El Magazín Cultural

Fernando León de Aranoa: “El relato manda”

"Escobar, la traición", basada en el libro de la expresentadora Virginia Vallejo, se estrenó el pasado jueves en Colombia. El director del filme habló con este diario sobre el idioma, los modismos y sucesos escogidos para esta versión de la historia.

Laura Camila Arévalo Domínguez- @lauracamilaad
30 de octubre de 2018 - 03:00 a. m.
Penélope Cruz y Javier Bardem recreando la emisión del programa de Virginia Vallejo en un basurero de Medellín. / Cortesía
Penélope Cruz y Javier Bardem recreando la emisión del programa de Virginia Vallejo en un basurero de Medellín. / Cortesía
Foto: Raul Soto

“Tú vas a ser mi Manuelita”, le dijo Pablo Escobar a Virginia Vallejo, una mujer consciente de su fama y su capacidad de acceso a las estructuras que parecían impenetrables en este país. Él, dueño de una fortuna que solo podría conseguirse por medio de la exportación de coca. A su edad y en tan poco tiempo, estaba convencido de que sería el próximo libertador. Ella se adhirió a esos anhelos y se imaginó siendo la musa del hombre más poderoso del país. Se dejó seducir por el poder y el pedestal atestado de lujos que fue construido para ella. Se conformó con el rol que le asignó el capo: amante y trofeo. Según Vallejo, sus relaciones anteriores con los hombres más ricos del país nunca le habían llenado las manos de flores ni los oídos de serenatas. Escobar la atiborró de ramos, rancheras escogidas por su cómplice, Gonzalo Rodríguez Gacha, y gasolina para los aviones que la recogían cada fin de semana. Él la contrató para ser su biógrafa, ella sabía que para eso le serviría al hombre que le estaba comprando el alma. Fue un acuerdo de palabra y ¿qué más da? Para ella eso era amor y no necesitaba el anillo de compromiso ni el papel firmado. Con los viajes a Europa, que le permitían renovar su clóset y agrandar su colección de joyas, era más que suficiente.

Escobar, la traición, se estrenó el pasado jueves 25 de octubre en Colombia. Su director, Fernando León de Aranoa y Javier Bardem, protagonista del filme, se conocieron durante la grabación de la película Los Lunes al sol. Su relación comenzó a estrecharse cuando compartieron su curiosidad por los ecos que habían llegado a España sobre uno de los hombres más perseguidos del mundo. El poder que había causado unos daños desproporcionados a una nación completa y el tiempo que tuvo que pasar para doblegarlo los intrigaron hasta llevarlos a comenzar a investigar y empeñarse en contar la historia. Como si hubiesen gritado sus anhelos al universo, se encontraron con el libro Amando a Pablo, odiando a Escobar, escrito por la presentadora exiliada Virginia Vallejo. “Este lado de la historia no se ha contado”, dijeron, y vieron la luz en una versión de los hechos que también les resultó atractiva, sobre todo para profundizar en el Escobar más íntimo y humano. Le compraron los derechos a Vallejo, una mujer que podría marcar una diferencia importante debido a su género, su cultivada voz como periodista y su actividad en las posiciones sociales más altas de Colombia.

Las inevitables preguntas que se producen al final de la película las respondió Fernando León de Aranoa en un diálogo para El Espectador, en el que explica el porqué del idioma, el guion, las jergas, la participación del elenco colombiano y la elección de los sucesos que para él fueron los más importantes en la película.

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¿En qué consistió la preparación de los acentos y la jerga colombiana de Javier Bardem y Penélope Cruz?

