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La formación de maestrías y doctorados es mucho más que un asunto académico: es la base sobre la cual un país construye su capacidad para innovar, resolver problemas sociales y enfrentar los desafíos del desarrollo sostenible. La evidencia internacional es contundente: las naciones que apostaron de manera decidida por la formación de alto nivel lograron dar saltos cualitativos en productividad y bienestar. En Colombia hemos avanzado, pero los rezagos aún son evidentes.
(Lea Un acto de resistencia para sobrevivir a la hostilidad de Colombia con la ciencia)
Según un análisis reciente del LEE de la Javeriana, en 2024 alcanzamos un máximo histórico de 1.349 graduados de doctorado, lo que equivale a 25,6 doctores por cada millón de habitantes. Aunque esta cifra triplica la registrada en 2012, sigue siendo baja frente a nuestros vecinos: Brasil llega a 107 doctores por millón, Chile a 45 y Argentina a 41. En Europa, países como España o Portugal superan los 200.
La consecuencia es clara: sin una masa crítica de investigadores con formación doctoral es imposible sostener un ecosistema de ciencia, tecnología e innovación capaz de transformar la economía y enfrentar los grandes retos sociales.
En innovación el contraste es aún más preocupante. Entre 2002 y 2024, 107 universidades colombianas obtuvieron 962 patentes, con un pico de 87 en 2024. Sin embargo, ninguna institución supera las diez solicitudes anuales, mientras que en países líderes se cuentan por miles cada año. Colombia produce conocimiento, principalmente en forma de artículos académicos, pero tiene enormes dificultades para convertirlo en innovaciones aplicadas, empresas de base tecnológica o soluciones concretas a problemas de la sociedad.
Los programas de financiamiento han sido claves, pero el gobierno actual decidió recortar los recursos. Colfuturo redujo sus beneficiarios de 2.028 en 2024 a 1.214 en 2025, una caída del 40%. Fulbright, que históricamente conectó a nuestros estudiantes con universidades de élite en Estados Unidos, ha visto recortados sus apoyos. El Icetex, por su parte, pasó de financiar 26.000 créditos a solo 10.000 en 2025 y además, la formación de alto nivel pasó a financiarse en universidades extranjeras de baja calidad que no figuran en los rankings globales.
A esto se suma el deterioro de la inversión pública en ciencia: el presupuesto de Minciencias pasó de COP 582 mil millones en 2023 a COP 313 mil millones en 2025, y para 2026 se proyecta una caída superior al 50%. Este ajuste acumulado, cercano al 78%, podría traducirse en el peor escenario de financiación de la ciencia desde la creación del ministerio, con impactos inmediatos en becas, estancias postdoctorales y proyectos estratégicos.
Colombia tiene logros que no deben desconocerse: en una década triplicamos el número de doctores graduados, nuestras universidades comienzan a figurar en rankings internacionales y hemos consolidado programas en áreas emergentes como biotecnología, inteligencia artificial o energías limpias.
Sin embargo, la oferta sigue altamente centralizada en Bogotá, Antioquia, Valle y Santander, menos del 10% de los profesores universitarios tienen título doctoral, y la absorción de doctores en el sector productivo es mínima. No hemos logrado construir un verdadero ecosistema de ciencia y tecnología que conecte la academia con las necesidades de la sociedad y de la economía.
Invertir en formación avanzada no es un lujo, es una necesidad estratégica. Un país con apenas 26 doctores por millón de habitantes y menos de mil patentes universitarias en dos décadas difícilmente puede competir en la economía del conocimiento. Si los recortes presupuestales persisten por parte del gobierno nacional, si seguimos enviando estudiantes a universidades de baja calidad, y si no consolidamos alianzas entre universidades, empresa y Estado, corremos el riesgo de perder una generación entera de talento.
La formación de alto nivel debe ser el motor de una estrategia nacional de desarrollo. El futuro de Colombia depende de que entendamos que el conocimiento es la principal riqueza que podemos construir.
*Decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Javeriana
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