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El mito del baile de los animales, también conocido como el baile del frío, se remonta al relato en el que se habla sobre la rareza natural de lo que pasa estacionalmente en el suroriente de Colombia: la Amazonia. El “friaje” es el periodo en el que la temperatura de la selva disminuye notoriamente por la llegada del aire frío que sube desde la Patagonia hasta la selva, y se mezcla con el cielo despejado y el sol ardiente. Durante este lapso, los animales no dan paseos y se quedan en sus refugios. De acá nace el mito que ha sido heredado por varias comunidades indígenas de la Amazonia, quienes han contado la costumbre que tienen los animales en esta época, pues ellos narran que las bestias se van a celebrar un baile y por eso, cuando los cazadores van en su búsqueda no dan con ellos. El próximo año, Fernando Urbina lanzará el libro del relato uitoto completo, donde se hace la reconstrucción imaginaria de cómo fue el primer baile del frío.
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Croché Títeres surgió en 2009 con el grupo Eclipse, fundado en 2004, de la Universidad Nacional de Colombia. Luego creó un nuevo espacio con la idea de “tejer”, como una reivindicación del trabajo manual, para que el arte y las artesanías sean vistas como iguales. Asimismo, se juega con diferentes técnicas artísticas, como lo son la creación de títeres y nuevas piezas artesanales con diversos materiales, con el objetivo de dar vida de una manera innovadora a sus historias.
El repertorio artístico, como lo plantean las antropólogas Hansbleidy Lancheros Guerrero y Victoria Sánchez Calderón, directoras del grupo, es producto del cuestionamiento acerca de la humanidad, sus encuentros y contradicciones.
Estas preguntas surgen de la mano de la cotidianidad y de su profesión, dando como resultado una urdimbre de historias que tocan problemáticas de la “normalidad” que se vive día a día, a partir de un profundo análisis personal, siendo la magia y la fantasía el eje central de sus historias. Los montajes del grupo son protagonizados por seres de otros mundos, animales u objetos.
El año pasado, la propuesta de esta obra de teatro con títeres ganó la beca de Creación de Obra para Público Infantil, de Idartes, la cual generó que se convocaran diversos artistas, entre estos Alexánder Bustamante, artista plástico, quien le dio vida a cada personaje. Los títeres fueron construidos con diferentes materiales que hicieron enriquecedora la puesta en escena. Entre estos: espuma, icopor, porcelanicrón y retazos de tela. Bustamante recogió los colores de la selva y de la región andina, los colores vivos.
En esta fiesta ancestral hay múltiples encuentros y desencuentros, que desencadenan en peleas entre los invitados. Tales enfrentamientos generan en los cuerpos de los animales marcas y formas que los distinguen hasta la actualidad.
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La fiesta que venció al olvido es una propuesta poética y titeril, en la que el mito, como ya se mencionó, se traslada al lenguaje del teatro de títeres y objetos, mezclando la historia del mito original. En su versión se incluye la época de las caucheras, en la cual, con la excusa de la explotación del caucho, se torturó a gran parte de la población indígena a comienzos del siglo XX.
Los animales se reúnen en una celebración en la maloca de Royizimui, para esconderse de los cazadores durante la época del friaje. Allí se desarrollan peleas, sobornos, agresiones y endeudamientos de manera similar a las que vivió esta comunidad indígena durante la época de la explotación cauchera.
Esta historia es un cruce de relatos mitológicos y memorias de las caucheras, que transcurren en un contexto ritual, una fiesta de tiempos mitológicos, de corporalidades extracotidianas, que invita a sus participantes a celebrar para vencer el olvido.
Así como Antígona y Edipo rey mantuvieron vivos los mitos griegos a través del teatro, hoy nuestra oralidad ancestral está siendo rememorada en las tablas por nuestros artistas en busca del bien con el patrimonio cultural.