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Dos libros que a primera vista pareciera no tener puntos de unión, pero si que los tienen. El primero, Rolpaisa, de la politóloga pereirana Luz María Zapata (L.M.Z). Y el segundo, Proyectos urbanos del arquitecto e historiador ubateño Carlos Niño Murcia. Ambos con vidas y trayectorias profesionales desarrolladas en Bogotá y su corazón partido entre esta capital y sus ciudades de origen, como ha sido el caso de un enorme porcentaje de quienes en esta ciudad que tanto queremos y nos duele hemos hecho nuestras vidas. Así lo define L.M.Z con el título de su libro: tengo tanto de rola como de paisa.
¿De dónde los puntos en común con lo que nos cuenta un profesional de la historia de la arquitectura y el urbanismo con los de una profunda conocedora y apasionada de nuestro devenir político? Simple. La etimología de la palabra polis -raíz latina de política- significaba ciudad, pero no solo en el sentido físico, sino también como comunidad política organizada.
En los últimos años, se han publicado varios libros de memorias escritos por protagonistas de nuestra vida política de la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI; se me vienen a la cabeza nombres como los de Enrique Santos C. Rudolf Hommes, Salomón Kamanovitz, Alfonso Gómez M., Jorge Enrique Robledo, Humberto de la Calle, Juan Manuel Santos y Guillermo Perry. De las mujeres tengo en mi memoria los escritos por Ángela María Robledo, María Emma Mejía y ahora L.M.Z. Curiosamente todos estos, de pensamiento liberal.
Empieza L.M.Z su libro con bellas estampas de su infancia y adolescencia con su familia inmediata en Pereira y en su finca en el corregimiento de La Florida, a 10 kilómetros de distancia; lugar, desde mi punto de vista, el más atractivo paisaje en Pereira y sus alrededores. Con una prosa delicada, L.M.Z nos sitúa en el territorio y en sus gentes: evoca el arrullo del río Otún y la presencia imponente de la Cordillera Central, que desciende desde su punto más alto, en la Laguna del Otún, para dar forma a este paisaje fértil y hermoso.
En este lugar y de manera muy eficaz recibió L.M.Z las primeras y bien formadoras lecciones de democracia, que ella en su libro agradece y valora enormemente. En las Navidades sus padres les regalaban, a ella y a su hermana, la misma muñeca que recibían las hijas de los trabajadores de la finca. U, oyendo a su padre decir: “Si yo veo a otra persona con la misma camisa mía, quiere decir que voy bien vestido.”
De su mamá derivó el amor por la política, viéndola en la Florida escuchar y hablar con los campesinos, y de su padre, el amor al trabajo, al orden y a la disciplina; un hombre que con legítimo orgullo, nos cuenta L.M.Z., solamente hizo hasta el tercero de primaria, lo que no le impidió ser un exitoso empresario y emprendedor, quien luego motivó a su señora Luz Mary a diplomarse en derecho, a la vez de que se preocupó por darles a sus tres hijos la mejor educación posible, dentro y fuera del país.
A su regreso a Colombia, después de pasar temporadas de estudios en Inglaterra y en Italia, con 23 años de edad, como si la estuviera esperando, se encontró con Julio Sánchez Cristo -“el hombre que se cruzó en mi camino y me cambió la vida”-, quien la invitó a ser presentadora de Panorama, un programa televisivo de alto impacto, con los espacios de opinión y análisis más influyentes del país en su momento. Es así como, se puede decir, inició su vida activa en la política. Resumen. Julio Sánchez le abrió las puertas de Panorama y Panorama se las abrió a la exitosa vida pública y laboral que ha tenido.
Rolpaisa es un libro que, como su carátula lo sugiere, es un manual a través de una historia personal de cómo se construye una líder. Para su autora, el trabajo en equipo con miradas complementarias, equipos diversos, pensamiento crítico y propósitos comunes es el mejor camino para construir, amén de conducir con humildad. Está convencida de que el estilo de liderazgo que busca brillar en solitario no es la vía y su trayectoria lo prueba. Observar y escuchar son mandamientos para ella. Fue dos veces candidata al Concejo de Bogotá y para llegar en ambas le faltaron no más 300 votos en la primera y 48 en la segunda.
Fue presidenta de la Asociación Colombiana de Industrias Licoreras (A.C.I.L) durante 14 años, lo que le permitió interactuar con los gobernadores de los 16 departamentos más grandes del país y luego fue presidente de Asocapitales durante ocho años, un gremio que representa al 50 % de la población colombiana. Lugar privilegiado para conocer las necesidades e intereses de nuestras capitales en tan diversas regiones. Queda claro, el conocimiento de nuestro país y nuestra gente que tiene L.M.Z difícilmente se logra sin un decidido sentido de lo público y de un trabajo muy cuidadoso. El orden es lo suyo; así lo resume: “En el orden no hay lugar para la corrupción”. Frase lapidaria. O, esta otra: “el orden para mí no es vanidad, ni la estética un lujo.”
