Máscaras, vasijas, copas, ocarinas, figuras y recipientes antropomorfos de diferentes comunidades en Colombia han salido del país en formas diversas, arribando a destinos como Estados Unidos, Italia, Francia, Países Bajos, Suiza, entre otros. Repatriar estos objetos es un reto y Colombia no es la única nación que se ha enfrentado al desafío.
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El pasado colonial de América Latina y África implica que los desafíos para regresar estos objetos a sus lugares de origen se multipliquen, pues puede haber instituciones o gobiernos que no hayan adoptado del todo una política de repatriación o que se escudan con argumentos como que pueden cuidar mejor los objetos en los países donde se encuentran actualmente. Desde el 2022 y hasta octubre de 2024, el gobierno ha logrado repatriar 891 objetos, según cifras de la Cancillería.
El saqueo de piezas y objetos culturales no se limitó a la colonia, sino que se perpetuó en el tiempo, por lo que, con los años, la creación de leyes y acuerdos multinacionales ha sido clave para la repatriación de estos. Una de las acciones que más influye en esta cadena es la prevención del tráfico ilícito de bienes culturales.
Esta fue una de las temáticas abordadas durante el I Foro Internacional sobre Repatriación y Restitución de Bienes Culturales, que se llevó a cabo entre el 1 y el 5 de septiembre entre Bogotá y San Agustín. Desde Egipto, Sameh Gama Dawoud, inspector de Antigüedades en la Dirección General de Restitución de Artefactos, aseguró que hay tres acciones que han implementado para hacer frente al tráfico ilegal. Por un lado, el control en el país de origen para evitar que un objeto salga de sus fronteras. Por otro, tomar medidas para llegar a acuerdos bilaterales con los países de destino y siempre estar atentos al mercado. Pero no se trata únicamente del trabajo con los oficiales y las autoridades nacionales e internacionales. Otros actores son claves en estos procesos.
Es necesario hacer campañas y capacitaciones que no solo estén dirigidas a los funcionarios de las entidades, sino también a las comunidades en general, a las personas”
Eugenia Serpa
Sí, la cooperación internacional siempre será una estrategia primordial, pero el empoderamiento de las comunidades para la identificación de bienes traficados es otro de los puntos que resaltó Mary Gikungu, directora general de los Museos Nacionales de Kenia.
Para Eugenia Serpa, coordinadora del Grupo de Patrimonio Cultural Mueble del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, implementar acciones efectivas de prevención del tráfico ilícito de bienes culturales no es tarea sencilla. “La gran mayoría de las personas no conocen sobre los temas patrimoniales y en la medida en que ese patrimonio no se valore en las comunidades en general, no solo las étnicas, no habrá una apropiación tan notable, pese a que las normas dicen que los ciudadanos deben cuidar el patrimonio. Es necesario hacer campañas y capacitaciones que no solo estén dirigidas a los funcionarios de las entidades, sino también a las comunidades en general, a las personas”, aseguró.
Una perspectiva desde el sur global
Desde Egipto, Mona Gamal Mahrous, inspectora de la Dirección General de Restitución de Artefactos del Ministerio de Antigüedades y Turismo, aseguró que “no se puede eliminar o prevenir el tráfico ilícito de bienes culturales al 100 %, pero se puede mitigar. Se pueden crear iniciativas o herramientas y reducir su efecto, pero, desde mi experiencia, no se puede prevenir del todo”.
De acuerdo con la coordinadora, desde el ministerio se han manejado charlas, talleres y programas para crear conciencia entre las comunidades locales para que trabajen de la mano con el ministerio y se conviertan en aliados en la prevención del tráfico ilícito. Para ella, “si no involucras a las comunidades en estos procesos, los traficantes tomarán tu lugar”.
Para Alphonse Kumaza, agente director de planificación de políticas, monitoreo y evaluación en el Ministerio de Turismo, Cultura y Artes Creativas de Ghana, las comunidades locales no tienen el poder que sí puede tener el Estado para recuperar objetos. Sin embargo, a nivel estatal, son incluidas en estos procesos más adelante, “debido a que son ellos quienes pueden identificar lo que se llevaron y lo que les pertenece. No podemos subestimar el conocimiento y las habilidades que tienen estas comunidades en su oficio y la práctica de restitución, porque, a veces, tienen destrezas que los oficiales del gobierno no”, dijo.
“No se puede eliminar o prevenir el tráfico ilícito de bienes culturales al 100 %, pero se puede mitigar. Se pueden crear iniciativas o herramientas y reducir su efecto, pero, desde mi experiencia, no se puede prevenir del todo”.
Mona Gamal Mahrous
Una de las estrategias que para Kumaza es clave está en línea con lo que mencionó Mahrous sobre trabajar con las comunidades. Kumaza se refirió a esto como “contenido local” y lo definió como “empoderamiento de la gente local para que te ayude en lo que quieres lograr en el contexto de restitución”.
