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Emil Cioran y algunos diálogos al margen del pensamiento- Reseña

El volumen coordinado por Mihaela-Gențiana Stănișor, Intercambios vitales. Entrevistas sobre literatura y filosofía, publicado por Casa de Asterión Ediciones (Colombia, 2025), constituye una interesante iniciativa intelectual, situada en la confluencia entre la literatura y la filosofía.

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Alin-Armando Artion
17 de noviembre de 2025 - 05:35 p. m.
Portada del libro "Intercambios vitales. Entrevistas sobre literatura y filosofía", en el que se discute sobre la obra de Cioran y sobre cómo esta sigue modelando la reflexión crítica actual.
Portada del libro "Intercambios vitales. Entrevistas sobre literatura y filosofía", en el que se discute sobre la obra de Cioran y sobre cómo esta sigue modelando la reflexión crítica actual.
Foto: Archivo particular
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Publicadas inicialmente en la revista Alkemie. Revue semestrielle de littérature et philosophie (Classiques Garnier, París), las entrevistas reunidas han sido traducidas al español con la ayuda de Miguel Ángel Gómez Mendoza y revisadas por Joan M. Marín, y van acompañadas de un prefacio firmado por el mismo Marín y un epílogo de Alfredo Abad.

Con este enfoque editorial, el volumen se presenta como un espacio de diálogo intercultural e interdisciplinario, que ofrece una perspectiva plurivocal sobre el pensamiento cioraniano, en el que la figura del filósofo es el punto central de convergencia.

El mérito fundamental del volumen es su carácter coral y plural: investigadores, escritores, traductores y filósofos de diferentes espacios culturales (Francia, Rumanía, Italia, España, Suiza, Brasil, Argelia, Colombia) discuten sobre la obra de Cioran y sobre cómo esta sigue modelando la reflexión crítica actual.

Esta diversidad de voces no solo garantiza una visión amplia de la recepción de Cioran, sino también una comprensión más matizada de la forma en que la literatura y la filosofía se comunican y se condicionan mutuamente.

Los diálogos ponen de relieve que, para muchos de los interlocutores, la filosofía no es una disciplina autónoma, sino una «tonalidad de la literatura», una forma de su expresión. Esta idea, defendida por Adam Fethi, es esencial para comprender la obra de Cioran, que no encaja en los patrones de la filosofía sistemática, pero tampoco puede reducirse a un simple ejercicio literario. El aforismo, el ensayo y la notación fragmentaria se convierten en modos privilegiados de reflexión, y la literatura se transforma en un espacio de meditación existencial.

La comparación con Dostoievski, invocada en varias entrevistas, es relevante: al igual que el escritor ruso no era filósofo de profesión, pero sus novelas poseen una fuerza filosófica indiscutible, la obra de Cioran está saturada de reflexiones metafísicas, incluso en ausencia de una construcción sistemática. De esta manera, el volumen ofrece una imagen coherente de cómo la literatura y la filosofía se complementan reciprocamente, evitando la división artificial entre los dos campos.

La figura de Emil Cioran domina el volumen no solo por su presencia como objeto de reflexión, sino también por su capacidad para condensar múltiples perspectivas. Las entrevistas ponen de relieve la tensión entre la dimensión literaria y la filosófica de su escritura, el problema de la traducción y el lenguaje, su relación con la tradición rumana y su inserción en la cultura francesa.

Cabe destacar la insistencia en su ambiguo estatus: ¿«filósofo» o «escritor»? Esta pregunta, presente constantemente en los diálogos, se matiza con observaciones pertinentes: Cioran no era filósofo, pero su obra posee una filosofía, en la misma medida en que la literatura de Dostoievski contiene una reflexión filosófica de gran profundidad.

Otros aspectos analizados en las entrevistas presentes en el volumen son la dimensión biográfica (las raíces rumanas, el exilio parisino, la dificultad de pasar al francés) y sus filiaciones intelectuales. Se discuten las correspondencias con los moralistas franceses (La Rochefoucauld, Pascal), los paralelismos filosóficos con la tradición alemana (Nietzsche, Schopenhauer), así como los vínculos con la literatura rumana (Eminescu, Ionesco, Eliade).

Las testimonios de quienes lo conocieron personalmente, como Roland Jaccard o Patrice Bollon, aportan una contribución significativa. La imagen del filósofo se matiza al evocar un aspecto dominante: ellos conocieron a un Cioran irónico, jovial y accesible. Sin embargo, estos detalles biográficos no reducen la complejidad de la obra filosófica de Cioran, sino que ofrecen una perspectiva más equilibrada de su personalidad.

Un punto de interés constante en el volumen es la cuestión de la traducción. Esta no es solo de una transferencia lingüística, es también un proceso hermenéutico. Los interlocutores discuten las dificultades de traducir términos intraducibles del rumano, como doro nenoroc, pero también se destaca el papel del traductor como intérprete-creador; por lo tanto, la relevancia del traductor como mediador creativo, no solo lingüístico, hace que los textos adquieran nuevos matices. 

