Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

La colombiana que pinta el mundo

Su sueño era aprender a dibujar; hoy, una de sus obras podría convertirse en la mejor del mundo. Esta es la historia de Nandy Mondragón, la artista colombiana que participa en el certamen que elige el mejor mural urbano de todo el globo.

Samuel Sosa Velandia

17 de enero de 2025 - 09:00 a. m.
Nandy Mondragón hace parte del colectivo artístico gráfico femenino Mala Junto Klan, con el que buscan hacer del arte urbano una forma de memoria y conciencia social.
Foto: Eder Leandro Rodríguez
PUBLICIDAD

Soñaba con ser artista y dibujar con la misma técnica y estética que la mujer que le dio la vida. También quería que ella fuera su maestra. Aunque su mamá lo intentaba, debía cumplir con otras obligaciones que no se pueden evadir cuando se es adulto y hay hijos esperando en casa. Así que tuvo que aprender a dibujar por su cuenta. Disfrutó hacerlo durante mucho tiempo, hasta que empezó a dudar de su talento.

Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO

¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar

La pregunta por lo bello y la búsqueda de la perfección le atiborraron la cabeza. Tanto, que decidió abandonar ese sueño, al sentirlo más como una frustración. Durante casi cuatro años, dejó de dibujar.

La inspiración regresó cuando cumplió 16 años y estaba por terminar el colegio. La insistencia de dos amigos la convenció de que debía trazar, borrar y volver a intentar. Se reconcilió con ese sueño, y lo hizo con tanta pasión y entrega que decidió convertirse en diseñadora gráfica al graduarse. Aferrada a esa idea, se presentó a la Universidad del Valle y no pasó. Luego, con la misma ilusión, intentó en el Instituto Departamental de Bellas Artes, y la respuesta también fue un no. Su última opción fue la Institución Universitaria de las Culturas y las Artes Populares de Cali, donde estudió su mamá. Allí fue admitida, pero no para el programa que quería, sino para Artes Plásticas. A pesar de ello, aceptó. Nandy Mondragón tenía claro que lo importante era tener un lugar para aprender y crear.

Cuando estaba en la universidad, conoció a un compañero que la llevó a pintar en las calles, aunque esa no era la primera vez que el asfalto le servía de lienzo, pues antes de graduarse pintó un mural en su colegio con tres compañeras, para dejar allí su huella. Sin embargo, Mondragón reconoció que hasta ese momento no era consciente de que esta se convertiría en su forma de vida. Fue con ese amigo de la universidad que empezó a entender y apropiarse de su verdad.

“Lo primero que hice no fue un mural, sino que fue en el piso debajo de un puente que lleva a la Manzana del Saber (Cali). Sentía miedo, mucho miedo. Pensaba que la gente me diría algo, pero como el trabajo lo hicimos en el marco de una feria, me tranquilicé al ver que solo se quedaban observando”. No obstante, cuando volvió a salir a las calles de su ciudad, y estaba sola frente a una pared que la triplicaba en tamaño, volvió a experimentar ese sentimiento. Se sentía observada, juzgada, y además lidiaba con su severa autocrítica. Pero el panorama se hacía distinto cuando comenzaba a palpar las paredes. Eso era lo único que empezaba a importar.

Read more!

Ya ha pasado una década desde ese primer día pintando en las calles. Muchas cosas han cambiado en ella y en su forma de hacer las cosas. Por ejemplo, aunque le gusta interpelarse, cuestionarse y exigirse, la idea de la perfección ya no la perturba: “No hay obra perfecta porque no somos máquinas. Siempre habrá un margen de error y cosas que pude hacer mejor, pero eso solo significa que en la siguiente estaré más pendiente de ese punto o lo abordaré de otra manera”. Esa reflexión le quedó de una conversación con una colega.

***

—¿Cómo define su arte? —le pregunté.

—La definición es que no se define —respondió.

Nandy Mondragón no tiene fórmulas ni formas fijas para hacer o acercarse a las cosas, aunque eso no implica que no sea cautelosa. Pocas veces da un paso en falso o una pincelada sin antes haberla imaginado. Le gusta observar y analizar lo que pasa dentro y fuera de sí. Y cuando se trata de mirar a los ojos al mundo exterior, recurre a sus rostros: las paredes, que son testigos de todo lo que ocurre en el lugar y lo cuentan. Eso cree ella.

Read more!
No ad for you

“Las paredes se convierten en un lenguaje, una forma de comunicación que va más allá de las palabras. Los murales y las firmas de cada artista nos conectan con una realidad y un mensaje”. Por eso, para la artista, lo que hace va más allá de un asunto estético u ornamental: es un ejercicio político.

