                                                                              A pesar de que estaban alejados, el 22 de septiembre de 2021 coincidieron en una reunión. Era la celebración de los 30 años de la universidad. “Continuamos la fiesta en el apartamento de una amiga. Estábamos bebiendo bastante. Yo estaba en estado de embriaguez. No estaba segura si él estaba tomando, pero 10 personas me habían dicho que no. En un momento bailamos y le comenté que tenía que ir al baño. Me acompañó y entró conmigo. Le dije que no mirara. Me dio la espalda, pero él veía de reojo. Terminé y me subí el enterizo. Me preguntó si me podía besar. Levanté los hombros y me dijo que nunca le decía que sí. Me besó, tomó mi cuello, me empujó contra la pared, tratando de ser sexy. Mi cuerpo, por el shock, dejó de sentir, quedé paralizada, mi mente quedó en blanco. Mi compañera empezó a golpear y a golpear. Ante la insistencia, abrió”, asegura Emilia.

                                                                                                                              Luego de salir del baño, Emilia cuenta que quedó desconcertada. Al día siguiente les comentó a su familia y amigos lo que había pasado. “Me culpé por haber tomado tanto. Ellos me hicieron caer en cuenta de que no había sido mi culpa y de que él se aprovechó de que yo no estaba en mis cinco sentidos. Lo que me hacía sentir peor era pensar qué hubiese pasado si mi compañera no hubiese golpeado”, señala Emilia. Cinco días después, un amigo de Alarcón que estaba hablando con las mujeres que habían sido víctimas de acoso conversó con Emilia para conocer la denuncia que se iba a hacer. Ella asegura que tenía mucho miedo de revivir ese momento, porque estaba muy reciente y por eso no participó de la denuncia colectiva.

                                                                                                                              Desacuerdos por el proceso

                                                                                                                              Antes de reunir los testimonios, Rosselli fue al comité de Buen Trato, un espacio, según la universidad, que es parte de la ruta para las denuncias, no solo para las de acoso sexual, sino en cualquier caso de acoso. Allí se encargan de tomar medidas de prevención. “Es conciliatorio, no ofrece soluciones. Cuando les comenté el caso, me respondieron que lo ellos podían llamar a decirle que yo había presentado la queja ante ellos y, por ejemplo, que ella quería que no la llamara más o que se le acercara. Eso se lo podía decir yo. Me pareció que no servía para nada”, dice. Por eso, reitera, llevaron sus casos al comité disciplinario, para que el plantel emitiera una sanción o suspensión.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Las nueve estudiantes radicaron su denuncia ante el comité el 11 de octubre de 2021. Cada una envió un documento con su testimonio que iba acompañado de fotos, conversaciones de Whatsapp y otras pruebas que comprobaran los casos de acoso. Y solo un mes después recibieron la primera respuesta por parte de la universidad. Se trataba de un link de Meet para tener una reunión el 25 de noviembre de 9:00 a 11:00 de la mañana. “No sabíamos mucho la dinámica de esa reunión. No nos habían explicado nada”, señala Rosselli. En la videoconferencia estaban nueve personas, todas eran parte del comité, y estaban con sus cámaras apagadas. Sin saber quiénes eran ellos, las estudiantes debían contar, una vez más, su denuncia. “Ese día me sentí muy humillada”, confiesa Diana Linares, egresada de la universidad.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Linares comenta que dudó mucho en denunciar, principalmente porque siempre creyó que lo que había pasado era su culpa. “Antes no había estado en una relación. Yo había normalizado muchas de sus conductas y la gente a mi alrededor también me ayudó a normalizarlas. Yo tenía 21 años. Un amigo vio algunas situaciones y fue quien me alertó. Por eso me empecé a alejar de él”, añade, además es enfática en que en este proceso ninguna de las denunciantes tuvo acompañamiento psicológico, ni contó con una especialista en violencia en género. Luana*, por ejemplo, tuvo que acudir a ayuda externa. “Mientras la denuncia estaba en curso, yo compartí todo el semestre con él. No me sentía cómoda y me tocó faltar a dos o tres laboratorios solo para no verlo”, apunta.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              La universidad, por medio de un documento confidencial, les comunicó a las estudiantes el jueves 20 de enero que iban a sancionar a Juan Camilo Alarcón con un semestre académico. “Nos parece una decisión muy suave. Al final del documento pusimos que nos parecía que él era un peligro para la comunidad universitaria y que, según el reglamento, estaba cometiendo unas faltas, y las funciones apropiadas eran o la suspensión o la expulsión”, explica Paula Rosselli. En el texto señalan que lo están acusando por dos faltas gravísimas del reglamento. Luana, además, cuenta que “Juan Camilo Alarcón en su versión libre tomó una conversación, la editó y sacó de contexto. Probé que era mentira y en el régimen estudiantil está que manipular pruebas es una falta grave. No pasó nada”.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Tras publicarse el documento, Juan Camilo Alarcón tuvo cinco días hábiles para apelar la decisión. “Demuestra que el reglamento está diseñado para atender asuntos académicos, como plagio. No está pensado para casos de acoso en los que hay víctimas y victimarios”, advierte Rosselli. Tras conocerse la sanción, Angeline* se atrevió a redactar su testimonio para enviar, junto al de otras mujeres, en los primeros días de febrero al comité. Angeline, quien en ese momento tenía 19 años, acababa de terminar una relación amorosa. “Aprovechando esa vulnerabilidad, empezó a acercarse. No me sentía manipulada. Ahora, reconstruyendo todo, siento que me manipuló y me acosó para darme besos, abrazarme, tocarme, hacerme preguntas sexuales y estar a solas”, apunta.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              En uno de esos momentos en los que estuvieron a solas, relata Angeline, Alarcón le agarró la mano y la puso sobre su pene. “Me decía que yo era la causante de su erección. Cuando yo no le hacía nada, no le daba ni un beso, ni un abrazo. Era una situación muy incómoda”, confiesa. En una fiesta de la universidad, en la sede de Santa Marta, Angeline le pidió que la acompañara a buscar un baño. “Me llevó detrás de la montaña, me cogió las manos, me besó el cuello y la cara. Me agarró de la cintura, me alzó, me puso encima de él (mi entrepierna quedó sobre su pene). Me bajé y él aprovechó para cogerme del antebrazo, lo puso detrás de mi espalda y me volteó. Empezó a apretar muy duro mi mano y me decía que deberíamos hacerlo. Me negué”, dice.

