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Beatriz González: duelo en el espacio público

La maestra Beatriz González (Bucaramanga, 1938) exhibe una importante reflexión, tanto en las calles de Bogotá como en una galería de la ciudad.

Daniel Grajales T.

05 de abril de 2019 - 07:49 p. m.
Hasta el 16 de junio estará la exposición "Paisajes nacionales" de Beatriz González en Galería Casas Riegner. / Cortesía
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Una mujer llora. Tiene su teléfono móvil en la mano, mientras se limpia las lágrimas con la otra. Esa es la primera escena, pero no la única. En la segunda, la mujer tiene un pañuelo, ese símbolo del dolor que bien puede resumir, con solo verlo, el sufrimiento de millones de mujeres colombianas, luego de más de medio siglo de conflicto armado con las Farc.

Podría ser una mujer cualquiera, una más de las víctimas. Sin embargo, su color rojo, sus líneas, el material sobre el cual está hecho su retrato, indican que se trata de una creación de Beatriz González, una de las artistas plásticas más importantes del país, quien regresa a un trabajo hecho por ella misma hace algunas décadas, esta vez para hablar de duelo, temática que lleva con total contundencia al espacio público de Bogotá, así como a la Galería Casas Riegner.

En la Estación Museo Nacional de Transmilenio, así como en plena carrera 7, entre calles 62 y 63, usted puede ver cómo la maestra fijó sobre las paredes una suerte de afiches, de obra gráfica sobre papel, para que el ciudadano de a pie se encuentre con una pregunta ¿quién pegó estas imágenes de mujeres llorando y con qué fin? También hay más lugares de barrios como La Candelaria, Chapinero y Quinta Camacho donde exhibida está su reflexión pública.

Puede leer: Lo que persiste en la obra de Beatriz González

González, maestra de la figuración, retoma la idea de Zócalo de la tragedia y Zócalo de la comedia (hecho en 1983), en una actualización de obra que ha titilado El zócalo del duelo, este 2019. Además de su maestría conceptual, ya que la creadora saca de los periódicos las fotos que inspiran las figuras de mujeres que después realiza en papel, se ve su vitalidad para decir más sobre la historia nacional, sobre el conflicto colombiano, enviando un mensaje directo cuando la polarización política llega a un debate sobre reacordar lo acordado ya en el Acuerdo de Paz.

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Sobre esta obra, que llena el espacio público de significado, como solo ella y el artista antioqueño Adolfo Bernal fueron pioneros en hacerlo en la plástica contemporánea nacional, a finales de los 70 e inicios de los 80; El Espectador conversó con la maestra Beatriz González.

Maestra Beatriz, explíqueles a los lectores por qué retomó la idea de arte en el espacio público de su obra Zócalo de la tragedia y Zócalo de la comedia, hecha en 1983…

Mi idea es hablar del duelo, que lo podemos hacer tanto hombres como mujeres, pero realmente en Colombia no lo hemos hecho. Con la cantidad de víctimas que hay, lo que quiero recordar, precisamente, es que debemos hacer duelo, como lo propuse desde mi obra en el Cementerio Central (Auras anónimas. 2009). Si logro salvar esta obra de la demolición que quiere hacer la actual Alcaldía de Bogotá, quisiera proponerle a la ciudad que este se un lugar de duelo, donde la gente pueda ir a pensar en sus muertos, para que las víctimas que no han aparecido nunca sean lloradas.

Sino se hace el duelo, no habrá paz. Aquí hemos hecho es pelotera, divisiones, una cosa casi vulgar de pelear por quitar el valor de la paz, por lograr que la paz no se destaque.

Quiero con esta obra, que es popular, que está en la calle, recordarles a los colombianos que debemos hacer nuestros duelos, recordar nuestros muertos, nuestras víctimas.

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Como plantea usted, esta es una repetición del Zócalo de la tragedia y Zócalo de la comedia (1983), dicha obra la hice cuando Belisario Betancur era presidente, porque había muchas repeticiones de parte suya sobre qué era el país, cuáles eran nuestros rasgos, cómo era nuestra identidad nacional; ello me motivo a decir que Colombia se dividía entre la comedia y la tragedia. Entonces, este 2019, lo que planteo es que, en la definición de país, todavía nos falta el duelo.

Son figuras de mujeres las que usa para hablar del duelo, ¿por qué?

