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El cómic que rescata a una de las primeras escritoras feministas de la historia

La ilustradora franco-argentina Paulina Spucches publicó Brontëana, una novela gráfica que recupera la figura de Anne Brontë, autora de La inquilina de Wildfell Hall, considerada una de las primeras novelas feministas del siglo XIX.

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Begoña Fernández
04 de octubre de 2025 - 11:42 p. m.
La ilustradora Paulina Spucches presenta Brontëana, una novela gráfica pintada a mano que revive la historia de Anne Brontë y su papel pionero en la literatura feminista del siglo XIX.
La ilustradora Paulina Spucches presenta Brontëana, una novela gráfica pintada a mano que revive la historia de Anne Brontë y su papel pionero en la literatura feminista del siglo XIX.
Foto: EFE - Paulina Spucches
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Un viaje al condado inglés de Yorkshire y a la casa de las hermanas Brontë impulsó a la ilustradora franco-argentina Paulina Spucches a publicar “Brontëana”, una novela gráfica que rescata la vida de Anne, la más pequeña, a menudo olvidada, pero que ahora la crítica considera una de las primeras escritoras feministas de la historia.

En una entrevista, Spucches (1999), que se declara fan de las hermanas Brontë (Emily, Charlotte y Anne) descubre en esta novela a la más pequeña y la hace protagonista de “Brontëana”, publicada en septiembre por la editorial española Garbuix Books, que distribuye también en Latinoamérica.

El cómic muestra cómo la novela ‘La inquilina de Wildfell Hall’, de Anne, rompe con las reglas de la Inglaterra victoriana de su tiempo y cuenta la historia de una mujer que huye con su hijo de un marido violento, en un momento en el que la disolución del matrimonio era ilegal.

Seudónimos masculinos con las iniciales de sus nombres

“Era un deseo personal y una pasión dibujar y reescribir el universo de las hermanas Brontë, en formato de novela gráfica”, dice la autora, que narra cómo las tres utilizaron en principio seudónimos masculinos para poder publicar y se convirtieron en Currer, Ellis y Acton Bell, utilizando las iniciales de sus nombres reales.

Y es que, según cuenta en la historia, los hombres de la alta burguesía inglesa se preguntaban quién se escondía tras esos seudónimos y si acaso era un mismo hombre. También se escandalizaban del argumento y de lo que les pasaría “a las pobres mujeres que se encontraran con una obra como esta en sus manos”.

Anne murió de tuberculosis a los 29 años, en 1849, pero la semana antes de fallecer escribió una carta en la que admitía que, tras haber publicado dos novelas (la otra fue ‘Agnes Grey’) y numerosos poemas, tenía aún mucho que decir en una sociedad victoriana y patriarcal.

Spucches explica E que su novela gráfica está inspirada en hechos reales, pero el conjunto es una ficción: “Todo está documentado, pero narrado de forma imaginativa jugando con leyendas y relaciones no probadas, como por ejemplo el hecho de que Charlotte hubiera quemado manuscritos de sus hermanas después de sus muertes”.

Feminista en una familia religiosa

Sobre el feminismo que los críticos atribuyen hoy a Anne Brontë, la ilustradora explica que la situación social de las hermanas, hijas de Patrick Brontë, un sacerdote anglicano irlandés que se quedó viudo con tres hijas y su hermano Branwell, les impedía publicar por falta de recursos, pero también por su condición de mujeres.

La autora revela que las hermanas no tenían otra opción que trabajar como institutrices, por lo que el hecho de escribir y recibir un primer salario era “algo inédito” para ellas.

El otro camino para las hermanas era casarse, ya que si el padre fallecía se quedaban sin la casa, que era propiedad de la iglesia. Finalmente, el padre sobrevivió a todas las hijas.

El cómic está pintado a mano con témpera sobre papel y evoca la época victoriana, pero con colores rojos, malvas y verdes, que son los que dominan en el paisaje que la autora vio en su viaje en solitario al pueblo de Haworth, en el condado de Yorkshire, donde residían las hermanas.

Para dibujar a Anne, Spucches se basó en retratos reales, en concreto uno realizado a mano el 17 de abril de 1833, cuando tenía 13 años.

Con la obra, la ilustradora quiere transmitir al lector su pasión por el mundo de las hermanas Brontë, “poniendo una piedrita y adelantando a la hermana menor” y contando, además, la hermandad entre ellas y su amor al arte, a la naturaleza y a los derechos de la mujer.

Por Begoña Fernández

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