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Universidad de Antioquia: incertidumbre por el calendario académico

En una resolución, el Consejo Académico dio luz verde a las unidades académicas para finalizar el segundo semestre de 2024 antes del 28 de febrero o para que cancelaran el semestre. Algunas de ellas, como la de Comunicaciones y Filología, optaron por el segundo camino Además, en medio de esta crisis, se anunció la no autorización de 160 contratos de profesores cátedra calendario. ¿Qué implica esto?

Paula Casas Mogollón

12 de enero de 2025 - 12:06 p. m.
En la sede Medellín, la Universidad de Antioquia (UdeA) hay inscritos más de 31.000 estudiantes.
Foto: cortesía Dirección de Comunicaciones UdeA
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No son días fáciles para la Universidad de Antioquia (UdeA), la segunda pública más importante del país. El 2024 cerró con un campus completamente vacío, en medio de un paro estudiantil indefinido, con la no autorización de más de 160 contratos de profesores de cátedra calendario y con la incertidumbre de la cancelación del segundo semestre de 2024 en varias de las unidades académicas. Este inquietante panorama se intensificó con la resolución 3822, emitida por el Consejo Académico el pasado 11 de diciembre, la segunda instancia más importante en la institución, después del Consejo Superior Universitario.

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En la resolución se autoriza a los consejos de las diferentes unidades académicas, como facultades, escuelas o institutos, a modificar sus calendarios académicos y analizar si es posible que los cursos del segundo semestre de 2024 finalicen antes del 28 de febrero de 2025. En caso de que no alcancen a terminar en esta fecha, el Consejo habilita la posibilidad de que los cancelen e, incluso, que se cancele el semestre.

Desde hace poco más de cinco años, la Universidad de Antioquia carece de un calendario unificado para todas sus unidades académicas y sedes, según explica Ramiro H. Giraldo, presidente del Nuevo Sindicato de Profesores de la institución (Asiproua)y añade que, a raíz de los paros, se decidió que cada unidad, en el marco de su autonomía, definiera la fecha de inicio y finalización de los cursos. “No todas las facultades se acogen al cese de actividades, algunas siguen dictando los cursos con normalidad. Por ejemplo, puede ser que Derecho decida ser parte del paro, mientras que Medicina, por el contrario, prefiera seguir con su calendario. Eso ha hecho que haya una disparidad muy grande en el desarrollo del semestre académico”, dice Giraldo.

Esta resolución fue la respuesta del Consejo al paro estudiantil indefinido que comenzó en la primera semana de noviembre. Como recuerda un profesor de la Facultad de Comunicaciones y Filología que prefiere no ser citado, primero se declaró la Asamblea Multiestamentaria en paro. En el papel, esto implica detención de todas las actividades, como clases, evaluaciones o foros y en la que, en su mayoría, participan estudiantes. Sin embargo, en la práctica no sucedió así, pues la administración central decidió que las labores administrativas continuaran en la virtualidad.

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La consecuencia de este paro, entonces, explica el maestro, se concentró en el pago de los profesores de cátedra. Se asumió la idea de que la gran mayoría hacían parte del paro y, por normativa, no podían recibir salario. “Hay un acuerdo que dice que cuando un profesor de cátedra no puede dar clase por una razón que no le es imputable se le debería pagar porque no es su culpa no poder dictar la clase. Por ejemplo, cuando los estudiantes salen a paro”, aclara, pero este no fue el caso.

Por esta razón, explica Alejandro Puerta, representante del sindicato Aspudea en la Mesa Ético-Política —grupo compuesto principalmente por profesores que realiza veeduría sobre lo que sucede en la universidad—, los maestros, tras varias reuniones, se declararon en asamblea permanente. Cristian García, estudiante de Medicina, complementa y dice que “se logró revertir la decisión, y se pagó a los profesores que “participaron” en el paro”. A raíz de esta situación, el 11 de diciembre el Consejo Académico se reunió y emitió la resolución. Dependiendo del desarrollo académico, cada unidad tomó la decisión de continuar con los cursos o cancelarlos.