Para empatar la política en este escrito con el urbanismo, comienzo con palabras de L.M.Z: “las ciudades que lograron transformaciones profundas lo hicieron gracias a planes flexibles, capaces de adaptarse ante los obstáculos… El gobierno tiene un papel clave: generar entornos, crear oportunidades, garantizar acceso a servicios y educación” y esto es lo que nos muestra Carlos Niño Murcia (C.N.M) en su oportuno libro Proyectos Urbanos para una ciudad de papel.
Cuando en la presentación del libro lo tuve en mis manos, inmediatamente, como un reflejo, salió de mi boca la frase dirigida al autor: “¿Usted estuvo encima de la edición de este libro?”. La respuesta inmediata fue: “sí”. Hice la pregunta porque a la vista salta el impecable y llamativo cuidado con que este se hizo. La atractiva portada, calidad de los materiales, diseño y nitidez de las fotografías, que no son comunes en libros técnicos como lo es este...
Por ejemplo, en la primera página, que a primera vista está en blanco, en letras muy pequeñas, en un rincón de esta, se lee: “Este libro no está descuadernado, es así”. De esta manera entra uno al libro con el pie derecho; con una sonrisa. Se trata de un novedoso sistema de encuadernación en el que el lomo está suelto, lo que permite que el libro se abra totalmente y las imágenes que están en doblepágina se vean mejor. Se llama encuadernación suiza. Ya había visto algunos libros editados de la misma manera; hoy confieso con vergüenza y osadía que pensé: “Ah, qué mediocridad la de esa editorial”.
El libro contiene muy detallados y cuidadosos resúmenes de 43 “propuestas frustradas para Bogotá” y de eso, más que del análisis de los proyectos expuestos -lo que sería imposible en estas líneas-, me centraré en la gravedad que representa esta frustración. El trabajo y los dineros perdidos por la no ejecución de proyectos urbanos de gran importancia e impacto local y metropolitano y, más que esto, mucho más que esto, está el hecho de haber privado a la ciudad de haber mejorado las condiciones urbanas, de habitabilidad y convivencia, que tanto necesitamos los bogotanos. Principalmente, los habitantes de estos barrios, la gran mayoría de ellos, localizados en los sectores más pobres, no solamente desde el punto de vista económico y social, sino de calidad espacial. Algunos de ellos en sectores de riesgo. ¿Cómo por Dios hacerles ver a nuestros gobernantes que la arquitectura es un bien social? Y que invertir en la construcción de espacios amables y generosos construye comunidad, seguridad y por ende productividad, que es uno de los requerimientos más sentidos de nuestras ciudades.
Las necesitamos amables y productivas. Poco se habla de este último adjetivo a la hora de construir ciudades, pero la ciudad como motor de productividad es una idea central en la economía urbana y en la política pública: las ciudades concentran personas, actividades y recursos de un modo que potencia la creación de valor.
Esta productividad no surge solo del capital físico, sino de la interacción social organizada en el espacio. Esto no lo están generando la mayoría de los barrios de bajos estratos de Bogotá, como lo son los que presenta este importante libro y que es donde más se necesita. Libro al que doy importancia por convertirse en un registro, o si se quiere una denuncia -¿no cabría aquí el detrimento patrimonial?-, de lo que pudo haber sido y no fue, confiando en que sirva de testimonio para lo que no puede volver a suceder o también como documento didáctico para estudiantes de arquitectura y urbanismo.
Importante conocer la historia no solamente de lo que se hizo, sino también de lo que no se hizo y se debió haber hecho, a la vez que estudiar las propuestas de reordenamiento urbano en él presentadas. En palabras del autor: “Sólo una estructura permeable puede lograr la integración social y democrática”. Palabras que veo afines a las de L.M.Z. cuando arriba nos dijo: “el orden no es vanidad, ni la estética un lujo.”
Colombia es el segundo país del mundo con el tercer más alto rango en el escala Gini de desigualdad, superado solamente por Suráfrica y Nambia. Una de las maneras más eficaces de corregir esta vergüenza mundial y tragedia nacional de la que poco se habla es, entre otras y tal vez una de las más eficaces, construyendo ciudades incluyentes como las que se nos muestra en este libro, diseñadas por Carlos Niño y su equipo, para gobernantes que creyeron en ello. Pero no. No se ejecutaron. Se cumple la regla de oro de nuestro servicio público, “el funcionario que me antecedió hizo todo mal, como también lo hizo el que me sucedió”.
Para cerrar, recomiendo vivamente a profesores y estudiantes de arquitectura y urbanismo, así como a quienes tengan responsabilidades públicas ligadas a la creación de espacios, el texto introductorio del libro, 18 deliciosas páginas de una experiencia que constituye una verdadera lección —clara, sensible y profunda— sobre la ciudad, el territorio y el sentido público del espacio.
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