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Defender a Foucault

El “caso Foucault” ha reactivado el viejo debate sobre la coherencia entre obra y vida personal.

Damián Pachón Soto.
17 de abril de 2021 - 08:30 p. m.
Michel Foucalt, uno de los filósofos franceses más importantes del siglo XX.
Michel Foucalt, uno de los filósofos franceses más importantes del siglo XX.
Foto: Archivo particular

El caso ha dado origen a un aluvión de intervenciones de quienes están a favor del pensador francés, muchos de sus seguidores, y hasta de sus idólatras. Igualmente, ha avivado las pasiones de sus detractores, de los francófobos, de todos aquellos enemigos del mal llamado marxismo cultural, del estructuralismo, el posestructuralismo y hasta el posmodernismo, pues Foucault ha sido adscrito a muchas de esas corrientes. Pero, ¿debemos cancelar a Foucault? Antes de responder la pregunta, me gustaría decir algunas cosas.

Si un verdadero filósofo es aquél que genera nuevas formas de entender, comprender, valorar, pensar, etc., un problema, un objeto de investigación, sin duda Foucault lo fue. Su presencia en el panorama intelectual desde los años sesenta, desde la publicación de Historia de la locura en la época clásica, Las palabras y las cosas o La arqueología del saber, así como sus posteriores estudios sobre el poder, la verdad, la cárcel, el sujeto, el neoliberalismo, las prácticas de libertad en los antiguos y el cristianismo, la biopolítica, dan fe de ello. Foucault logró crear un orden conceptual alrededor de esos objetos, de esos temas, en un trabajo monumental de estudios de archivo de la Francia moderna, y de fuentes textuales antiguas.

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Su metodología, la arqueo-genealogía con sus énfasis en el subsuelo y en las condiciones de posibilidad de todo discurso, de la constitución misma de las ciencias humanas y de todo saber (la episteme), así como las relaciones entre verdad y poder (en un arsenal construido en diálogo con Nietzsche, como se muestra en su libro Nietzsche, la genealogía, la historia), etc., se ha extendido hacia otros campos: la historia misma y la historia de la educación y las prácticas educativas, y hasta la historia de la filosofía en América Latina y en Colombia, tal como aparece en los estudios de Renán Silva, Oscar Saldarriaga, Olga Lucía Zuluaga, Santiago Castro-Gómez, Carlos Arturo López Jiménez, para citar algunos. Sus aportes a los estudios biopolíticos están extendidos por todo el mundo, y sus construcciones metodológicas no han dejado indiferente a grandes filósofos como Habermas (que se ocupa de su obra en su libro El discurso filosófico de la modernidad), o Axel Honneth, hasta Peter Sloterdijk en la actualidad. Hay que recordar que un pensador de la talla de Sartre, otros como Pierre Bordie, todos ellos han tenido que ver algo con él, así sea para criticar algunas de sus posiciones o vacíos.

Foucault no solo ha tenido influencia en el orden teórico, sino en el campo cultural. Y es así desde hace sesenta años. No creo, por supuesto, que sea el mayor filósofo de occidente, pero su influencia en la epistemología de las ciencias sociales, en la filosofía en general, en los historiadores, pedagogos, etc., que más que asumir sus filosofemas específicos, usan su método como “caja de herramientas”, es sintomático y algo indican. Desconfió mucho de quienes arrogantemente dicen: “era un charlatán”, “no era un filósofo”, pues es como si se creyeran dueños de un “filosofómetro” con el cual miden a su antojo lo que no les gusta, o lo que es diferente a lo que ellos afirman o profesan, cuando la historia misma del pensamiento está plagada de ejemplos de pensadores que fueron considerados menores y luego han sido rescatados por la misma comunidad filosófica. Esos rescates ocurren cuando se mira diferente, se dejan los pre-juicios, o se crean nuevas maneras de acercarse al pasado, a la tradición. Habrá que recordar que a Nietzsche le ocurrió lo mismo, y a comienzos del siglo XX aún se dudaba que fuera un filósofo cabal.

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No creo que Foucault sea una moda: éstas duran muy poco en un mundo como el actual, y Foucault ya tiene una presencia de más de medio siglo.

Por último, y para responder a la pregunta, no creo que debamos cancelar a Foucault. Creer que la inteligencia se corresponde necesariamente con la ética personal es moralismo puro y duro. si bien se suele idealizar a los pensadores (Heidegger es otro caso), lo cierto es que sí se escudriñara la vida personal de cada uno, algo reprobable se encontraría. En este orden de ideas habría que cancelarlos a todos, incluyendo a muchos venerables científicos del siglo XX. Hay conceptos, hay herramientas teóricas, hay miradas, perspectivas, hay creaciones, etc., que sobreviven mucho más allá de los “pecados” de sus creadores. La coherencia total entre vida y pensamiento es más bien algo excepcional, es más bien un anhelo, un ideal.

Por Damián Pachón Soto.

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David(rw99f)21 de abril de 2021 - 03:20 a. m.
Buen artículo, pero escriban bien, pusieron Pierre Bordie en lugar de Pierre Bourdieu, no se dice diferente a, se dice diferente de, ja, ja, ja. Viva Foucault.
Carlos(90602)18 de abril de 2021 - 02:14 p. m.
El debate debe girar en torno a la llamada "cultura de la cancelación", esta sí una moda moralista. Sin estar de acuerdo con muchas propuestas elaboradas por Foucault, es necesario debatirlas a nivel teórico y conceptual y no moralista.
Lorenzo(2045)18 de abril de 2021 - 03:47 a. m.
Existe una opinión autorizada (en sentido o términos de "autorictas") de Rafael Gutierrez Girardot, uno de nuestros grandes olvidados (incluso, pero no por, alumno de Heidegger) hablando de Foucault, pero en general de los "estructuralistas y postestructuralistas -en ambas toldas militó el apreciado Michel: decía, no sin sorna, el filósofo alemán nacido en Sogamoso (RGG):
  • Lorenzo(2045)18 de abril de 2021 - 04:13 a. m.
    "Poco o nada a lo dicho en el siglo XX (cito de memoria) aporta Foucault; sucede con él y su generación: también ellos manifestaron cierta proclividad del pensamiento francés: la necesidad de decirlo todo de un modo muy original". Hay otro señor, francés para más veras que les da más duro: J.Bouveresse. "son modas filosóficas". Sin embargo, Foucault nos previno sobre el regreso del (neo)Fascismo.
Javier(18622)18 de abril de 2021 - 02:30 a. m.
Que pésimo artículo. Incluye errores de ortografía.
David(odbmp)18 de abril de 2021 - 01:55 a. m.
¿Acaso sus palabras no cambian a raíz de lo que estaba oculto?
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