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Jerome David Salinger, más conocido como J. D. Salinger, nació el 1 de enero de 1919 en Nueva York. Su obra, “El guardián entre el centeno”, publicada en 1951, fue bien recibida por la crítica y sus cuentos cortos se destacaron entre publicaciones como Esquire, The Saturday Evening Post y The New Yorker.
Se dedicó exclusivamente a la escritura, luego de periodos breves en la Universidad de Columbia y la Universidad de Nueva York. Sus textos comenzaron a aparecer periódicamente a partir de 1940 en diferentes publicaciones. Tras su retorno del servicio militar en 1946, su escritura comenzó a ser asociada con la revista The New Yorker.
Salinger se convirtió en una figura encapsulada en el misterio, pues mantenía su vida privada en secreto y, luego de la fama que “El guardián entre el centeno” trajo, lidió con atención no deseada. La última obra que publicó fue la novela “Hapworth 16, 1924″, en 1965.
A continuación, presentamos algunas frases del escritor estadounidense:
- “Hay una paz maravillosa al no publicar. Es pacífico. Aún. Publicar es una terrible invasión de mi privacidad. Me gusta escribir. Me encanta escribir. Pero escribo sólo para mí y para mi propio placer”.
- “Soy conocido como un tipo de hombre extraño y distante. Pero lo único que hago es tratar de protegerme a mí mismo y a mi trabajo”.
- “Las escribí hace mucho tiempo y nunca tuve la intención de publicarlas. Quería que murieran de muerte perfectamente natural. No estoy tratando de ocultar las torpezas de mi juventud. Simplemente no creo que sean dignas de publicarse”, dijo el escritor sobre la colección no autorizada de historias cortas que se publicó en 1974 sin su conocimiento.
- “Nunca eliminas por completo el olor a carne quemada de tu nariz, sin importar cuánto vivas”, le dijo a su hija Margaret.
- “El contacto con el público obstaculiza mi trabajo”, dijo en 1953.
Frases de “El guardián entre el centeno”
- “Siempre digo “Me alegro de haberte conocido” a alguien a quien no estoy nada contento de haber conocido. Sin embargo, si quieres seguir con vida, tienes que decir esas cosas".
- “Cuando estás muerto, realmente te curan. Espero que cuando muera alguien tenga el suficiente sentido común como para tirarme al río o algo así. Cualquier cosa menos encerrarme en un maldito cementerio. La gente viene y te pone un ramo de flores en el estómago el domingo y toda esa basura. ¿Quién quiere flores cuando estás muerto? Nadie".
- “Si haces algo demasiado bueno, después de un tiempo, si no estás atento, empiezas a presumir. Y entonces ya no eres tan bueno”.