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En la Facultad de Medicina o de Ingeniería, por ejemplo, ya habían desarrollado el 80 % de los cursos del segundo semestre de 2024 antes de que comenzara el paro indefinido en noviembre. En cambio, en otras, como la de Comunicaciones y Filología, apenas se iba a iniciar el semestre, por lo que tomaron la medida de cancelar más de 100 cursos. “Solo logramos este año terminar 2023-2 y 2024-1. El 18 de noviembre arrancaba 2024-2 hasta finales de abril. Evidentemente, no alcanzamos a cumplir la fecha de la resolución. Por eso se canceló el semestre”, confirma la decana Olga Vallejo Murcia.

La cancelación del semestre, dice la decana, es en los cuatro pregrados presenciales de Medellín, que son Comunicaciones, Periodismo, Comunicación Audiovisual y Multimedial y Filología Hispánica. “Continuaron con normalidad los pregrados en las regiones y el que se dicta en la modalidad virtual en Medellín”, asegura. Luego, aclara que con la medida tampoco se verán afectados aquellos estudiantes que, para 2024-2, inscribieron las prácticas académicas o que están en intercambio, ya sea en otras ciudades de Colombia o en otros países.

El siguiente paso para la Facultad de Comunicaciones es volver a elaborar un calendario académico para el primer semestre de 2025. Esta tarea está a cargo del Consejo de la Facultad, que deberá presentarlo a la Vicerrectoría de Docencia para su aprobación. Sin este aval, la facultad no puede contratar a los profesores ni comenzar las clases. No obstante, advierte que esto depende de que se levante el paro indefinido de estudiantes. “Es muy importante que se termine el paro, porque sin estudiantes no podemos tener calendario. Una vez esto pase, anunciaremos el inicio del semestre”, comenta.

La decisión, que fue publicada y emitida por medio de la resolución 2184, fue rechazada por los docentes y, de acuerdo con Selnich Vivas Hurtado, de esta facultad, “cancelar el semestre teniendo los contratos firmados fija un precedente peligroso para la estabilidad de la vida universitaria”. A través de un comunicado, el claustro profesoral de la facultad aseguró que las medidas optadas “irrespetan los acuerdos de la Mesa de Negociación realizada en las semanas anteriores y dejan en una situación gravemente vulnerable a decenas de nuestros compañeros de cátedra y de cátedra calendario, que no contarán con ingresos durante esta Navidad y aquellos que han quedado sin contrato para 2025″.

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Esta mesa de negociación estaba conformada por cinco representantes estudiantiles, cinco representantes de los trabajadores y empleados y cinco representantes profesorales. Allí, la discusión se centró en torno a cuatro puntos: el Plan de Acción Institucional (PAI), el tema de las resoluciones sobre austeridad, violencias basadas en género y las garantías académicas. Este último punto, clave para el movimiento y la asamblea estudiantil como condición para levantar el paro indefinido, no fue avalado inicialmente por el Consejo Académico.

A pesar de este complejo panorama, García explica que, frente a la respuesta política del Consejo con la resolución, optaron por pasar del paro a una situación de anormalidad académica. En términos sencillos, esto implica que se pueden realizar clases, evaluaciones y foros, pero estas actividades se suspenden mientras se llevan a cabo las asambleas. “La asamblea se dio cuenta de que había una gran posibilidad de que en enero se repitiera el escenario de no pagarles el salario a los profesores de cátedra”, cuenta. Los docentes, por su parte, desde entonces están en asamblea escalonada.

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Al igual que en la Facultad de Comunicaciones y Filología, en la de Derecho, dice Juan Camilo Portela, integrante del Instituto de Estudios Políticos, aún no se ha hecho pública una decisión respecto a los cursos, pero, intuyen, “es probable que vaya a haber cancelaciones e, incluso, la cancelación del semestre”. En esta unidad ya se habían presentado algunos inconvenientes, como el registrado en las últimas admisiones, como recuerda un funcionario del plantel que prefiere reservar su nombre. “Han venido acusando cierta dificultad para atender las cohortes nuevas en razón a muchos factores, como disponibilidad de espacios o de profesores”.

Aunque desde la universidad, la Vicerrectoría Académica no entregó un reporte oficial, porque retoman actividades laboralesel 15 de enero, desde el nuevo sindicato, el profesor Giraldo calcula que, al menos, 14 de las 25 unidades académicas de la institución lograrán retomar el segundo semestre de 2024 y finalizarlo. aunquePuerta advierte que la situación es crítica en las facultades que deben cancelar el semestre y las consecuencias parece que recaerán principalmente en los docentes de cátedra.

