Después de leer la entrevista que este diario publicó el pasado lunes, cinco artistas se animaron a responderle a Felipe Buitrago, que, entre otras cosas, le pidió al sector que dejara de darle importancia a los comentarios negativos que hacían sobre el modelo de desarrollo. Les dijo que lo escucharan a él, no a sus detractores. En últimas, los invitó a que se quitaran los guantes ya que creía que entre el viceministerio y ellos debería haber más consenso y menos disenso: nunca antes en Colombia se había hablado tanto del arte y su importancia para el progreso del país.
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Los artistas, que han sido los críticos más fuertes de la economía naranja, están de acuerdo en que la conversación es positiva y que es un buen momento para abordarla, pero sus respuestas al pedido de Buitrago coincidieron en que el discurso por parte del gobierno tiene que cambiar. La forma en la que se habla de la economía naranja, para ellos, siempre ha priorizado la rentabilidad de sus oficios, una meta que no es posible para muchos, pero, sobre todo, no es de su interés.
El Espectador habló con cinco artistas que ya se habían pronunciado sobre este modelo para que, después de leer las palabras de viceministro, le respondieran si había o no una disposición para creer en la economía naranja.
Tatiana Rais es la directora de Espacio Odeón, un lugar que siempre se ha interesado en que el arte contemporáneo se baje del pedestal en el que muchos creen que se ubica. Los eventos de Espacio Odeón, en su mayoría, son gratuitos. Sus obras no se exhiben con un objetivo comercial, lo que buscan es que más personas rompan el prejuicio y se acerquen a explorar lo que las artes plásticas pueden llegar a transformar.
¿Cuál cree que ha sido el problema entre el Gobierno y los artistas cuando se habla de economía naranja?
Hay que ser consecuentes en la forma en la que se ha dado la conversación de la economía naranja en el último año. Yo creo que en ese diálogo no se han incluido todas las plataformas que tienen otro tipo de propósito. Creo que es importante que ese discurso comience a cambiar para que no se entienda lo contrario a lo que ellos quieran decir. SI el Gobierno también quiere hablarnos a los que no tenemos un fin o un interés de insertarnos en el mercado, es importante que su discurso cambie.
Él (Felipe Buitrago) habla de que el enfoque de ellos no es hacia la rentabilidad, sino hacia la sostenibilidad, pero me parece importante que explique a qué se refiere con sostenibilidad. En términos económicos la sostenibilidad para este tipo de proyectos implica que los recursos para trabajar y crecer existan, pero esos recursos, por lo general, llegan no solo de becas estatales, sino desde otros modelos de negocio. La palabra sostenibilidad, finalmente, se refiere a ser parte de un mercado y tener una actividad comercial que permita fortalecer, crecer o sostener el proyecto.
¿Y qué cree que hace falta para que la comunicación sea más acertada?
A mí sí me parece que este discurso puede ser incluyente y puede apoyar e impulsar los proyectos y proceso artísticos que se están manejando en el país. Lo que se define por sostenibilidad, rentabilidad y emprendimiento tiene que aclararse. Aquí no solamente podemos hablar de economía. El arte va mucho más allá. Esta sociedad necesita de los proyectos que no solamente estén pensando en plata y creo que si comenzamos a usar el lenguaje adecuado, será más fácil creer en la economía naranja.
Por su parte, Santiago Soto, artista plástico y actor de televisión, opina que el neoliberalismo es el eje de la respuesta del viceministro y que el error es que el sistema del viceministerio no le da espacio a las actividades que no se conciben como negocios. “El artista imagina, hace y crea sin estar pensando en el dinero. Sabe que la creación está por encima de esos temas y el artista también sabe que la creación puede o no dar dinero. Querer encerrar al arte en sistemas económicos o de tendencias es imposible pues el arte representa y defiende la libertad. En países y culturas donde el arte es y ha sido valorado, apreciado y respetado históricamente, la economía naranja ni siquiera existe. Allá es el talento el que compite. El Gobierno debe apoyar el talento. Pensar en el arte como negocio es de mercaderes, no de artistas", concluyó el pintor.
En un intento por explorar la mayoría de los sectores artísticos que hay en el país, El Espectador le preguntó a Rubén Mendoza, director de cine y uno de los más duros críticos del Gobierno y la economía naranja, si estaría dispuesto a darle el beneficio de la duda, como lo pidió Buitrago, a ese nuevo modelo de desarrollo: “A una gente que enaltece la muerte, que condena por la diferencia, que no cumple los acuerdos, siempre que se le da el beneficio de la duda clavan la puñalada. Se les dio el beneficio de la duda durante el Paro Nacional, en el que el presidente dijo que no habría Reforma tributaria, que no marcharan, y la metió a escondidas en la noche a las cuatro de la mañana. Ni hablar de las veces en las que dijo que iba a respetar el Acuerdo de paz y que iba a cuidar a las víctimas, a los excombatientes. Siempre que se les da el beneficio de la duda aprovechan para traicionar con una risa más grande. Solo hay que fijarse en la persona que ahora dirige el Centro de Memoria Histórica. Es muy difícil pensar en negociar con gente sin palabra pero, sobre todo, en cómo negociar con uno mismo para creerles".
