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De la abstracción concreta al concepto de “vacío”

Artistas como Yairo Mejía han encontrado en los fundamentos de la pintura abstracta una forma rigurosa, impecable y cargada de poética para manifestarnos su visión particular sobre las cosas del mundo.

Kasimir Malevich
12 de enero de 2022 - 02:00 a. m.
La exposición “Vacíos” estará abierta al público hasta el 15 de enero de 2022.
La exposición “Vacíos” estará abierta al público hasta el 15 de enero de 2022.
Foto: Úrsula Ochoa

La abstracción, especialmente la geométrica, ha sido para los sistemas de representación en el arte desde un punto de vista estético el mejor aliado que ha podido tener históricamente la pintura. De hecho, y he aquí la paradoja, pero también su importancia, es gracias a la pintura abstracta, a propósito de la estética de la recepción de Hans Robert Jauss, que el espectador puede empezar a tener un “ojo entrenado”. En ese sentido, si el dadaísmo provocaba en el espectador cierta indignación ante la desmitificación del arte, el arte abstracto sin duda, como lo ha señalado Harold Rosenberg, “lo convierte en un esteta”.

Así, artistas como Yairo Mejía (Bogotá, 1947) han encontrado en los fundamentos de la pintura abstracta una forma rigurosa, impecable y cargada de poética para manifestarnos su visión particular sobre las cosas del mundo que considera como puntos transcendentales para desarrollar su trabajo. Sobre esto es importante destacar su interés por los espacios urbanos, así como por los desafíos existenciales que puede sobrellevar el ser humano desde los fenómenos de la vida y la muerte.

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La galería Carlos Orozco en Medellín, que abre su espacio con el propósito de enfocarse en el desarrollo de un componente expositivo relevante, comienza su nueva etapa con la exposición de la serie Vacíos, de Yairo Mejía. En ella se reúnen una serie de propuestas pictóricas, así como algunas piezas escultóricas que encarnan una reflexión sobre la “pintura objetual”, donde se evidencia, en primer lugar, la importante evolución que ha tenido la obra del artista desde que comenzó a indagar sobre esta serie en particular, y, por otra parte, nos encontramos frente a una magnífica propuesta de pintura concreta, cuando aquella se emancipa de cualquier clase de anécdota particular, revelada en construcciones de líneas, formas y colores que procuran acercarnos a la esencia del propio trabajo del arte, es decir, a la filosofía misma del quehacer artístico.

Sobre las reflexiones que presenta la exposición, escribe el curador y gestor Armando Montoya: “Los primeros acercamientos a la serie Vacíos (2017 en adelante) se dan como una transición con interespacios, esto es, de una alusión directa a símbolos y signos de ciudad (culatas de edificios, fachadas, terrazas y arcos que insinúan montañas que se cuelan entre la arquitectura), Mejía pasa a proponer composiciones sugeridas por la sensación de vacío que, en primera instancia, aluden al suicidio (personas que se lanzan por un balcón producto de una depresión y piensan en la sensación que se puede sentir cuando están cayendo). En segunda instancia, se refiere a la desaparición de un ser querido y la sensación de vacío cuando este ser no aparece. Esta sensación se traduce en formas no figurativas, en planimetrías vistas en altura como único horizonte de un ‘no futuro’, para quien ya va camino al vacío-ausencia”.

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Por otra parte, la fuerza cromática que percibimos en las obras del artista no deja la menor duda de que hay una conciencia pictórica que insiste en atrapar al espectador a partir de esos “medios mínimos” para generar el “efecto máximo” que nos lleva a recordar el trabajo de uno de los artistas que más insistió en el estudio del color: Josef Albers (1888-1976), y en cuya obra se evidenciaba su lectura y admiración por Gohete y su Teoría de los colores, donde se designaría el color en el arte como el medio por excelencia para la experiencia sensible.

En las obras de Yairo Mejía la potencia del color es evidente, pero también se marca un cuidado exquisito por la línea y la forma, pues en sus composiciones se manifiesta un aura bastante arquitectónica que solo es posible a través del acertado rigor de un dibujante disciplinado como lo ha sido Yairo desde su formación.

“Cuando estaba en la universidad me llamaba la atención la Escuela de Nueva York, siempre quise llegar a eso, y en la universidad lo hice, pero después sentí la necesidad de conocer más, sobre todo a través del dibujo de la figuración, y me sometí a una disciplina de muchos años, pero la idea desde el comienzo fue la de ser abstracto”, contó el artista.

Yairo Mejía es un artista disciplinado, que trabaja sin las ínfulas del amateur o el artista emergente que se topa con una partícula de éxito comercial y luego produce sin conciencia obras insustanciales que luego presenta de cualquier manera y en cualquier espacio, sin importar si realmente aquello que ha realizado tiene alguna relevancia.

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Mejía aparece cada tanto tiempo para recordarnos que las mejores obras se hacen desde la prudencia que traen los años y la coherencia que se refleja en una obra impecable.

Así, la exposición de la serie Vacíos es una invitación especial a los espectadores para que reactiven su capacidad perceptiva a partir de los elementos más esenciales y concretos, aquellos que muchas veces son olvidados dentro de tantas pretensiones discursivas y sociales: la línea, el color y la forma, que seguirán siendo, sin duda, aquellos elementos que servirán para estar en completa armonía con el fin último del arte, es decir, en palabras de los pioneros de la abstracción, para hacer del arte “un lenguaje universal”.

Por Kasimir Malevich

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Valentina(14427)12 de enero de 2022 - 02:01 p. m.
Los análisis y críticas sobre las artes plásticas deberían usar un lenguaje sencillo en sus palabras y en su composición gramatical. Se puede decir lo mismo de manera sencilla sin sacrificar aspectos filosóficos y éticos del arte. Pero los analistas confunden fondo con forma y en su afán por parecer cultos enredan estos escritos hasta volverlos un ladrillo.
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