                                                                                                                              ¿Qué dice la universidad?

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Al ser consultada por El Espectador, la institución, en un documento enviado a este diario, explica que una vez se recibió la “queja presentada por las nueve estudiantes, el comité disciplinario de la Facultad de Ciencias Naturales e Ingeniería adelantó el trámite para la recepción, análisis y toma de decisión (...) considerando una suspensión del estudiante”. Esta sanción, aclara el plantel, implica la exclusión temporal al programa académico al que se encuentre vinculado, en este caso biología marina, durante el tiempo definido en la resolución sancionatoria. “El estudiante no podrá adelantar trámites financieros, administrativos ni académicos. Finalizado el período de la sanción disciplinaria puede solicitar su reingreso”. Esa solicitud será analizada por el director del programa para determinar si el estudiante puede regresar o no.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Para el caso de Juan Camilo Alarcón, añade la universidad, “tiene la posibilidad de solicitar la autorización para el reingreso. Teniendo en cuenta la Facultad de la Universidad de admitir a sus estudiantes y en atención a las recomendaciones hechas por el comité y consignadas en la parte considerativa de la resolución sancionatoria, el disciplinado buscará los medios para superar los motivos que dieron origen a la sanción. La Universidad a través del Área de Bienestar Universitario, si así lo estima la parte, puede realizar el acompañamiento pertinente y emitir una valoración, con el fin de proteger a la comunidad universitaria. El comité que evaluó estas denuncias contó con la orientación y asesoría de una docente experta en género y violencia y un psicólogo del área del Bienestar Universitario”.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              La mayoría de las denunciantes coinciden en que la respuesta de la universidad fue demorada, en que los procesos fueron poco eficientes y, por no contar con una experta en género, fueron revictimizadas. “La decisión la tomó un comité que no sabe o no está capacitado en estos temas de género y sentimos que fue un proceso agotador para nosotras como víctimas. Por ejemplo, yo este semestre vería una sola clase con él, pero con la sanción el siguiente semestre me toca ver todas las clases con él”, apunta Paula Rosselli, quien ya radicó su denuncia ante la Fiscalía. Diana, por su parte, recomienda que también “sería bueno brindarle ayuda a Juan Camilo Alarcón y acompañarlo en un proceso de educación. Él creía que esos comportamientos eran normales en personas de su edad, cuando no era así”.

