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"Carmen y Lola", una historia que derriba fronteras en Cannes

La española Arantxa Echevarría ha logrado con su historia de amor de dos gitanas, "Carmen y Lola", estar en la Quincena de los Realizadores de Cannes, algo que aún hoy, el día que se presenta, le parece un sueño.

Alicia García de Francisco - EFE

15 de mayo de 2018 - 12:45 p. m.
Imagen de una escena de la película "Carmen y Lola", filme que narra la historia de una relación entre gitanas lesbianas. / Cortesía
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Y no solo porque se estrene en Cannes, donde recibió muchos aplausos en el primer pase oficial, sino por ver realizada la que es su ópera prima, que le ha costado mucho trabajo poner en marcha. Fue difícil conseguir interés de las productoras para este proyecto "bizarro y complicado", reconoce.

Primero porque las relaciones entre mujeres siguen siendo un tabú en muchas comunidades o en lugares pequeños, pero además porque se trataba de situar la historia en el mundo gitano, donde la visibilidad de las lesbianas es prácticamente inexistente.

Echevarría recuerda que cuando apenas tenía ocho años le decía a su padre: "quiero ser directora de cine". "Y aquí estoy", dice con una sonrisa que no desaparece ni cuando recuerda las enormes dificultades para sacar adelante la película.

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Tuvo que convencer a la comunidad gitana de hacer la película y, aún más difícil, encontrar a las protagonistas, un proceso en el que invirtió dos años.

El meterse en foros de redes fue la clave para llegar hasta estas mujeres y poder empezar a hacer pruebas. Se hizo amiga de muchos gitanos -"no hay mercadillo en el que no me conozcan", señala entre risas- y acabó llegando casi por azar a Zaira Morales y Rosy Rodriguez, que bordan sus papeles.

"Buscaba adolescentes para interpretar a dos mujeres que se enamoran, un tema tabú en la comunidad gitana", relata Echevarría, que considera que encontrar a las dos protagonistas, dos jóvenes gitanas sin experiencia previa como actrices, es lo que da "realismo y veracidad" a la historia.

Fueron necesarios tres meses de ensayos para ganarse su confianza y enseñarles lo que quería mostrar en la película y, una vez establecidas las bases, les dejó mucha libertad en las interpretaciones, al igual que a todos los que participaron en el rodaje.

Algo útil además para la primera parte de la película, con un tono claramente documental y que es casi un estudio antropológico de las tradiciones gitanas en lo que se refiere a las relaciones amorosas.

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El filme recrea una fiesta de pedida, la de una de las protagonistas Carmen. Y la directora les pidió que se comportaran como si fuera real y que hicieran lo mismo que harían en un acto similar en sus vidas normales.

Utilizando dos cámaras seguía a todos los participantes en esa pedida. "Se arrancaban a bailar, llevaban croquetas...eso es lo que hace poderosa la película", resalta la directora.

Un retrato muy realista de una comunidad concreta pero que Echevarría opina que se puede extrapolar a cualquier otra que sea igual de pequeña o cerrada.

Además de servir para mostrar un mundo, el gitano, "que tenemos al lado y nos ha acompañado durante siglos", que tiene unas características propias "y que forma parte de nuestra cultura", resalta.

Así como de reivindicación femenina, ya que se trata de una película en la que gran parte de los principales trabajos los han desempeñado mujeres, desde la dirección y la interpretación a la fotografía, la música o la producción

Por Alicia García de Francisco - EFE

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