Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

El mundo es ancho y ajeno

Jorge Luis Borges se imaginó a un Dante asombrado porque otros hombres no hubiesen sentido la dicha de conocer a Beatriz Portinari, cuando ocupaba su pensamiento constantemente. Con frecuencia, se hace inexplicable que los demás no sientan lo que siente uno, cómo no son capaces de atravesar fronteras y entrar en nuestro estrecho mundo. Sin embargo, la amalgama de voces que sonarán a continuación, dirán que la falta de empatía es necesaria.

Juliana Vargas

09 de marzo de 2025 - 12:45 p. m.
Si tuviéramos la capacidad de destruir las barreras de nuestros mundos estrechos y ajenos, el resultado sería la anarquía, pues cada uno es una amalgama de emociones igualmente importantes.
Foto: EFE - JUAN IGNACIO RONCORONI
PUBLICIDAD

En “El mundo es ancho y ajeno”, uno de los cuentos breves y extraordinarios de Borges y Bioy Casares, se cuenta que “en el capítulo XL de la Vida Nueva, Dante refiere que al recorrer las calles de Florencia vio unos peregrinos y pensó con algún asombro que ninguno de ellos había oído hablar de Beatriz Portinari, que tanto preocupaba su pensamiento”.

El mundo es ancho y ajeno. Para Dante es inexplicable que el ardor infinito que siente en carne propia no sea perceptible por todos los hombres que se han cruzado con Beatriz. El hombre que se ahoga en deudas no halla cómo hacerle entender a su acreedor que su vida no puede pender de un papel al cual hemos decidido darle un simbolismo maligno. El que ha perdido su familia, su hogar y su patria no puede entender cómo es posible que el mundo entero no sienta su dolor como si fuera propio. El niño que ha perdido un partido de fútbol no comprende en qué consiste el puñetazo que el aire le acaba de dar en el pecho.

La empatía, la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos, es la utopía que se ha inventado el hombre para convencerse de que es humano, lo que él cree que es ser “humano”. Es la condena escondida que afortunadamente es incapaz de materializarse, porque sentir como propio lo ajeno sería equivalente a ahogarse en un mar de emociones. Sería bajar hasta el fondo, sintiendo que el oxígeno cada vez escasea más y más, hasta hacer palidecer la piel y enrojecer las pupilas. Solo una persona fue capaz de cargar con el peso de la humanidad, y ya no hay cruces que aguanten repetir aquella historia.

“Si él sintiera la forma en que mi corazón salta cada vez que lo ve”, puede que diga aquella mujer que está sentada en el banco del parque. “Si hiciera suya la cadena infinita de pensamientos que me envuelven hasta asfixiarme de amor, si me besara como yo lo beso, si soñara como lo sueño yo, dejaría atrás mejores parejas, mejores alternativas, mejores finales felices”. Se le sale una lágrima que se seca antes de que alguien se dé cuenta, se levanta y se va. Nadie se muere de amor, pero todos moriríamos por él si fuéramos capaz de intercambiar corazones.

Read more!

“Si supieran que por las noches me rasguño los codos, las rodillas, el pecho y la cara para aliviar el dolor de saberme sin paredes, sin padre ni madre, sin una nación a la cual pertenecer”, es lo que seguramente piensa el hombre sucio que veo en las noticias. “Si supieran que los rasguños se enquistan como recuerdos del sufrimiento que sintieron los míos justo antes de que la bomba estallara como meteorito de metal. Si supieran que todavía escucho el retumbar, ¡pum, pum!, desde la inconsciencia. No se va, no se va. Pum, pum. Se queda agarrado a la memoria. Pum. Se levanta conmigo en las mañanas y me mantiene despierto en las noches. ¡Pum! Si entraran en mi estrecho mundo, el suicidio se convertiría en un derecho humano ante la tortura psicológica y colectiva a los que los sometería”.

Esta mañana vi a un padre con su hijo. El niño-hombre que era el hijo tenía audífonos y veía algún video en el celular, mientras movía las manos en formas ambiguas y aullaba.

“Si supieran que mi hijo todavía ve Bob Esponja y se emociona con el sonido del gallo y el caballo”, es lo que yo pensaría si fuera el padre. “¿Cómo es que hace la vaca, amor?”, escucho que le dice, con la consciencia de saber cuánto pesa aquel hombre de alma sencilla. “Vamos, mi vida, ya toca bañarse”, le dice ahora. Luego, levanta la vista y ve que un viejo se le acerca. También lo toma de la mano y los lleva a los dos de las manos, como si fueran niños pequeños. “Si supieran la ruta que sigue mi padre todas las mañanas”, asumo que está pensando. “Dos cuadras derecho, dos a la izquierda, tres más hacia arriba, cuatro a la derecha y el mismo camino de regreso. Yo se lo permito porque sé que le hace bien, porque se han vuelto movimientos mecánicos, porque no tiene que recordar para que sus pasos lo traigan de vuelta; pero también porque de vez en cuando, sólo de vez en cuando, Dios, te lo juro, tengo la leve esperanza de que un día de estos se pierda y tenga que recurrir a la memoria que ya no tiene para regresar”. Cuando se desea la muerte del padre, también se muere uno. “Si supieran el remordimiento que me causa haberme convertido en Edipo, si supieran el Pedro Páramo que se asoma por entre mis dientes para odiar a mi hijo, me dejarían en paz. La justicia ya no existiría, porque cada hombre siente cargas insoportables a su manera y ¿cómo condenar cuando no hay peor condena que el vacío? ¿Acaso un juez es capaz de medir mi congoja, mi desamparo, mi imposibilidad para seguirle el paso a un mundo que me exige cada vez más hasta deshidratar mi cuerpo?”.

Read more!

Si tuviéramos la capacidad de destruir las barreras de nuestros mundos estrechos y ajenos, el resultado sería la anarquía, pues cada uno es una amalgama de emociones igualmente importantes. Cada uno tendría su propia verdad, y ceder ante todas las verdades es imposible. Por ello, la falta de empatía, a la larga, es un mecanismo de defensa que ha desarrollado el ser humano para poder vivir en sociedad.

Por Juliana Vargas

Conoce más

Temas recomendados:

Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.