Es muy posible que "Colombia tierra querida" haya sido la última canción que Daniel Sanabria interpretó con su flauta de PVC. Al finalizar su tercera presentación consecutiva en Bogotá, André Rieu le regaló al pequeño una flauta plateada finamente empacada en un estuche negro con un interior de terciopelo.
Cuando el músico holandés reconoció la melodía sonrió y movió la cadera, o al menos intentó hacerlo. Daniel, concentrado, tocó la canción que Lucho Bermúdez compuso en los años setenta. Una coincidencia. Bermúdez inició su carrera como flautista en la Banda Municipal del Carmen de Bolívar cuando tenía 6 años.
Contrario a lo que pasó la noche anterior, en la que Daniel tocó para cerca de 14 mil personas, esta vez el público del niño de 8 años fue más reducido. Riue acababa de bajar del escenario y entre personal de logística, uno que otro músico de la Johan Strauss Orquesta que prefirió quedarse tras bambalinas antes de ir a descansar y unos cuantos periodistas, el pequeño mostró algo de lo que ha aprendido en Instituto Paulo Freire. Lea también: El niño que con una flauta de PVC revivió el concierto de André Rieu en Bogotá
"Lo que yo hago en el mundo es apoyar a la gente joven que tiene talento y eso lo que estoy haciendo con Daniel”, explicó el holandés.
El niño, que ha vivido las 24 horas más agitadas de su corta edad, le dio las gracias a Rieu por la flauta. Con los ojos bien abiertos y haciendo esfuerzos para alcanzar con su mirada los 1,84 metros de altura de Rieu, le dijo: "Muchas gracias por este regalo. Me hace muy feliz conocerlo", le dijo. "Después de lo que hiciste ayer, quien está muy complacido de conocerte soy yo. Fue impresionante lo que hiciste. Soy yo quien tiene que agradecer", le respondió el holandés.
Mientras a Daniel lo entrevistan para los noticieros de televisión, Katherine Torres, la mamá del niño, abría el estuche que Rieu le acaba de entregar a su hijo. Lo abrió despacio. Con delicadeza. Sacó las partes que forman la flauta, la armó, sonrío para un par de fotos y se la entregó a su hijo. “Las oportunidades se dan una sola vez en la vida”, le dijo a su hijo la noche anterior para convencerlo de que tocara la flauta artesanal ante una multitud inquieta por las fallas técnicas. Daniel entendió el mensaje. Agarró con seguridad el instrumento y sentado sobre uno de los cajones en los que se guardan los instrumentos que la orquesta viaja por el mundo, el niño estrenó su regalo.
Al finalizar la mini presentación, Daniel pidió a su mamá un trapito para limpiar la flauta antes de guardarla. Catherine, con una sonrisa tímida, le dijo que no tenía uno, pero, “te prometo que mañana compramos un trapito nuevo para que la limpies”. Siguieron las fotos, las entrevistas, los videos. Daniel luce cansado, pero feliz. Es su momento.
En los próximos meses los reflectores que hoy lo iluminan disminuirán su intensidad. El niño, sin embargo, seguirá yendo a clase en el Centro Filarmónico de la Candelaria, en el centro de Bogotá.
En su presentación Rieu aconsejó: “Envíen a sus hijos a un coro. Es lo mejor que pueden hacer por su formación musical y por su felicidad”, con eso se queda Katherine. Con eso se queda Daniel.
Esta noche será la última presentación de André Rieu en Bogotá. El balance será positivo. Se dirá que cerca de 56 mil personas vieron el show; se hablará de Daniel, el niño de la flauta de PVC; se hablará de las monjas que bailaron el Danubio Azul; de el himno nacional y las fotos de Egan Bernal que aparecían en las pantallas gigantes; de la nieve que cayó desde el techo del Movistar Arena; se recordarán los musicos rusos, a la soprano embarazada y sus dos colegas de la potente voz; se recordarán las areis interpretadas con maestría.
Tal vez, solo tal vez, lo más valioso del paso del músico holandés por Bogotá, será asimilado con el tiempo. "La música es lo único que no genera división. Si más gente escuchara música no habría guerras y nos amaríamos más los unos a los otros".