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Las cancelaciones que agravan la crisis de la Universidad de Antioquia

Lo sucedido con la reciente resolución demuestra, según Aspudea, que los docentes de cátedra carecen de estabilidad laboral y están en el limbo, pues a muchos ni siquiera les han pagado la liquidación de diciembre. Para entender mejor la situación de los profesores de cátedra, retomemos el ejemplo de la Facultad de Comunicaciones y Filología. Los cursos de 2024-1 finalizaron en octubre y a los docentes ya les habían realizado un contrato para comenzar 2024-2. Pero, como el semestre se canceló, esos contratos no se efectuaron.

Ahora, anota Puerta, del sindicato Aspudea, “tendrán que hacerles un nuevo contrato para 2025-1, pero eso significa que van a pasar al menos tres meses sin recibir ningún tipo de salario de la universidad”. Esta medida, comenta Vivas, de la Facultad de Comunicaciones y Filología, fue tomada “sin tener en cuenta las consecuencias lesivas para los docentes, pues desde enero a marzo no vamos a tener contrato y eso es demasiado grave para el estamento profesoral hora cátedra y cátedra calendario. Si no hay nuevo semestre, no hay contratación y si no hay contratación, será una masacre laboral”.

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A la incertidumbre por la cancelación de los contratos se le suma otro ingrediente: la preocupación de no saber si los van a contratar de nuevo para el primer semestre de 2025. “La incertidumbre es total. No sabemos qué va a pasar cuando reiniciemos el 22 de enero”, anota Vivas y explica que la razón del cierre de los contratos de cátedra es que, por ley, la institución no puede tener contratos de cátedra abiertos. Además, cuenta Max Yuri Gil Ramírez, director del Instituto de Estudios Políticos, para este año, la universidad pagó a mes vencido, entonces, los maestros y colaboradores no recibieron su sueldo en diciembre, sino el 5 de enero. “Esto generó mucho malestar, muchas denuncias y muchas tensiones”, cuenta.

La decana Vallejo, por su parte, ofrece un mensaje de tranquilidad y asegura que de los contratos que están cancelando en la Facultad de Comunicaciones y Filología, pagaron cuatro semanas de actividades, aunque no se dictaron los cursos. Esto, dice, debido a que “el contrato estaba abierto. Además, según señala, la universidad también pagó durante ese tiempo la seguridad social”.

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Otra de las consecuencias está relacionada con los estudiantes, según comenta un profesor de la Facultad de Comunicación y Filología, que prefiere reservar su nombre, esta situación ha sido difícil de manejar para aquellos alumnos que no viven en Medellín o para quienes deben alternan su carrera con el trabajo. Del total de los cerca de 31.000 matriculados en la sede de Medellín, aproximadamente 14.000 son de diferentes áreas del departamento o del país, de acuerdo con sus cálculos y anota que, en su opinión, “el año pasado pudieron haber perdido mucho dinero porque les tocó quedarse en Medellín dos y hasta tres meses sin avanzar, sin estudiar”.

A esta problemática se suma la situación de los nuevos estudiantes: la cohorte admitida tras el examen de ingreso realizado para el segundo semestre de 2024 aún no ha podido iniciar clases. Una realidad similar afecta a los estudiantes admitidos para el primer semestre de 2025, que, según Puerta, “son aproximadamente 6.000″. El riesgo, temen los maestros sindicalizados, es que las facultades de la Universidad no tengan la capacidad docente y de infraestructura para atender, además de los estudiantes que ya tienen con semestres retrasados, las dos nuevas cohortes. Ramírez, del Instituto de Estudios Políticos, alerta sobre una posibilidad preocupante: “Existe un riesgo muy alto de que muchos de estos estudiantes decidan no iniciar su carrera o prefieran hacerlo en otra universidad”.

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La situación impacta las finanzas de la universidad, ya de por sí precarias. Los docentes de la Facultad de Comunicaciones y Filología, para quienes el rector John Jairo Arboleda no representa los valores ni los intereses humanísticos de la UdeA, opinan que una facultad cancele el semestre significa pérdida de dinero, esfuerzos y recursos y un riesgo altísimo de deserción de estudiantes. Además, dicen, que ni “en el contexto de la actual crisis financiera, va a permitir un ahorro significativo”. De hecho, el déficit presupuestado para el cierre de 2024 es de aproximadamente $420.000 millones.

