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En la tarde del domingo, Jonathan David Sánchez Ripe se despidió del escritor que acompañó por cuatro días en Cartagena, Salman Rushdie, después de haber sido su anfitrión dentro de la organización del Hay Festival 2025. Estuvo siempre a su lado e incluso alcanzó a ser testigo de detalles más íntimos entre el escritor y su esposa, Rachel Eliza Griffiths, quien también estuvo en la ciudad de las murallas.
“Yo llevo desde el 2014 siendo voluntario del Hay Festival y era la primera vez que tenía un escritor con un esquema de seguridad”, comentó Sánchez. La razón detrás de esta precaución era clara. En 1988, cuando Rushdie publicó su quinto libro, “Los versos satánicos”, las autoridades islámicas lo declararon blasfemo por su representación del profeta Mahoma, lo que llevó a una fatwa que exigía su asesinato.
Desde esos años de ataques a la fe, Rushdie vivió bajo protección y optó por usar el seudónimo de Joseph Anton para publicar su autobiografía, “A Memoir”. Después de más de tres décadas de amenazas, Rushdie viajó a Nueva York para dar un discurso. Sin embargo, antes de que pudiera pronunciar una sola palabra, fue atacado por Hadi Matar, un joven libanés de 24 años y fanático religioso, quien intentó cumplir con la misión que se había autoimpuesto: asesinarlo.
Fue el 12 de agosto de 2022. Apuñaló a Rushdie en el cuello, el estómago, el pecho y en un ojo, un acto que revivió las sombras de la violencia y la censura que habían perseguido al autor durante toda su vida. Por este ataque, el escritor británico-estadounidense de origen indio escribió “Cuchillo”, el libro que fue presentado en el Hay Festival Cartagena 2025.
Los días de Salman Rushdie en Cartagena
“Llegó muy cansado de Nueva York a Cartagena”, dijo Sánchez para El Espectador. Su primera noche fue tranquila. Luego vinieron los días de conversatorio, rueda de prensa y entrevistas. “Como él tenía dificultades de visión, siempre entraba del lado derecho de la camioneta, excepto cuando llevaba a su esposa, a quien le abría la puerta. Ella siempre estaba a su lado”, añadió.
La primera cita fue el viernes en el Centro de Convenciones. Allí habló con el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez y con las más de mil personas que fueron a escucharlo. Durante el evento, dijo que era el escritor que siempre había querido ser. Con respecto a los reclamos que había recibido para que escribiera un libro pidiendo perdón por lo ocurrido, dijo: “No soy muy bueno haciendo eso, especialmente cuando pienso que no me debo disculpar”.
En otro momento se refirió a Elon Musk: “Yo quiero que él sea la primera persona que vaya a Marte, tal vez, además, sea la última. El punto es que si alguien llegara de ese planeta, no supiera nada sobre mí y solo tuviera como referencia mis libros, jamás pensaría que algo terrible me habría ocurrido en 1989”.
Al día siguiente, la cita fue con la prensa. Llegó muy puntual, tenía una camisa de colores gris, blanco y negro. Hablo de miedos, política, memoria, amor y fútbol. En un momento expresó su incomodidad con el gobierno del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. “Yo no apoyo a este presidente ni tampoco a los republicanos. Realmente es un momento preocupante para América, para los Estados Unidos. En este momento los demócratas están desarreglados, no tienen un liderazgo, no tienen una voz y hay que encontrarla rápido”.
Comentó que se trata de una sociedad muy dividida. “Llevo más o menos tres novelas en las que he tratado de entender a Estados Unidos, a América. Los políticos tienen muchas respuestas, pero los artistas, los escritores, tienen más preguntas que respuestas”, afirmó.
Después de hablar de política, se refirió a su libro “Cuchillo”, en el que mencionó a amigos que ya no están. “A los 77 años uno comienza a perder personas. Empieza a despedirse de la generación con la que creció. Son pérdidas inevitables de amigos queridos que son parte de la vida”.
Cuando se le preguntó sobre la venganza y lo que ha vivido, respondió que era un sentimiento que consumía tiempo. “No me interesa la venganza; lo que me importa es trascenderla. Estoy aquí, tengo trabajo que hacer, hay vida por delante”, concluyó.
Con firmeza, sostuvo que no tiene ningún mensaje para su agresor: “Lo único que deseo es que permanezca donde está y que nadie le diga nunca más nada”, dijo. Se refirió a cómo las artes, en particular la literatura, han influido en su forma de lidiar con la idea de la muerte. “Cuando uno es joven, no piensa en la muerte; se siente inmortal. Es necesario hacer esa reflexión. Nunca se sabe cuándo va a llegar ese momento y por eso uno está ´incompleto´”. Lo único que sabe es que va a llegar y responder artísticamente a esa certeza le parece “bastante interesante”.
También habló sobre los riesgos de informar en tiempos convulsionados. Aclaró que sabía que no era algo nuevo, pues para él los escritores siempre habían estado en riesgo alrededor del mundo. “Pero seguimos adelante, sobrevivimos”.
Terminando la rueda de prensa, la columnista de El Espectador, Claudia Morales, le preguntó sobre su libro “Cuchillo”: “Este es un libro sobre muchos temas, pero esencialmente creo que es sobre el amor, ¿está de acuerdo?”.
“Es importante para mí que se entienda que este libro también puede considerarse una historia de amor. Una historia entre asesinato y amor, lo que es muy particular. Una historia entre la muerte y la vida”, respondió Rushdie. Añadió que la forma en la que superó esa muerte fue con amor, el de su esposa, su familia, su hermana y sus hijos.
“El amor no es un tema solo de novelas baratas, también puede ser un tema que reflexiona. Aquí estoy sentado, así que parece que en esta historia, el amor ganó”, expresó el autor.