¿De dónde salió la inspiración para las obras exhibidas?
Creo que llevo 20 años trabajando el tema de memoria, es una inquietud personal. Cuando hice mi maestría en antropología social caí en la cuenta, en el proceso de hacer Río abajo, que el asesinato de mi tío tuvo un impacto muy grande en mi vida. Este tema, cuando empecé en el arte, no fue mi idea inicial, sino que empezó a pasar y con el tiempo un poco la reflexión es esa, que efectivamente en el caso del asesinato de mi tío, nosotros nos enteramos por televisión. Mi mamá reconoció en la noticia de última hora el sombrero de mi tío. Mi tesis se llama “Noticia al aire, memoria en vivo, etnografía de la comunicación mediática de una muerte violenta”. Ahí lo que analicé fue una etnografía de mi familia, de cómo nos impactó la noticia. Por eso trabajo mucho en el tema de la representación de ese acto violento y resignificar eso a partir de los dolientes para los dolientes.
¿Qué significa para usted la memoria?
La memoria sin duda está ligada a los vivos. El duelo, el dolor está ligado al amor. La memoria tiene que ver con recordar no solo el hecho, lo que pasó, a una persona que desaparece forzadamente, lo único que hizo en su vida no fue desaparecer, tiene un pasado que vivió. Eso es la memoria, tiene que ver con recordar, no tiene que ver con recordar para no olvidar y que no se vuelva a repetir únicamente, sino que tiene que ver con recordar de una manera que sea transformadora para el presente. No es como recordar el pasado únicamente, sino cómo a partir de ese pasado aprendemos a construir un mejor presente.
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¿Por qué para usted el arte es como el mejor vehículo para llevar a cabo esto?
Es el medio que tengo, es para lo que me formé, para lo que estudié, para lo que he trabajado muy duro, para este camino del mundo del arte. Pienso que a través de la escucha y a través de ese lugar un poco, si se quiere decir, no sabría la palabra, no es neutro, como ese lugar como de honor, de reverencia, como lo otorga el arte. Por algo hay 165 dolientes que decidieron entregar objetos que son talismanes, que son invaluables, son tesoros en cada uno de los hogares, porque también a través del arte se socializa, se muestra, se expone, se ve, es una forma de denunciar también. No todas las víctimas, no todos los dolientes, tienen la capacidad, por muchas razones, de ser voceros, por ejemplo desde el campo político. No todos lo pueden hacer, no todos lo quieren hacer. Entonces, entregar estas prendas para que sean vistas en una exposición honra la memoria de sus seres queridos, y pienso que ese es el papel del arte en esto.
¿Cuál fue el proceso de crear cada una de las obras?
Estas llevan un proceso muy largo, sobre todo de trabajo de apoyo psicosocial, de trabajo de escucha. Tuve la fortuna de conocer a Nadis Milena Londoño, quien fue una gran lideresa en Antioquia. Ella fue la persona que hizo todo el apoyo psicosocial que hay detrás de las obras Sudarios y Relicarios. Río abajo lo hice con otro grupo de personas. Lo más importante de todo este proceso, más allá de lo técnico, es la parte donde uno está explorando como artista, donde estás permitiéndote que los materiales cobren la forma que uno ve en su mente, porque finalmente es algo que tú construyes en tu mente primero y luego buscas cómo lograrlo. Lo importante de todo este proceso han sido los años de escucha, de trabajo con personas expertas en salud mental y en duelo. No se trata únicamente de lograr la obra, es honrar y acompañar, porque finalmente esta lo que hace es que acompaña los duelos de muchas personas a las que he podido llegar, que sé que es una cantidad mínima, porque no hago el trabajo masivamente, es uno por uno, cada objeto tiene cuatro horas de escucha, cinco, incluso varias visitas. Lo importante finalmente es todo ese trabajo de acompañamiento, que es muy horizontal y muy recíproco también.
El arte, en ocasiones, ayuda a procesar emociones frente a eventos traumáticos. Ahora, con la muerte de Fernando Botero, pienso en las obras que realizó sobre las torturas de Abu Ghraib. En ese sentido, ¿cómo cree que el arte nos ayuda a nosotros como sociedad a tranzar esas emociones, esos sentimientos frente a eventos traumáticos?
Creo que los fija en la memoria. La historia depende de quien la escriba también, ¿no? Entonces, si tú miras en contextos violentos o en contextos autoritarios, los artistas y los escritores son los primeros perseguidos. Porque van a interpretar cómo vivían las personas en su tiempo, se mira el arte, porque es la interpretación de quienes vivieron en ese tiempo. En esa medida, el maestro Botero, cabe anotar que lamento mucho su muerte y que le agradezco mucho como colombiana todo lo que hizo por este país.
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¿Cuál es el valor de tener estas tres obras que se produjeron en años diferentes reunidas en una sola exhibición?
Eso fue una invitación que me hizo la Universidad Pedagógica. Para mí, como el ser humano que soy, tenerlas juntas, de alguna manera me permite pausar y hacer memoria. Soy una artista que construye memoria, que hace memoria, pero pocas veces me detengo. Esta exposición me detuvo a hacer memoria también sobre mi proceso, no solo artístico sino de vida también. Es un momento de duelo particular para mí. Entonces ver esto al tiempo me conmueve muchísimo. Me parece que es muy importante y hay un cierre emocional para mí en estas obras juntas que le dan paso a un trabajo que llevo haciendo cuatro años que es el Oratorio de los Desaparecidos. El día de la inauguración yo sentí como ya es el momento en que probablemente el oratorio va a tomar la forma que llevo trabajando cuatro años. Es un trabajo completamente diferente, es un trabajo que honra la vida. De hecho, está enmarcado en 13.000 plantas de lavanda. Es como que ya es otro momento. Hoy en día tengo 45 años, no tengo los 23, de “Río abajo”. También siento que es un espacio de crecimiento personal.
¿A qué conclusión llegó luego de atravesar todos esos procesos en ese momento de su vida?
Para hacer memoria hay que hacer una pausa y eso lo entendí acá cuando ya las vi las tres juntas, es como este es el momento de pausa. ¿Qué conclusión saco? Que quisiera, y esto lo digo siempre, quisiera que mi trabajo lo pudiera hacer algún día en pasado. Lamentablemente, sigue siendo un presente permanente. Seguimos en la misma historia, quisiera algún día que fuera un trabajo que tuviera esa mirada, que fuera del pasado y no del presente, continuo.
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¿Para usted qué es el duelo?
El duelo es una nueva forma de estar en el mundo, es una nueva forma de ser. Hay un filósofo, que se llama Jean Allouch, él tiene un libro que se llama Erótica del duelo en tiempos de la muerte seca y lo que plantea en ese libro es que el muerto se va con él, se va llevándose un trozo de sí, entendiendo la relación que tenía esa persona con su doliente. Entonces la muerte es una nueva forma de estar, simplemente que es natural, todos nos vamos a morir, todos si nos va bien en la vida enterraremos a nuestros padres. Entonces es una nueva forma de estar sin esa persona, ahí es donde es muy importante la memoria, porque a partir de los recuerdos, a partir del amor, a partir de la belleza con que tú recuerdas ese ser humano, te va a dar fortaleza para seguir. El duelo para mí es habitar el vacío, también si lo miras desde otro lado, te haces más liviano también, porque si estás habitando el vacío eres más liviano.