A pesar de que en algunas facultades no existió el segundo semestre académico de 2024, el Ministerio de Educación afirma que, con el objetivo de contribuir al fortalecimiento de la base presupuestal de la universidad, ha incrementado los recursos dispuestos para su financiación en el Presupuesto General de la Nación. En 2024, el Gobierno desembolsó a la UdeA $606.518 millones para funcionamiento, que incluye el fortalecimiento de la base presupuestal, y los gastos de ampliación de cobertura, la transferencia estipulada en la Ley 30, entre otras. También giró $12.881 millones para planes de inversión, como los Planes de Fomento de Calidad.

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Los profesores de cátedra calendario, entre los más afectados

En medio de las inquietudes y preocupaciones que generó la emisión de la resolución, hubo una noticia que no tuvo la misma repercusión. En el marco de su plan de austeridad, cuyo objetivo es reducir los gastos, la universidad decidió no autorizar 160 contratos de profesor de cátedra calendario.

Esta figura fue implementada por Arboleda, actual rector, en sus administraciones pasadas y se caracteriza por ser una figura intermedia entre el profesor de cátedra y el profesor ocasional. Para entender la diferencia, hay que saber que los docentes de cátedra reciben contratos por cuatro meses, que es el tiempo que dura el semestre, y tienen todas las prestaciones, pero cuando finaliza el semestre quedan sin contrato por uno o dos meses, mientras inicia el nuevo, lo que para la mayoría representa una situación muy inestable. A esto se suma que no hay certeza de que los vayan a contratar de nuevo el próximo semestre.

Frente a este panorama, la universidad creó la figura de docentes de cátedra calendario. En términos simples, los profesores firman contratos por todo el año académico, que se traducen en 20 horas semanales, en los que pueden incluir cursos y otras actividades de apoyo a la docencia o investigación. La gran diferencia es que, al finalizar el semestre, no se quedan sin contrato, sino que siguen trabajando. Al tener más horas, se convierte en un cargo más costoso para la universidad.

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Ahora, con la decisión de no autorizar 160 contratos de profesor de cátedra calendario, la institución pasará de tener 460 en 2024 a 300 en 2025. ¿Qué pasará con esos docentes? En uno de los escenarios, según lo decida cada unidad académica, los maestros pueden volver a ser recontratados bajo la modalidad cátedra, lo que implica pasar de la garantía de tener un salario durante todo el año a tenerlo asegurado solo durante cuatro meses. En el peor de los casos, pueden quedar sin desvinculados de la institución.

La multicrisis de la UdeA sigue agudizándose y, en medio de la incertidumbre por el calendario, afloran las tensiones políticas. Algunos docentes del nuevo sindicato Asiproua especulan con que es posible que el gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, busque delegar a mitad de 2025 a un rector interino. Si bien es cierto que tiene la facultad de nombrar rector, como lo explica el Estatuto General de la institución, solo puede hacerlo en caso de que se presente una renuncia o alguna situación que impida al rector en propiedad ejercer. Este no sería el caso.

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En los pasillos de algunas facultades, además, comienzan a escucharse propuestas que apuntan a que se adelanten las elecciones a la rectoría de la Universidad, que deberían suceder, según el calendario regular, en 2027. Ese adelanto, dicen esos comentarios, debería ser discutido y votado en otros claustros y en la Asamblea General del Profesorado. En entrevista con este periódico, el rector Arboleda defendió su gestión y reitera que no se ha derrochado dinero.

Por ahora, la atención está puesta en saber si el paro estudiantil continuará y conocer los nuevos calendarios académicos para poder proceder con la contratación de los docentes. La mayoría de estas incertidumbres se resolverán a partir del 15 de enero, cuando la institución reanude sus actividades.

* Nota Editorial (Enero 13 de 2025 - 6:29 p.m.): El título de este artículo fue modificado porque se prestaba para confusiones. Si bien está en vilo la continuidad de los semestres de algunas unidades académicas, no es una situación generalizada en toda la institución.

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