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Colette: literatura, sexo y libertad (Plumas transgresoras)

La escritora presentó una minuciosa descripción de la vida cotidiana, retrató los paisajes y la naturaleza con una especial sensibilidad, exploró la sexualidad sin ataduras convencionales y sus tramas registraron aspectos de las relaciones humanas.

Mónica Acebedo

09 de febrero de 2025 - 07:00 p. m.
Colette hizo su debut literario con “Claudine en la escuela”, en 1900.
Foto: Wikimedia
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“Para mí, es mi cuerpo el que piensa. Es más inteligente que mi cerebro. Se siente más sutilmente, más completamente que mi cerebro”.

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—La retraite sentimentale

La francesa Sidone Garielle Colette, más conocida como Colette, transgredió numerosas construcciones sociales. En su momento, su prosa fue considerada denodada y revoltosa desde un punto de vista narrativo y lingüístico; sus temáticas exploraron temas modernos como la sexualidad femenina, la identidad y la emancipación de la mujer. Además, su vida personal rompió con los convencionalismos de su época. Digna representante de la belle époque, aquel importante momento histórico que transformó el arte, la literatura y la cultura en general, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX en Francia. Fueron famosas las palabras de Simone de Beauvoir en una carta que escribió a su amante americano, Nelson Algren, sobre Colette: “Ella es en realidad la única gran escritora francesa (…) Fue alguna vez la mujer más hermosa. Bailó en espectáculos de toda clase, se acostó con muchos hombres, escribió novelas pornográficas y también buenas novelas. Amaba el campo, las flores, los animales y hacer el amor, y, asimismo, adoraba la vida sofisticada; también se acostó con mujeres. Era aficionada a la buena comida y al vino. Es decir, le gustaban todas las cosas buenas y se refería a ellas de forma maravillosa (…). Yo me enamoré de sus libros desde que era una niña” (citada en Women who Write are Dangerous, Abbeville Press Publishers, 2018, p. 92).

Sidone Garielle Colette nació el 28 de enero de 1873 en Saint-Sauveur-en-Puisaye, Francia. Creció en la Bourgogne, en el seno de una familia acomodada. A los veinte años se casó con el escritor Henri Gauthier-Villars, que escribía bajo el seudónimo Willy, quien la introdujo de lleno en el mundo de los intelectuales y artistas de París. Él le propuso que escribiera sus experiencias de jovencita. Fue así como publicó sus primeras novelas con el nombre de su esposo. Este abuso fue luego denunciado por ella misma, tras su divorcio. Sin embargo, ella siempre admitió que haber escrito para su marido le ayudó a afilar la pluma. Sus primeras publicaciones fueron semiautobiográficas: Claudine en la escuela (1900), Claudine en París (1901), Claudine en su casa (1902) y Claudine se va (1903). Se divorció de Willy en 1906. Trabajó como actriz, bailarina y siguió escribiendo. Publicó más de cincuenta novelas, varios ensayos sobre crítica literaria, cine, teatro y artículos periodísticos sobre arte y cultura.

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Su vida personal fue escandalosa: estuvo marcada por su independencia y ansias de libertad, fue abiertamente bisexual y tuvo muchos amantes. Fue elegida en 1945 la primera mujer miembro de la Academia Goncourt (sociedad literaria que otorga uno de los premios más importantes de la lengua francesa) y fue condecorada con la Legión de Honor (una de las distinciones más relevantes a personas en Francia por su labor intelectual, científica, política o cultural). Murió en París el 3 de agosto de 1954, tras padecer una feroz artritis que la postró en una silla de ruedas desde 1944.

Algunas de sus novelas más icónicas, aparte de las de Claudine, fueron: La vagabunda (1910), novela autobiográfica que recreó sus experiencias como actriz en el music-hall, donde reflexionó sobre la libertad femenina: “No tengo fe más que en él, y en mí misma. En él sobre todo, que me pesca cuando zozobro y me coge y me zarandea, como un perro de salvamento de náufragos cuyos dientes agujerean cada vez un poco más mi carne”. Chéri (1920) se centró en juegos de seducción y estereotipos sociales. Se trató de una relación apasionada entre una mujer de cincuenta y un joven de veinticuatro: “El amor es un país extranjero, pero, ya que el destino de las flores tardías es deshojarse, al menos hay que asegurarse de que lo hagan desde el más bello de los jarrones”. Sido (1929) fue un homenaje a su madre, y Gigi (1944), la historia de una jovencita que se preparó para ser una cortesana, fue adaptada al cine en 1958.

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En conclusión, Colette fue una de las escritoras más influyentes de la primera mitad del siglo XX, no solo en Francia sino en el mundo entero. Su obra fue vasta, diversa y multitemática, aunque hay algunas características comunes: presentó una minuciosa descripción de la vida cotidiana, retrató los paisajes y la naturaleza con una especial sensibilidad, exploró la sexualidad de una forma libre de ataduras convencionales, sus tramas registraron aspectos de las relaciones humanas y de la situación de las mujeres en la Francia de comienzos del siglo XX, de los roles de género y del paso del tiempo. Sus obras fueron traducidas a varios idiomas, muchas de sus novelas fueron llevadas al cine, a la televisión y al teatro. Su vida misma fue representada en el cine (Colette, liberación y deseo, 2018, dirigida por Wash Westmoreland).

Cierro con una cita de Claudine en la escuela: “Aun así, si yo hubiera hablado de tomar ‘un amigo’ en lugar de ‘un amante’, él habría encontrado muy bueno mi pequeño razonamiento. Para Renaud, el adulterio es una cuestión de sexo”.

Por Mónica Acebedo

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