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Y es que, como leona, Cersei siempre ha sido ambiciosa, pero esta ambición no nace de la mera sed de poder. Su causa es mucho más profunda, esto es cuestión de supervivencia.
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Quien le despertó este instinto fue una bruja llamada “Maggy la Rana”. Cuando tenía catorce años, cuando su padre estaba a punto de concertar su matrimonio con el príncipe Rhaegar Targaryen y cuando era la princesita más hermosa de los Siete Reinos, una vieja menuda, de dientes amarillos y ojos saltones, sacudió la fantasía en la que creía vivir. No, Cersei. Esto no es un cuento de hadas:
“—¿Cuándo me casaré con el príncipe? —preguntó.
—Nunca. Te casarás con el rey (…)
—Pero seré reina, ¿verdad? —preguntó la pequeña.
—Sí (…) Reina serás... hasta que llegue otra más joven y más bella para derribarte y apoderarse de todo lo que te es querido. (…)
—¿El rey yo tendremos hijos?
—Oh, sí. Él dieciséis y tú, tres (…) De oro serán sus coronas y de oro sus mortajas. Y cuando las lágrimas te ahoguen, el valonqar [hermano pequeño] te rodeará el cuello blanco con las manos y te arrebatará la vida."
Cómo vivir cuando te dicen que no te casarás con el príncipe de ojos violeta y cabello plateado. Cómo vivir cuando te dicen que tus cachorros tendrán mortajas de oro incluso antes de que puedas ejercer tu instinto de leona protectora. Cómo vivir cuando te dicen que otra más joven y bella, como si eso fuera posible, te arrebatará todo lo que te es querido. Vives, luchas, te proteges, porque para algo es que eres una leona.
A Cersei no la hizo Tywin, ni su madre, ni su hermano Jaime. La hizo Maggy la Rana. En Cersei Lannister, la profecía actúa como la bisagra que divide un antes y un después. Cersei es reina, pero una reina ahogada en la amargura. En efecto, se casó con el rey en lugar de con el príncipe. En efecto, él tuvo dieciséis hijos y ella tres. No es sorprendente que Cersei odie a Robert. Lo idolatró, para luego darse cuenta que no era más que un borracho y un abusador. Con su casco de astas de ciervo, su hacha de gigante; con su título de “señor de Bastión de Tormentas” cubriéndole la espalda…con dieciséis bastardos regados por todo Poniente, con un dolor en la entrepierna que la hacía recordar su saliva y su peso y su violencia de dios, cómo no sentir amargura, cómo no desencantarse de los cuentos de hadas de la infancia. Si se tiene compasión por la diosa Hera, ¿por qué no tendríamos compasión por Cersei?
Cersei está hambrienta de poder y nunca está saciada. Incluso, hará cualquier cosa para conseguir poder sin importar cuanta gente afecte, hiera o mate en el proceso. El fin último es ser la mujer más poderosa de Poniente por encima de los hombres que ella nunca podría ser. Con una madre muerta, un padre ausente, un hermano odiado y otro que es más un amor narcisista, a Cersei no le queda más que la seguridad del poder para sentirse protegida de los demonios que la han acechado desde su encuentro con Maggy.
Y por esto también es que Cersei ama a sus hijos hasta el punto de la locura, literalmente hablando. El correcto flujo del tiempo determina que los hijos sobreviven a sus padres, no al revés. Saber que tus tres hijos morirán frente a tus ojos es suficiente para volverte loco y este conocimiento afecta la crianza y el trato que Cersei le imparte a sus hijos. Especialmente con su primogénito es sobreprotectora e indulgente. Está tan aferrada a Joffrey que, inconscientemente, lo mima a lo largo de su vida y es incapaz de disciplinarlo. Parte de lo que Joffrey es se puede explicar por este trato y por la ausencia de una figura paterna. También, la reacción de Cersei al plan de Tyrion de enviar a Myrcella a Dorne muestra su pasional esfuerzo por proteger a su única hija. Le enfurece que vaya a casarse con un segundo Robert o con alguien aun peor, teme quitarle los ojos de encima y le aterra que muera en tierras lejanas. Es por esto que manda a uno de los mejores guardias reales a protegerla.
Igualmente, Cersei es tremendamente paranoica. Antes de la muerte de Tywin, lograba controlar esta falencia con algo de poder; pero, una vez el gran león muere, se deja llevar por la profecía como una vela al ritmo de una noche tormentosa.