                                                                                                                              Viejas denuncias

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              El de Alarcón no es el primer caso que se presenta en esta institución. En 2020, 12 estudiantes denunciaron ante el comité disciplinario que Sergio Herrera Estupiñán, estudiante del programa tecnología de realización de audiovisual y multimedia, las había acosado sexualmente. Emily Parra, estudiante de comunicación social y periodismo, fue una de ellas. Cuenta que en 2019 desde la cuenta de instagram @sebascarona77 le enviaron fotos de un hombre tocándose, mostrando su pene y ofreciendo dinero a cambio de sexo. “Comenté la situación entre mis amigos y uno de ellos me dijo que a una de sus amigas le pasaba lo mismo, pero que el acoso ocurría por un teléfono celular. La contacté y ella me dijo que creía saber de quién se trataba”, recuerda.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Emily, al igual que la otra estudiante, ignoraron los mensajes hasta enero de 2020, cuando recibió nuevas fotos. “Respondí que merecía y exigía respeto. No me volvió a hablar”, apunta. Días después, otra cuenta de un hombre la empezó a seguir. Se trataba de Sergio, un estudiante de la universidad del que ya le había hablado su compañera. Solo tenía fotos de él sin camisa. “Me di cuenta de que tenía tres lunares en el pecho y una perforación en sus tetillas, iguales a las del hombre que me enviaba fotos de su pene a mensajes directos”, añade Emily. En su cuenta tenía vinculado un número de Whatsapp, el mismo teléfono que acosaba a su compañera. “Como no tenía ni idea de trámites legales ni académicos publiqué en mis historias de Instagram lo que me había pasado”, dice.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Luego de la denuncia, dos integrantes del Consejo Estudiantil la contactaron y le pidieron llenar un formato para contar el caso. “Fue el 24 de marzo de 2020. Esperamos a que nos contactaran, pero no pasó”, apunta. Al igual que Emily, Gabriela* también lo denunció. “Yo estaba en tercer semestre de la carrera y Sergio me agregó a Instagram. Luego me pidió mi número y se volvió muy intenso. Me llamaba 500 veces a cualquier hora del día, me escribía muchos mensajes, hasta el punto de que mi Whatsapp solo tenía mensajes de él”, asegura. Gabriela dice que fue clara y le advirtió que no quería nada con él; sin embargo, Sergio la empezó a seguir en sus clases. “Era una situación muy incómoda. Lo bloqueé de todas mis redes”, añade.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Aunque ya estaba bloqueado, Gabriela recibió un mensaje en la madrugada en el que le decía que le vendiera fotos y videos, porque él sabía que a ella le gustaba eso y que él le pagaba bien. “Denuncié ante la universidad y su única solución fue que hiciéramos una videollamada para hablar del caso. Las dos veces que me citaron no pude conectarme y nunca más me dijeron algo del tema”, relata. Ante esto, por medio de la cuenta de Instagram de confesiones Utadeo, Gabriela publicó su caso. “Sin exagerar, muchas mujeres empezaron a comentar que también las había acosado y que siguieron el protocolo de la universidad, pero que nunca tuvieron respuesta”, anota.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Además de esa denuncia en redes, algunas de las víctimas crearon la cuenta “No más silencio utadeo @lasquenosecallan”, en la que publicaron 11 casos adicionales. Para ese momento, Natalia Pedraza Bravo, periodista en ese entonces de El Espectador, contactó a la institución, y al preguntarle por las publicaciones afirmaron que no sabían ni de las cuentas ni de las acusaciones que estaban en redes, pero que sí tenían conocimiento de las denuncias que se habían hecho por los canales oficiales de la universidad y que, contrario a lo que afirman las estudiantes afectadas, no fueron 12, sino dos. También señalaron que luego de ser remitidas al comité disciplinario se había llevado a cabo las etapas pertinentes de la investigación y se había finalizado el proceso.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              El proceso finalizó y una vocera del colectivo feminista Labios de Orquídea cuestionó a Carlos Sánchez Gaitán, rector de la universidad, por medio de una videoconferencia el 23 de julio de 2020, sobre el manejo de los casos de acoso en la institución. Sánchez contestó que “todas (las estudiantes) pueden tener la seguridad de que en el plantel hay protección para las personas que hayan sido víctimas y quieran hacer sus denuncias (...) No conozco el primer caso en el que se hubiese revictimizado a alguien u omitido algo en la investigación”. No obstante, Emily y Gabriela coinciden en que la sanción recibida por Herrera “se quedó corta. Esta conducta, que por reglamento es penalizada con la expulsión, solo fue una sanción disciplinaria”.