Fue un empeño personal que el resto del elenco fuese colombiano. Necesitábamos esa verdad. No necesariamente la nacionalidad determina quién es el mejor intérprete para el personaje. Quizá necesites un par de segundos para adaptarte al Pablo Escobar interpretado por Javier Bardem, pero luego se te olvida. También dejas de notar que hablan en inglés y te metes en el relato. Eso pasa. Los buenos intérpretes están en la pantalla para desaparecer. Tiene que haber un momento en el que te olvides de que es el actor y veas al personaje. Los dos trabajaron mucho los acentos. Tuvieron un coach distinto y en el rodaje siempre quisimos que estuvieran presentes. También llevamos a un historiador, para no caer en imprecisiones.

¿Por qué decidieron mezclar el inglés con los acentos y los modismos colombianos?

Las muletillas quisimos utilizarlas porque no es igual la música de un español que la de un colombiano. Eso nos ayudó a la musicalidad y al texto, todo con la pretensión de hacerlo más cercano a la historia. Nos ayudó mucho la presencia de los actores colombianos, porque ellos mismos corregían a veces los sonidos.

¿Cree que la presencia del resto del elenco fue suficiente para acercar a los espectadores a una historia tan colombiana como la que se cuenta? Se lo pregunto porque algunos de los actores que participaron creen que hubo varias escenas recortadas.

Es mi séptima película y hay momentos en los que he tenido que quitar por completo a varios personajes. Es lamentable que lo sientan así, porque en esta no lo hice. El relato manda y cuando estás editando tienes que hacer lo que creas que es mejor en pro de la narración. Por cuestiones de balance debes tomar decisiones.

Como director, ¿cómo maniobra con este tipo de situaciones en las que debe privarse de los personajes en pro del ritmo y la narración?

Trabajo con cada uno de los actores como si fueran protagonistas. Cada día de rodaje, así ese personaje diga tres frases, lo trato como si fuese el principal, porque si esas frases llegan a salir mal, sacrificas el resto del trabajo. Tal vez eso les genera la sensación a los actores de que saldrán mucho y de que su personaje tendrá un mayor protagonismo. Creo que son percepciones. Por ejemplo, Carlos Manuel Vega, actor colombiano, para mí fue oro en la película, pero tuve que cortarle y no sabes cómo dolió. Hasta me disculpé.

En la película se ve mucho más que la relación de Virginia Vallejo y Pablo Escobar. Además del libro de la expresentadora, ¿en qué otros documentos o sucesos se basó para escribir el guion?

Leí muchísimo, pero sigo siendo un español que se documentó sobre el tema. Tuve que dejar muchas cosas fuera: la muerte de Galán, los atentados contra los centros comerciales, las instituciones... Es inevitable que cuando una persona vea la película haya aspectos que crea merecieron más espacio. Yo sentí que me faltaron 30 episodios, porque fueron muchas cosas. Las películas no pueden ser unos contenedores de sucesos y estamos al servicio de una narración.

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La película, que con su nombre original, Loving Pablo, logró recaudar US$14,8 millones en su estreno mundial, contó con la participación de Julieth Restrepo, Fredy Yate, Ricardo Niño, David Valencia, Pedro Calvo, Quique Mendoza, Santiago Soto y Carlos Manuel Vesga, entre otros, quienes coinciden en que  trabajar junto a actores de la talla de Bardem y Cruz fue sin duda una experiencia enriquecedora. “Actuar bajo la dirección de alguien como Fernando León de Aranoa fue como recibir unas clases magistrales. Mi opinión del resultado nunca podrá ser objetiva, pues se involucran muchas vivencias. Siento que es mejor que el público vaya al cine a ver la película y juzgue”, dijo Santiago Soto, quien interpretó el papel del abogado de Pablo Escobar. Por su parte, Quique Mendoza, quien encarnó a Abel Monje en representación de Gustavo Gaviria, mencionó que su evolución al trabajar junto a León Aranoa será innegable; sin embargo, considera que a la película le hizo falta que la cuota colombiana hubiese tenido un lugar más visible, ya que sus aportes hubiesen sido positivos para el acercamiento del espectador con la historia.

Por Laura Camila Arévalo Domínguez- @lauracamilaad

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