“Está en los muros. Ha matado a nuestro padre, igual que mató a nuestra madre, igual que mató a Joff. —El enano también iría por ella. La Reina lo sabía: era tal como le había augurado la vieja en la penumbra de aquella carpa—. Me reí de la adivina, pero tenía poderes. Vio mi futuro en una gota de sangre. Vio mi sino”. Las piernas apenas la sostenían. Ser Boros fue a sujetarla del brazo, pero la Reina esquivó su mano. ¿Quién le garantizaba que no era una de las criaturas de Tyrion? (…) “Lo que necesito es sangre, no agua. La sangre de Tyrion, la sangre del valonqar”
Esta Cersei es aquella que, por fin, despliega sus garras de leona para evitar las profecías de Maggy la Rana. Hace todo lo posible por cercenar el poder de los Tyrell, llena el Consejo Privado de incompetentes o aduladores, y persigue a Tyrion hasta los confines de Asshai. Por la acción de Maggy, Cersei se convierte en aquella reina que, lo primero que hace al levantarse, es acudir a un espejo:
"Espejito, espejito mágico en la pared, dime una cosa, ¿quién es entre todas las damas de este reino la más hermosa?"
“Sansa”, le susurró alguna vez el espejo. Como consecuencia, Cersei la manipuló y humilló. Hubo ocasiones en que Sansa le recordaba los tiempos en que ella aún creía en el príncipe azul. Cuando ello ocurría, algún consejo le daba, pero venía salpicado de veneno. Otras veces, simplemente disfrutaba con su miseria, pues una Sansa debilitada no podía ser aquella doncella más joven y hermosa que le quitara todo lo que le era querido.
“Fue la doncella de la propia Cersei la que le arregló las uñas y le cepilló y le onduló la melena color castaño rojizo. También le llevó una docena de los perfumes favoritos de la reina (…)
—Los dioses han sido generosos contigo, Sansa. Eres una muchachita preciosa. Casi me repugna desperdiciar una inocencia tan dulce en esa gárgola”
Luego, el nombre que el espejo le susurró fue “Margaery”· y, por tanto, Cersei no hizo sino buscar la forma de neutralizarla y alejarla del único hijo que le quedaba al alcance. En Cersei, George RR Martin le dio un trasfondo a la Reina malvada de Blancanieves.
Así, la predicción de Maggy es la responsable de cada línea, pensamiento y acción de Cersei a lo largo de las siete temporadas de Juego de Tronos. Las acciones de Cersei prueban tener consecuencias para los Tyrell, Tyrion y otros, pero solamente ella sabe las razones tras ellas. Sin embargo, irónicamente…ni ella misma se está percatando de su propia caída. Los Tyrell adquieren poder gracias a que intenta que se juzgue a Margaery; ver enemigos en todas partes ocasiona que, al final, nadie confíe en ella, y tanto odio hacia Tyrion resintió el alma de su hermano hasta tal punto que, pronto, Cersei puede llegar a sentir el odio de vuelta en forma de cenizas en la boca.
“—Nunca me has caído bien, Cersei, pero eras mi hermana, de modo que jamás te hice daño alguno (…) Llegará un día en el que te sientas segura y feliz, y de repente tu alegría se te convertirá en cenizas en la boca, y ese día sabrás que la deuda ha quedado saldada”.
La tragedia de Cersei reside en la pérdida del libre albedrío, pero no porque la profecía sea un destino del cual sea imposible zafarse, sino porque Cersei decide, libremente, creer en ella e interpretarla a su manera. Si hubiera decidido no creer en ella o simplemente ignorarla, su relación con Tyrion tal vez habría sido cordial en la adultez, quizá Joffrey no se hubiera convertido en un monstruo, de pronto su padre seguiría vivo y su toma de decisiones sería mucho más concienzuda. Cersei es la única artífice del caos que ella misma está sufriendo.
Así, Cersei, tal como una Macbeth ponienti, es una exploración que dramatiza los efectos psicológicos y políticos producidos cuando el mal es elegido como una vía para satisfacer la ambición. Un mal que, por efectivo que sea en ciertos momentos, no será capaz de evitar el destino de los personajes por mucho que hagan y deshagan, afectando no solo a quienes los rodean, sino también sus propias almas. Para estos personajes, el destino está escrito y, por más que piensen en ello, jamás podrían interpretarlo de forma correcta.
La muerte de sus tres hijos fueron en parte por su culpa. Asimismo, cuando el espejo no sea capaz de prevenirla contra una doncella más joven y bella; cuando quien menos espera sea parte de su perdición, de lo que más se arrepentirá Cersei será de haber rechazado el gran poder y tranquilidad que puede conferir el libre albedrío, aquel que ella despreció para sentirse protegida bajo una trampa disfrazada de trono de hierro.