El Magazín Cultural
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Filosofía y memoria: un espacio para entender nuestra historia

En el marco de las tertulias de El Magazín Cultural se llevará a cabo hoy, a las 7:00 p.m., a través de las redes sociales de El Espectador, un conversatorio entre Amada Pérez Benavides, historiadora, y Damián Pachón Soto, filósofo, sobre la manera en que la sociedad colombiana está buscando entender el pasado.

10 de agosto de 2021 - 12:17 p. m.
 La destrucción de estatuas ha desatado diferentes debates sobre las nociones de memoria y patrimonio.
La destrucción de estatuas ha desatado diferentes debates sobre las nociones de memoria y patrimonio.
Foto: Agencia EFE

En medio de las manifestaciones del pasado paro nacional, se presentaron varios hechos en los que desde comunidades indígenas hasta ciudadanos del común han derrumbado estatuas. En Cali, el pueblo Misak tumbó un monumento a Sebastián de Belalcázar, tal como sucedió el año pasado en Popayán; en Neiva tumbaron una estatua del expresidente Misael Pastrana Borrero; en Manizales en la jornada del Día del trabajo algunos manifestantes derrumbaron una estatua en memoria del abogado y político Gilberto Álzate Avendaño; y en Pasto tumbaron un monumento en memoria de Antonio Nariño.

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Detrás del acto vandálico hay un llamado que no debe pasarse por alto en nuestra sociedad. Incluso el hecho invita a preguntarse varias cosas: ¿a quiénes rendimos memoria en Colombia? ¿Cómo se calcula o se decide quién y por qué merece un monumento? ¿Cuál es la versión de la historia que se cuenta por medio de las estatuas que están ubicadas a lo largo y ancho del territorio nacional? ¿Borrar o tumbar estatuas y objetos del pasado es un acto justo o correcto con lo que representan estos monumentos y a quienes hicieron parte de esa versión de la historia? Amada Pérez Benavides, historiadora, y Damián Pachón Soto, filósofo, estarán conversando esta noche desde las 7:00 p. m., en una de las tertulias organizadas por El Magazín Cultural de El Espectador, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, sobre el debate que hay detrás de nuestra historia y de los llamados a pensar en ella.

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Y es que el debate es tan antiguo como la historia misma. Las estatuas, al ser objetos históricos, tienen todo un símbolo de memoria y de discurso del poder. Walter Benjamin, por ejemplo, afirmó en sus estudios sobre la filosofía de la historia, que “No hay ningún documento civilizatorio que no sea al mismo tiempo un documento de barbarie”, pues no es un secreto que la civilización y la conformación de los Estados-Nación están atravesados por relatos de guerras. Incluso, en el libro Descolonizar el poder, reinventar el poder, el sociólogo portugués, Boaventura de Sousa Santos dijo que: “Los monumentos tienen, en efecto, orígenes turbios”.

Más que construir una especie de estigma sobre los personajes conmemorados, es preguntarse el símbolo de su presencia y el símbolo de la ausencia de otros protagonistas de la historia. Es volver a preguntarse si la historia como la conocemos está relatada por los vencedores y no tiene en cuenta a los vencidos, si tal vez el relato del pasado no ha pasado por alto a otros héroes que representan la diversidad de un país como Colombia y si no es momento de no solo reconocer esta orilla, que indudablemente hace parte del relato de la nación, sino de enaltecer y reconocer ese otro lado que también representa a una parte de la sociedad y de la construcción del relato de nuestro territorio.

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