Desde sus primeras pinceladas, Mondragón se ha interesado en reflejar el mundo que tiene en su cabeza. La lucha contra el racismo y la representación afro han sido temáticas centrales en su obra, así como su posición frente a la destrucción del medio ambiente, las reivindicaciones del proletariado y las injusticias, como las que se presentaron en paro nacional de 2021. Jamás olvidará esos días. Entendió que lo que hacía implicaba más que un estado de contemplación o admiración; también podía motivar la manifestación y la reflexión.

“Lo que hacíamos en ese entonces era inmediato y en colectivo. Por ejemplo, un grupo se encargaba de trazar las formas de las letras, otro las rellenaba y otro más hacia las líneas. Todo estaba organizado para crear un mural gigante con un mensaje contundente y de manera rápida”, contó la artista, quien luego dedicó su trabajo a recordar a aquellos que la violencia policial y del Estado les arrebató en esa jornada de protestas.

No ad for you

Pintar los rostros y poner los nombres de sus colegas asesinados sobre las paredes fue la forma de inmortalizarlos, pero también de recordar que los habían matado y nunca hubo justicia. Aquellas fechas también la hacen pensar en lo que ocurrió hace unos días en Medellín, cuando, por orden del alcalde de la ciudad, se borró el mural de “Las cuchas tienen razón”, que aludía a los recientes hallazgos de restos humanos en La Escombrera. “Es triste que todavía existan estas dinámicas, que además están permeadas por una hipocresía: lo que es estéticamente bonito, la gente lo aplaude. Pero cuando se trata de denunciar las problemáticas sociales que aún persisten, entonces ahí ya no está bien, ahí sí hay que taparlo. Lo cierto es que el arte también puede incomodar, y lo que estuvo enterrado en tierra hay que sacarlo a los murales”, reflexionó.

Esos, y otros momentos, como cuando ha tenido que enfrentarse a los maltratos y estigmas de los transeúntes o el acoso de los hombres, le han demostrado que la calle es un espacio hostil, que hay que tener cuidado, pero que eso jamás será razón suficiente para renunciar.

No ad for you

Nació el 31 de octubre de 1996 y, aunque no conoce mucho de los signos zodiacales, tiene claro que los escorpios persiguen sus pasiones. La suya es su arte, el que la ha hecho feliz.

***

Nandy Mondragón hoy tiene la posibilidad de convertir su trabajo en el mejor del mundo. No es una exageración. Dos de sus obras están nominadas al premio Street Art Cities, que elige el mejor mural urbano a escala global. El lagarto y la rana y Nutria neotropical son los murales que ponen el nombre de la artista en la retina de todo el globo. Para Mondragón, el triunfo llegó desde que fue nominada, y sus obras aparecen junto a las de otros artistas que ella considera “gigantes” en su campo.

El lagarto y la rana es una colaboración con su colega Rito Sin Sermones. Juntas diseñaron este mural en el Edificio Alcazar, de 50 metros de altura. La temática estaba clara: exaltar la biodiversidad del Pacífico en el marco de la COP-16. “En este mural decidimos retratar una rana espléndida, un lagarto azul de la isla Gorgona, una abeja angelita, un bastón del emperador, un fruto de achiote y algunos brotes de mangle, para visibilizar a estos seres que suelen pasar desapercibidos. Escalarlos a esta magnitud nos pareció una manera simbólica de destacar su existencia y su valor”, detalló la artista.

No ad for you

Nutria neotropical lo realizó ella solam durante el festival Uzathama en Silvania, Cundinamarca. También fue una apuesta por la vida que habita en los cuerpos de agua. “Algunos de los peligros que enfrentan las nutrias de río neotropicales son la caza ilegal continua, la contaminación del agua, la destrucción del hábitat, las inundaciones extraordinarias, la presión humana y la acuicultura. Las nutrias continúan siendo cazadas por su piel debido a su belleza y su alto valor en el mercado. Quería representar eso, concientizar a la gente sobre su valor”.

En cada proceso, la música la acompañó. Alexis Play, Michael Jackson o “el reguetón viejito” conformaron esa playlist, que es infaltable cuando trabaja. Aunque, a veces, le gusta quitarse los audífonos para dejarse cautivar por el sonido del lugar que la acoge y que convierte en su taller... Anhela que el próximo sea África. Espera que ese continente le sirva para seguir plasmando historias con cada pincelada.

Si usted desea participar en la elección del mejor mural urbano del mundo, puede acceder a la página oficial de Street Art Cities, y allí escoger su obra favorita. Las votaciones estarán abiertas hasta el 31 de enero y el próximo mes será anunciada la pieza ganadora.

No ad for you

Por Samuel Sosa Velandia

Comunicador social y periodista de la Universidad Externado de Colombia. Apasionado por las historias entrelazadas con la cultura, los movimientos sociales y artísticos contemporáneos y la diversidad sexual. Además, bailarín de danza folclórica en formación.@sasasosavssosa@elespectador.com
Conoce más

Temas recomendados:

Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.