Jean Poncet, por ejemplo, subraya que la traducción de la poesía implica una reescritura poética, en la que el autor y el traductor se encuentran en un texto común. Este aspecto es esencial para comprender la recepción de Cioran en diversas culturas y confirma que la difusión de su obra depende de la capacidad de las traducciones para reconfigurar los significados sin anular su especificidad.

Aquí también se insertan las reflexiones sobre la forma en que el pensamiento de Cioran fue recibido en el espacio sudamericano, árabe o francés, cada uno de los cuales añadió sus propios matices interpretativos.

El volumen se convierte así en un mapa de la circulación internacional de ideas, demostrando el poder de irradiación de la obra de Cioran.

Los diálogos  que contiene la publicación no se limitan a una exégesis cultural, sino que abordan cuestiones de actualidad, como la identidad europea, la crisis de las élites, el totalitarismo y el papel del intelectual. Sorin Alexandrescu, Jacques Le Rider o Patrice Bollon ofrecen reflexiones de gran relevancia para el presente y la sociedad contemporánea.

El volumen demuestra que un debate sobre Cioran o sobre su obra no es un simple ejercicio erudito, sino una oportunidad para una interrogación e e sobre el mundo contemporáneo y el destino del intelectual. Esta dimensión lo acerca a la literatura de ideas y lo convierte en un instrumento de reflexión crítica, no solo en una colección de entrevistas.

Como se ha mencionado anteriormente, la importancia de la obra reside precisamente en su pluralismo, que refleja fielmente la complejidad del tema y la apertura interdisciplinaria del proyecto. La diversidad de voces y disciplinas aporta riqueza y dinamismo, pero también genera cierta fragmentación debido a su carácter coral.

El lector no iniciado, pero interesado en un discurso unitario, puede tener dificultades para seguir un hilo coherente, pero es precisamente esta heterogeneidad la que refleja la complejidad del tema. El objetivo del libro no es ofrecer una conclusión definitiva, de ahí la ausencia de un tono sentencioso, sino más bien un panorama de interpretaciones, en el que cada contribución añade una capa de comprensión.

Desde el punto de vista metodológico, las entrevistas ilustran el valor del diálogo como forma de conocimiento. A diferencia de los estudios monográficos, estas capturan el pensamiento «en movimiento», destacando no solo las conclusiones, sino también las preguntas que generan. Esta es una de las ventajas esenciales del volumen: el dinamismo de la reflexión y la cartografía del pensamiento, en la que el lector participa en los actos que se desarrollan entre bastidores.

El diálogo entre Mihaela-Gențiana Stănișor y Roland Jaccard, incluido en el volumen Intercambios vitales. Entrevistas sobre literatura y filosofía, me sorprendió por la precisión casi clínica con la que se presentó el perfil de un pensador que transformó su marginalidad en una forma de libertad intelectual.

El autor suizo, afincado en París, pertenece a esa rara familia de espíritus que unen el psicoanálisis, la filosofía y la confesión literaria en un discurso de lucidez sin concesiones. Desde La Tentation nihiliste hasta Journal d’un homme perdu, su obra traza la delgada línea que separa la reflexión y el exorcismo.

La entrevista titulada "Sólo me atraen los náufragos de la existencia" pone de relieve varias de las constantes del pensamiento de Jaccard: el rechazo de cualquier identidad estable, la fascinación por el naufragio existencial, la atracción por la escritura íntima, la autenticidad y la relación melancólica e irónica con su maestro espiritual, Emil Cioran. Desde el principio, Jaccard se define con una autoironía demoledora como «psicoanalista fracasado, escritor inacabado, ensayista perezoso, diarista perverso y estafador de la filosofía». Esta autocaracterización, lejos de ser una simple provocación, traduce la convicción de que la lucidez no puede existir sin un resto de autosabotaje.

Sus escritos sobre los demás no tienen nada de imitación reverencial. Cioran, Wittgenstein, Freud, Proust o los autores japoneses no son referentes académicos, sino interlocutores internos. La admiración no es, un gesto de filiación, sino un ejercicio de reconocimiento: Jaccard reconstruye su identidad a través del diálogo, no de la pertenencia. Esta disponibilidad para la alteridad lo acerca a los moralistas franceses y a la tradición aforística que actualiza en una época saturada de discursos técnicos.

Su nihilismo no tiene nada de espectacular. No cultiva la desesperación, sino que la observa. La escritura íntima no es para Jaccard un instrumento terapéutico, sino una forma de lucidez sin salida. Journal d’un homme perdu sigue siendo una profesión de fe: la literatura no salva, sino que alimenta la ilusión de enfrentarse al tiempo. La atracción por los “náufragos de la existencia” delata una solidaridad paradójica con el fracaso, visto no como una desviación, sino como un signo de lucidez última.