La creación de conciencia entre la población y su sensibilización frente a estas problemáticas es, para Kumaza, una de las acciones más importantes, pues los discursos y acciones que se hagan deben trascender las metrópolis e incluir a comunidades de diferentes territorios, quienes poseen habilidades que pueden ser beneficiosas en estos procesos.
Un ejemplo que dio desde Ghana es el de su Junta de Museos y Monumentos, la cual “constantemente sensibiliza a la población sobre la importancia de estos artefactos y la importancia de mantenerlos en su lugar de origen. Por lo que, en este momento, si alguien quisiera robar o mover uno de estos objetos, sabe que no debe hacerlo por el valor para el país y la comunidad”.
Otra de las estrategias que mencionó fue tener guardianes y líderes comunitarios, quienes están en la mejor posición para cuidar y proteger estos sitios patrimoniales para asegurarse de que no saldrán de ahí. Adicionalmente, Kumaza mencionó que es importante que la población local conozca e identifique los artefactos para inventariar y documentarlos, de manera que se prevenga el tráfico y robo de estas piezas como sucede en Ghana.
El caso colombiano
En Colombia, Serpa mencionó que desde el Grupo de Patrimonio Cultural Mueble se ha implementado una estrategia territorial desde 2024. Esta ha implicado involucrar a diferentes grupos objetivos en diferentes territorios, “para contarles qué es el patrimonio cultural mueble, cómo se protege, qué patrimonio existe, involucrarlos un poco en el sentimiento de lo que representan los bienes, empezando por lo cotidiano”, aseguró. Esta aproximación, desde lo cotidiano, va más allá de bienes arqueológicos, pues, de acuerdo con Serpa, tiene que ver con los objetos en nuestras casas, familias, barrios, entre otros, que “nos identifican, nos significan y nos diferencian de otros”.
Sin embargo, resaltó que en algunos de los lugares a los que llegan, la apropiación patrimonial es tan grande que no es necesario. Un ejemplo es la comunidad Monguí, “con lo que tienen en su parroquia y en su centro histórico, tanto que son muy celosos para que se entrara a investigarlos. Después, la gente empezó a entender que lo que se quiere hacer es ayudarles a proteger los bienes, pero siempre con el miedo de que se los roben o se los quiten, aunque el objetivo desde las instituciones sea proteger y ayudar en la conservación en distintos niveles”, afirmó Serpa.
Uno de los desafíos de estas estrategias es que se mantenga en el tiempo, pues, como mencionó Adriana Vera, adicionalmente al desconocimiento, cada vez hay más ciudadanos y objetos. “Es una labor que nunca termina. Nuevos patrimonios van surgiendo, se van valorando otros aspectos, otros objetos, otros bienes, por las razones que sean. Finalmente, se van cargando de valor con el tiempo y también hay otras miradas. El concepto de patrimonio va cambiando, la vida misma va cambiando y hace que todo esto evolucione”, afirmó Serpa.
Tanto para Serpa, como para Vera, la identificación de los bienes es primordial en los procesos de sensibilización frente al patrimonio cultural. “Si no conocemos los bienes y no sabemos qué objetos o qué artefactos están por fuera, difícilmente podemos emprender acciones para recuperarlos, porque necesitamos una documentación que se describa el objeto, de qué materiales está hecho, unas fotografías donde yo pueda constatar que el bien que me dijeron sí sea el correcto y se encuentre donde me dijeron. En estas cuestiones de repatriación, si no hay una documentación, no puedes emprender ninguna acción, porque no hay manera de probar absolutamente nada sobre ese bien”, afirmó Serpa.
Adicionalmente, mencionó la importancia de los protocolos y la cooperación, con convenios bilaterales y multilaterales, sin los cuales “va a ser muy difícil lograr las repatriaciones de los bienes”.
Para Vera, un factor que ha influido en estos procesos de sensibilización es la creación de vínculos con estos bienes debido a que han notado que, en ocasiones, las personas no se sienten identificadas con estos objetos patrimoniales. La misión está, entonces, en hacer que estas comunidades “se den cuenta de que al final sí tenemos un montón de vínculos y que los bienes están cargados de simbolismo. A veces dejamos esos lazos porque todo el tiempo estamos interactuando con objetos, pero hay unos de esos, y de hecho todos, cuentan la historia de lo que somos como sociedad, desde lo económico, desde la historia del arte... Es un poco recuperar ese vínculo como invisible con los objetos, creo que eso es importante también, aunque ya se sale de herramientas propiamente dichas, pero está en el marco de esa estrategia que es como activar el porqué el patrimonio es importante para las personas” aseguró.