Es muy curioso porque en las tragedias, no solo en las de la guerra sino también en las de la naturaleza, por ejemplo las poblaciones que quedan afectadas por los ríos, por derrumbes; siempre tenemos víctimas y duelos, y muchas veces son las mujeres las que dan las imágenes más contundentes. Por eso destaco la presencia de las mujeres, y, como ha sido siempre parte de mi trabajo, fue de imágenes de los medios de comunicación de donde saqué las fotos que inspiraron estos afiches. Me interesaron mucho las imágenes de una mujer que está apenada, porque luego de sufrir un dolor no logra comunicarse con sus seres queridos, y la otra mujer está secándose los ojos con un pañuelo. El pañuelo, el celular, le dan un toque especial al dolor de esas mujeres.

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La técnica de grabar sobre papel ha cambiado con los años, ¿cómo fue volverse a encontrar con este tipo de arte después de tres decenios?

Sí, la técnica ha cambiado mucho. Recuerdo que antes lo que habíamos era unos bloques de madera con metal encima para armar la figura, todavía tengo los que hicimos en 1983.

Ahora es una manera más moderna, hago la imagen inicial, figuro la imagen, hacemos una fotografía y después va un proceso de impresión. La tecnología ha modificado cómo grabar.

¿Qué ve en la realidad nacional hoy que no vio en los 80, cuando hizo el primer Zócalo?

En esa época lo que estaba haciendo era esa glosa de la identidad nacional, ahora no, porque eso como que ya nos importa. Es una manera de ver la realidad nacional desde la modernidad misma. Cuando hice el  Zócalo de la tragedia y Zócalo de la comedia, nisiquiera nos importaba el tema de la memoria, ahora nos peleamos, estamos divididos precisamente por la memoria. La memoria en Colombia está amenazada, la amenaza la gente que quiere que se cambie la historia y que no exista la paz, quienes niegan que lo que vivimos fue una guerra.

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Esas cosas “tan originales” están tratando de cambiar la historia patria, amenazan la memoria.

La crítica ha asegurado que algunos de los artistas que tocan el tema del conflicto, como la maestra Doris Salcedo, gozan de una suerte de “oportunismo”, que intentan “estetizar el dolor”. Sin embargo, a usted la respetan bastante y no cuestionan su manera de abordar este tema, ¿por qué?

Otros artistas lo hacen de una manera más joven, lo mio es una trayectoria, porque yo lo he trabajado siempre, casi que sin querer. Ahora hay unos artistas, como Doris Salcedo, a quien respeto mucho, con una manera más actual de aproximarse a lo que estamos viviendo, su manera es extraordinaria, como la de otros artistas que trabajan la memoria en sí. Lo mio es una coincidencia, he llegado a ello, la de los demás creo que es una decisión.

Dice la actriz Patricia Ariza, del Teatro La Candelaria, que las mujeres en Colombia “pueden combinar la cocina con la paz”, ¿qué piensa usted sobre el papel de las mujeres en conflicto colombiano?

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Hermoso eso que dice. Sin embargo, me parece un poco injusto con los hombres, porque creo que ambos sexos hemos luchado por analizar el país, por llegar juntos a ver cómo podemos aportar. Tanto mujeres como hombres hemos sido víctimas. El papel, tanto de mujeres como de hombres, es el de luchar porque no se olvide a las víctimas y, en este momento especialmente, porque no se olvide la paz.

¿Cree que es un momento crucial para hacer arte?

El papel de los artistas en este momento de nuestra historia es definitivo. El arte no tumba gobiernos, pero sí puede generar reflexiones. Es nuestro momento de aportar a la defensa de la paz, a motivar a esos ciudadanos a que comprendan lo que está pasando.

Adolfo Bernal (Medellín, 1954 – 2008) fue pionero en hacer afiches y pegarlos en el espacio público, en el V Salón Atenas en 1979, paralelamente lo hizo usted en 1983, ¿qué potencia reconoce en poner las obras en la calle, en sacarlas de las galerías y museos?

Lo que hizo Adolfo Bernal fue muy importante para la historia del arte colombiano, paralelamente lo hice yo. Lo suyo estaba relacionado con todo su arte conceptual, con todos esos códigos cifrados que le interesaban, algo más intelectual; lo mío, con la figuración, fue diferente, porque siempre he sido una artista figurativa, de imágenes y él usó palabras.

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En realidad, en ese momento me motivó la idea de hacer una burla al gobierno de Betancur, ahora vuelvo al espacio público, motivaba por la paz, por esa lucha que debemos emprender todos, no solo los artistas, todos los colombianos, por defender nuestra paz y defender a nuestras víctimas. Es hora de que hagamos el duelo.

Por Daniel Grajales T.

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