Sentada en un sofá ubicado al final de las escaleras de Casa E, Alejandra Borrero leyó un comunicado que preparó para los medios de comunicación con el que explicó por qué venderá el múltiplex que, durante doce años, recibió a artistas y espectadores que buscaban acercarse al teatro. “En Casa E hemos creado, nos hemos emocionado y hemos materializado nuestros sueños. Esa huella y esas memorias no deberían morir por asuntos utilitarios y económicos. El silencio, que nunca nos ocupó por doce años, ahora nos ocupa. No nos podemos quedar con la sensación de la pérdida, del cierre y del dolor. La acción debe ser colectiva y trasformadora. Replantear la vida requiere del arte para sacudirnos, cuestionarnos, sensibilizarnos y liberarnos”. Borrero no pudo evitar las pausas ni las lágrimas. Con un poema de Gonzalo Arango, la actriz y directora de Casa E terminó de leer un texto que le tomó más de un mes escribir.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
“Por supuesto, no tengo la fórmula para salvar a la humanidad,
Ni siquiera para salvarme yo.
Pero pienso que el mundo
No es para dejarlo ser mundo de cualquier manera,
Sino para hacerlo nuestro mundo,
A imagen de nuestros sueños, de nuestros deseos”.
Le sugerimos leer Una lucha paralela por la libertad de expresión
¿Hace cuánto tomó esta decisión?
Llevo aproximadamente un mes con el letrero guardado sin haber sido capaz de ponerlo... hasta que me decidí. No tenía otra opción.
¿En cuánto se está vendiendo la casa?
En $5.800 millones. Eso es lo que vale. Incluyo todo lo que está en la casa. Me encantaría que no se perdiera ese esfuerzo que ya hicimos. Esto también ha abierto la mente de muchas personas que me han dicho que aún se puede hacer algo, así que estoy a la espera de lo que venga.
Si le interesa leer más de Cultura, le sugerimos: De Samuel Langhorne Clemens a Mark Twain (II)
En una nota publicada por La W se registró que Amalia de Pombo, directora de arte del Ministerio de Cultura, se mostró sorprendida porque, según ella, usted nunca “expresó esta situación”, ¿esto es verdad?
No, no es verdad. El año pasado les dije que cogieran la casa. Este lugar ya tiene un nombre, ya es un patrimonio de la ciudad. Sí fui a pedir ayuda. Sé que no es sencillo, pero hay que ser creativos y mirar cómo apoyar no solo a este sino a todos los teatros de Colombia.
¿Qué le ha dicho el Distrito? ¿Ha hablado con la alcaldesa y el secretario de Cultura de Bogotá?
Al principio de la pandemia hablé con Nicolás Montero, pero no me ha llamado en los últimos días. Claudia López trató de acercase. Yo quisiera hacer una reunión entre el Gobierno y el Distrito, que creo que es muy importante. Si algún presupuesto se ha perdido a causa de esta pandemia es el de la cultura. Es entendible, claro, pero esto ha hecho que el arte se haya vuelto absolutamente precario y que perdamos cosas maravillosas que se han logrado.
El Teatro Petra está adelantando medidas para proponerle al Distrito y al Ministerio de Salud que les dejen abrir sus puertas. ¿No hay posibilidades de que ustedes se sumen a la propuesta para no tener que vender?
Si cuando teníamos la posibilidad de tener lleno el teatro no nos alcanzaba, con el 50 % es casi imposible. Tendríamos que tener un subsidio gubernamental para que la boleta pudiera tener otro costo y la gente no lo tuviera que asumir: sabemos que ahora nadie puede pagar sobrecostos en boletería. Lo que hay que invertir para la bioseguridad y la cantidad de personas que habría que contratar para tener a las personas listas para función de 8 p.m. hacen que esa opción sea inviable. También nos han ofrecido créditos, pero creo que ningún teatrero ni ningún espacio como este tiene la posibilidad de seguir endeudado.
Le sugerimos leer Hugo Mujica: y del silencio, la poesía
¿Cómo continuará el proyecto de Casa E? ¿Dónde funcionaría?
Aún no sabemos. El Arlequín sigue. Estamos preparándonos y pidiendo los permisos para que, si es posible, los espacios se puedan arrendar para grupos de ensayo. Queremos tener posibilidades para que, por lo menos, podamos pagar los servicios y las obligaciones del Arlequín. No tendríamos más el múltiplex, que es el corazón de este proyecto.
John Fitzgerald se cosió la boca y está por completar una huelga de hambre de ocho días. Dice que lo hizo para pedir garantías para los artistas. Usted anuncia que vende el múltiplex de Casa Ensamble. El gremio le está lanzado mensajes contundentes al Estado y la ciudadanía sobre la situación del arte en el país.
Así es. Creo que el Estado y la empresa privada son quienes ahora pueden ayudarnos. No podemos permitir que esto se convierta en una tragedia. Lo que Fitzgerald está haciendo es tan complicado y puede afectar su salud de muchas maneras. El tener que poner un letrero en esta casa diciendo que la venderemos demuestra la crisis en la cultura. Estos últimos cuatro años estuve en Francia trabajando en distintos teatros y me impresionó que nadie esta preocupado por la boletería, solamente por la creación. Yo tengo que preocuparme por la creación, por buscar la plata, por hacer que rinda y por la boletería. El arte necesita la subvención del Gobierno.
Hay quienes piensan distinto. Dicen que el arte no debería recibir recursos del Gobierno ni de ninguna entidad. Dicen que es la única manera de que pueda conservarse libre. ¿Usted qué piensa?
Es que el arte debe conservar su libertad sin importar la procedencia de los apoyos. En todos los países desarrollados los gobiernos subvencionan, de alguna manera, a los artistas. Este trabajo se desarrolla en medio de una itinerancia que produce mucha incertidumbre. Me impresiona que, por ejemplo, el gobierno francés te siga pagando el 70 % de tu salario mientras consigues otro trabajo. Entiendo que ese es un país del primer mundo, pero en Colombia las ayudas para la cultura son realmente precarias.
Ya confirmamos que si no se hacen esfuerzos para construir la paz que se adelantó en los acuerdos, podemos regresar a las épocas de violencia en Colombia. Agosto fue una muestra clara de eso. El arte ha sido un aliado y un soporte esencial para la construcción de ese proceso...
El arte y la educación son las únicas herramientas que tenemos para alcanzar la paz, transformar el dolor, llegar al perdón y reencontrarnos. No es momento para perder lugares como Casa Ensamble. Es muy importante que se conserven estos espacios y yo estoy dispuesta a hacerlo. Ya lo he hecho durante doce años trabajando más de doce horas diarias, pero ya no puedo más sola.