Catalina Ceballos, directora de la maestría de gestión cultural de la EAN, coincidió con Rais en que la forma en la que el Gobierno ha explicado la economía naranja puede resultar distante de las conversaciones que al sector artístico le interesan: “Creo yo que la molestia del sector está en que todavía estamos en ese primer paso de saber qué es la Ley naranja y cuáles actividades están asociadas. Estamos todavía hablando en términos económicos. Dentro del discurso se ha olvidado o no se ha llegado a hablar de los componentes artísticos, creativos y sociales. Por otro lado, también creo que tal vez el sector está pidiendo respuestas con una celeridad que no es posible. Esta es la primera vez que en este país se está hablando de la parte económica de las artes, pero cuando el asunto se comienza a hablar desde lo económico, se distancia de lo social, lo creativo y artístico".
El viceministro dice que en donde más se ha ampliado la oferta de recursos ha sido en las actividades que no son económicamente rentables, pero que son fundamentales para la sociedad y la cultura…
Yo creo que tiene que ser más concreta esa respuesta. No sé si no lo han dicho o no lo hemos sabido leer, pero así como hay unas actividades asociadas a un impacto económico también queremos saber de qué se tratan desde lo creativo. ¿Qué va a pasar con las mujeres que cantan alabaos en Timbiquí?, por ejemplo. Esta es una pregunta que existe dentro del sector, ¿cómo ellas se ven impactadas? Sí puede ser una falta de entendimiento dentro del sector y yo he sido muy crítica, pero también estoy dispuesta a oír porque creo que todos, finalmente, lo que queremos es un beneficio colectivo para el sector".
¿Y qué cree que le hace falta al viceministerio para concretar la respuesta a estos asuntos o aclarar en qué consiste este modelo de desarrollo para ustedes?
Muchas personas del sector han pedido ser más activos en la conversación. Es muy importante acogerse a proceso anteriores.
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¿Cómo cuáles?
Él (Felipe Buitrago) dice que tenemos que ser sostenibles, pero uno se pregunta, por ejemplo, ¿cómo vamos a ser sostenibles si somos una casa de la cultura en Ortega, Tolima? Hay que hablarlo y entenderlo. Hay que aterrizar esta conversación a las curadurías, a los procesos artísticos, a la forma en la que estas labores y proyectos seguirán existiendo siendo sostenibles, como ellos (Gobierno) proponen.
Para la construcción de este texto también se habló con Juan Sebastián Aragón, director artístico y cultural del Auditorio Sonia Fajardo Forero, de la Universitaria Konrad Lorenz; productor, director teatral y actor de televisión, quien le pidió Felipe Buitrago que establezca un diálogo en el que, de forma civilizada e incluyente, se escuche a todos los representantes culturales para que así se combata la desinformación y animadversión de la que se sufre en Colombia por polarización política.
JSA: Las discusiones que he visto en las comunidades sufren de una gran desinformación. Yo tengo entendido que los estímulos dedicados a la escritura, la preproducción, la investigación y circulación que ha dado MinCultura y las distintas ciudades a nivel distrital, continúan y han aumentado. Siento que muchas personas del sector cultural temen que la economía naranja sea someter todo lo cultural a las leyes del mercado y que esos estímulos se van a acabar, y hasta donde yo tengo entendido, eso no es así.
¿Cómo entiende la economía naranja?
Como un sistema que va a promover que muchos empredimientos culturales que tienen que ver con la creatividad y el derecho de autor, tengan una serie de recursos financieros y beneficios tributarios para ser autosostenibles y ojalá rentables. Eso a mí me parece bueno.
Hay muchos empredimientos culturales que han estado durante mucho tiempo en una situación de necesidad económica tan grande que no veo fácil que puedan ingresar al sistema financiero y acceder a grandes créditos. Ese es el problema que habrá que resolver. En ese sentido le pediría al viceministro Buitrago que establezca un diálogo con representantes de los distintos sectores culturales para conocer cuál es su situación y cómo podrían integrarse. A mí sí me parece deseable que las empresas culturales sean sostenibles y que, más allá de eso, tengan salarios y condiciones dignas de trabajo.
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Para el entendimiento y la discusión sobre la economía naranja, el viceministro Felipe Buitrago dice que se están haciendo esfuerzos que aclaren las dudas sobre el término, expliquen sus beneficios e incluyan a todos los sectores para que contribuyan al funcionamiento de este nuevo modelo desarrollo. Uno de los sectores que más atención necesita es el de los artistas, principales actores de la cultura nacional.
Sus pedidos comienzan por espacios en los que haya una comunicación más horizontal que los incluya y los escuche, en los que también puedan entender y hacer las preguntas respecto a lo que no queda claro de la economía naranja, un término que sigue siendo nuevo y desconocido para el país.