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El empoderamiento de los giles

En calidad de protagonistas y productores, Ricardo Darín y Chino Darín presentaron “La odisea de los giles” en el Festival Internacional de Cine San Sebastián.

Janina Pérez - San Sebastián

29 de septiembre de 2019 - 02:00 p. m.
Fotograma de la película “La odisea de los giles”, en la que Ricardo Darín y su hijo, Chino Darín, participan como actores y el primero también como productor. / Cortesía Festival de San Sebastián
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Desde muy lejos se escucha una especie de jolgorio. Ricardo Darín y su hijo Chino conversan animadamente, se ríen a carcajadas, acercándose casi hombro a hombro a la habitación donde se desarrollará un encuentro que tiene como excusa conversar sobre el filme La odisea de los giles.

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Tras colocarse en primer lugar en las salas comerciales en Argentina (delante de la más reciente película de Quentin Tarantino, Había una vez en… Hollywood), y después de presentarse en el marco del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, la película de los Darín ha sido seleccionada para representar a Argentina en los Oscar.

Dirigida por Sebastián Borensztein y basada en el libro de Eduardo Sacheri (La noche de la Usina, publicado en 2016), por primera vez Ricardo Darín no solamente comparte protagonismo con Chino Darín, sino que también se apunta un apoteósico éxito como productor, prácticamente recién estrenado.

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“Teníamos una gran responsabilidad no solamente con el desarrollo de este proyecto, sino también con respecto a nuestros colegas”, describía Ricardo Darín, quien al principio se le hizo un poco raro eso de “pasarse al otro lado del mostrador”, es decir, al de la producción.

Cuenta que constantemente se preguntó si sería capaz de asumir esa nueva función, considerando que toda su vida había estado del lado de los actores. “¡De los giles!”, acotaba Chino, cómplice de su padre en esta doble función que a ambos les supuso mucho esfuerzo, nadando en los mares de la incertidumbre, de ese no saber si el resultado sería satisfactorio.

“Nos quedó poca energía para actuar, pero nos ayudamos, aprendimos mucho, y creo que lo hicimos bien”, así resumía Ricardo Darín la experiencia.

Historias que inflaman el espíritu

Los Darín se enfrascan en el análisis del significado de “gil”. Que de ninguna manera es despectivo, ni se usa para menospreciar; que depende del contexto y del tono, dilucidaba Chino Darín. Cierto es que un “gil” es quien peca de ingenuo y de buena gente, y al estar desprovisto de la malicia en estado puro, suele ser blanco de trampas y estafas.

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Con el vocablo ya aclarado, se puede resumir La odisea de los giles como la historia de un grupo de gente de provincia que funda una cooperativa con lo poco que tienen, pero al producirse el corralito, un banquero (encarnado por el actor caleño Andrés Parra) emprende la huida con su dinero. Los giles, que quieren dejar de ser tales, unifican fuerzas e ingenio, se empoderan para así recuperar lo perdido.

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Masivamente el público argentino ha acudido a las salas para ver esta película, a la que no se cansan de alabar, un efecto que se repitió en San Sebastián.

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“La gente sufrió mucho con el colapso del 2001”, recordaba Ricardo Darín, acotando que las implicaciones del debacle van más allá de lo material y financiero. Recuerda que le hizo añicos la autoestima y la dignidad a todo un pueblo, como también rememora la pérdida de vidas, a quienes sufrieron infartos, como también a los ancianos, que ante sus ahorros diluidos, morían de amargura. Ni hablar de los que abandonaron el país, fracturando familias enteras, sumaba Chino otras consecuencias.

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“Los ciudadanos del mundo, ya ni hablar de Argentina, no somos muy respetados”, dilucidaba el actor de amplísima trayectoria artística, “por un motivo u otro, con un mayor o menor impacto, siempre estamos soportando embestidas, y uno acumula y acumula; por eso las historias de revancha o venganza siempre inflaman el espíritu”.

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Después de tantos engaños, ni Chino ni Ricardo dudan de que aún existan giles en Argentina y, ¿por qué no?, en el mundo. “¡Todos somos giles!, lo sabemos y nos reímos” —Darín sénior pone el dedo en la llaga— “pero tememos cambiar el sistema, y continuamente nos decimos que de producirse una transformación, se desatará un caos, que entonces será peor, y que mejor es malo conocido que malo por conocer”.

A padre e hijo les gusta pensar que La odisea de los giles, como fábula que es, le arranque muchas sonrisas al público, pero sobre todo, tal como desea Ricardo Darín, “pueda ayudar al menos ínfimamente a sentir cierta reparación emocional”.

Por Janina Pérez - San Sebastián

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