                                                                                                                              ¿Cómo abordar estos casos en las universidades?

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Mónica Godoy, antropóloga y maestra en estudios de género, apunta que el primer error que se cometió en este caso fue no prestarle atención a la queja interpuesta por la estudiante en 2017. “En ese momento había que activar un proceso de investigación formal, y es importante porque esto desestimula ese mismo comportamiento, no con la persona que interpone la queja, sino con otras. Si hubiesen atendido esa queja en el momento en que se puso los otros abusos no hubieran sucedido”, apunta. El otro error que se cometió, añade, es que el comité que recibió las denuncias no contaba con ninguna formación en cómo tratar quejas por violencia e investigar desde una perspectiva de género.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Godoy aclara que a pesar de que se está hablando de violencia ejercida entre pares en apariencia, ambas partes son estudiantes, “hay una desigualdad entre las mujeres y el hombre. Comprender en qué consiste esta desigualdad, como la dificultad que ellas manifiestan en ser escuchadas por este estudiante en decir que no, cuando le pedían que parara y él continúa con las conductas, es fundamental”, apunta. Nancy Becerra, psicoterapeuta con perspectiva de género y quien ha acompañado a algunas de las denunciantes de Alarcón, por su parte resalta que en este caso aún persiste una falta de conciencia por parte de las universidades.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Becerra señala que se trata de que avancemos como sociedad. “Las instituciones no están recibiendo el llamado a la responsabilidad que les hacemos, se sienten atacadas y creen que cuidar su nombre es negar la realidad de su falta de conocimiento y experiencia en el manejo de estos casos, lo que resulta en encubrimiento y revictimización de las jóvenes que requieren protección. La violencia de género no es nueva, es histórica, sistemática y estructural”, explica. Por eso, lo primero que aconseja es que en este tipo de situaciones, las instituciones busquen expertos y se dejen acompañar. “Como no hay cualificación ni formación en perspectiva de género, en la construcción de protocolos y en su ejecución cometen errores y no se tiene claridad sobre las responsabilidades”, añade.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              La perspectiva de género parte de reconocer las causas estructurales de la violencia basadas en prejuicios y estereotipos, en los que, por ejemplo, se cae en la tendencia de no creerles a las víctimas. “Es importante resaltar que la Sentencia T 140 de 2021 establece los deberes que todas las organizaciones públicas y privadas tienen para prevenir todas las formas de violencia contra mujeres, pero en particular el acoso sexual que es una práctica que atenta contra la igualdad y libertad de las mujeres“, señala Valeria Mira, abogada y experta en cumplimiento en derechos humanos, quien añade que en estos casos no se debe asumir una postura de neutralidad y deben establecer garantías que aseguren que este tipo de actos no se vuelvan a repetir.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Para Becerra, en este caso no se debe señalar solo a una institución. “No vamos a linchar a la Tadeo. Esto está pasando en muchas más universidades. La idea es hacernos la reflexión sobre la gravedad de la situación y la urgencia de determinar las barreras para avanzar en la construcción de protocolos con enfoque de género y poder atender los casos y garantizar lugares seguros para las niñas, adolescentes y mujeres en el espacio académico. Es una realidad en la que ya no podemos evadir el compromiso”, dice.

                                                                                                                              * El Espectador trató de comunicarse en repetidas ocasiones con Juan Camilo Alarcón y Sergio Herrera, pero no recibió respuesta.

                                                                                                                              * Algunos de los nombres fueron modificados por petición de las denunciantes.

                                                                                                                              Ver todas las noticias
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