En sus reflexiones sobre el hombre moderno, Jaccard retoma el tema nietzscheano del “último hombre”, adaptándolo al presente digital. Este se convierte en la figura de una humanidad hiperconectada, pero fundamentalmente aislada, una sociedad que ha perdido la capacidad de sufrir y, con ella, la profundidad. El nihilismo ya no tiene la dimensión trágica de Nietzsche, sino una dimensión doméstica, atenuada por el confort y la tecnología.

El acto de escribir sigue siendo, para Jaccard, una forma de resistencia sin ilusiones. Escribe sabiendo que cualquier rastro será borrado, pero afronta el tiempo con la elegancia de quien ya no tiene nada que ganar. La literatura es un ejercicio de perdición, una “ascensión hacia las cimas de la desesperación”, según la fórmula de Cioran. De esta tensión entre la ambición y la futilidad nace su tono específico: lúcido, irónico, desengañado, pero nunca cínico.

Su relación con la filosofía y la religión es de rechazo programático. Ambas son, a los ojos de Jaccard, formas de delirio colectivo. «Para quien no necesita consuelo, bastan unos cuantos aforismos crueles», afirma de manera incisiva que recuerda a los aforismos de Cioran. La filosofía se convierte en una forma de literatura sin edificación, liberada de la obligación del sistema.

El segmento dedicado a Cioran aporta una perspectiva esencial. En contraste con la imagen solemne del autor de Silogismos de la amargura, Jaccard lo evoca como «el hombre más divertido y atento» que ha conocido. Esta desmitificación es reveladora: el humor se convierte en una estrategia de supervivencia, una forma de mantener una distancia salvadora con respecto a la propia desesperación. Para Jaccard, Cioran no es un maestro de la nada, sino un moralista lúcido, capaz de transfigurar la desesperación en espíritu.

La pluralidad de influencias invocadas, desde Nietzsche y Schopenhauer hasta autores japoneses y moralistas franceses, perfila el perfil de un pensador ecléctico, pero coherente en su rechazo al dogma . El hecho de que Jaccard asocie la filosofía con el erotismo, la reflexión con el cine (con Louise Brooks como presencia constante), muestra un espíritu que entiende la cultura como un territorio de la experiencia, no de los sistemas.

La entrevista se distingue por su densidad y claridad. No halaga al entrevistado, sino que le provoca para que exprese sus contradicciones. Stănișor mantiene el equilibrio entre la empatía y la distancia crítica, lo que permite que el retrato se construya de forma natural, sin grandilocuencia. Del diálogo surge una imagen coherente de Jaccard: un moralista tardío, irónico y lúcido, fiel a una ética del fracaso asumido.

El valor de este texto no se limita al retrato de un autor, sino que se extiende al redescubrimiento de Cioran. A través de los ojos de Jaccard, Cioran adquiere el relieve de una humanidad compleja, donde coexisten la gravedad y el humor. En este sentido, la entrevista contribuye a matizar la herencia cioraniana y a comprender cómo la filosofía puede continuar en la literatura sin perder su tensión reflexiva.

En una época dominada por discursos uniformizados, Jaccard sigue siendo un solitario lúcido. Su entrevista confirma que el pensamiento no necesita instituciones para ser fértil, sino solo el valor de mirar su propia futilidad. Más allá del pesimismo asumido, como una máscara de disimulo que construye cuidadosamente, lo que persiste es un tono, la ironía de la desesperación que da la medida de una conciencia lúcida y una elegancia ética poco común.

Intercambios vitales. Entrevistas sobre literatura y filosofía se distingue como una valiosa contribución a los estudios cioranianos y, más ampliamente, como un debate contemporáneo sobre la relación entre literatura y filosofía. El libro funciona simultáneamente como documento biográfico, como reflexión crítica y como meditación sobre la condición intelectual actual.

Más allá de la figura de Emil Cioran, el volumen muestra que la filosofía y la literatura no pueden concebirse como ámbitos separados, sino como formas complementarias del pensamiento. Por la diversidad de los interlocutores y la apertura intercultural, el volumen confirma la actualidad de la obra cioraniana y la necesidad de un diálogo continuo entre culturas y disciplinas.

El libro de Mihaela-Gențiana Stănișor es, por lo tanto, una herramienta útil tanto para especialistas como para lectores interesados en la dinámica intelectual de la modernidad. En una época marcada por la fragmentación y las crisis de identidad, este «libro de libros» demuestra que la reflexión crítica, plural y abierta sigue siendo una forma de vitalidad cultural y que la escritura es una fuerza ética y ontológica, una forma de responder a la “deshumanización generalizada” contemporánea.

Original en rumano: Alin-Armando Artion.  Dialoguri la marginea gândirii. Traducción de Miguel Angel Gómez Mendoza (Miguel Angel Gómez Mendoza)

Por Alin-Armando Artion

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