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Frases de Carlos Gardel sobre el tango, Latinoamérica y la vida

Noventa años después del accidente en Medellín que lo convirtió en leyenda, Carlos Gardel sigue cantando. Su voz, su mito y su pueblo no lo olvidan.

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24 de junio de 2025 - 02:47 p. m.
Noventa años de la muerte de Carlos Gardel, creador del tango canción.
Noventa años de la muerte de Carlos Gardel, creador del tango canción.
Foto: Gustavo A. Delvasto D. - Agencia Anadolu
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“Cada día canta mejor”. Noventa años después de su muerte, la frase que acompaña el mito de Carlos Gardel sigue viva en cada esquina del Río de la Plata. El 24 de junio de 1935, el avión que transportaba al “Zorzal Criollo” se estrelló en la pista del aeropuerto Olaya Herrera de Medellín.

La tragedia truncó una gira latinoamericana que debía llevarlo a La Habana, México y luego a Hollywood, donde lo esperaba una serie de películas y un contrato con la cadena NBC. Era el salto definitivo al estrellato mundial. Pero la muerte lo convirtió en leyenda.

El mundo del tango conmemora 90 años de la partida del mayor ícono del género. En el cementerio de la Chacarita, su tumba será nuevamente visitada por cientos de fanáticos que le llevarán flores, ofrendas, e incluso un cigarrillo encendido, como dicta la tradición.

El cantor que inventó el tango canción

Antes de ser mito, Gardel fue revolución musical. Con su interpretación de Mi noche triste, en 1917, creó el tango canción: una fusión de nostalgia, lunfardo y poesía popular que retrató como ningún otro género las penas y las glorias de los sectores humildes del Río de la Plata.

Grabó más de 800 temas, trabajó con los grandes compositores de la época como Alfredo Le Pera y Enrique Santos Discépolo, y fue pionero del videoclip antes de que existiera el término.

“Gardel fue quien instaló la figura del cantor de tango”, recordó el historiador Felipe Pigna, autor de una reciente biografía del artista. “Además de tener una voz única, supo elegir muy bien su repertorio y rodearse de los mejores autores”. Para Pigna, Gardel no solo conquistó América Latina, sino que estaba a punto de hacerlo con el mundo anglosajón. Para eso llevaba incluso un profesor de inglés en su gira final.

Los recuerdos sobre Gardel

La vida de Gardel, como todo gran mito, está sembrada de misterios. Su lugar de nacimiento —Toulouse o Tacuarembó— sigue siendo objeto de disputa. Su muerte, también. Se ha dicho que hubo un tiroteo en el avión, que el piloto estaba ebrio, que se trató de un crimen pasional o un sabotaje entre aerolíneas. Pero las investigaciones serias, como la de Pigna, coinciden: fue un accidente provocado por las malas condiciones de la pista, un mal cálculo de despegue y la inexperiencia de la tripulación con el nuevo trimotor que acababan de comprar en EE.UU.

En Medellín, los rumores sobre su pertenencia a la masonería circularon con fuerza. Algunas versiones sostienen que se le rindió una “tenida fúnebre” en una ceremonia secreta. Testimonios del periodista argentino Roberto Casinelli, recogidos años después por Juan José Hoyos, señalan que un grupo de masones rodeó el ataúd en una casa prestada por un sacerdote, y le dieron despedida con golpes rituales sobre la tapa. Misterios como ese —sumados al del caballo “Lunático” al que le cantaba serenatas— solo avivan el fuego del mito.

“Gardel fue un hábil promotor de sí mismo”, decía Juan José Sebreli. Pero también fue un símbolo de su tiempo: popular, elegante, generoso, y profundamente amado por quienes no tenían muchas alegrías, pero sí tenían una voz que les cantaba al alma.

Se dice que Gardel no murió a los 45 años. Empezó a vivir para siempre. Aquí recordamos algunas frases que lo han inmortalizado:

  • “Un artista, un hombre de ciencia, no tiene nacionalidad. Un cantor tampoco, es de todos, y su patria es donde oye aplausos. Pero ya que insiste: soy uruguayo, nacido en Tacuarembó”.
  • “Uno aviva a los giles incautos y después los giles lo quieren pasar a uno por encima”.
  • "Cuando necesito de paz, de tranquilidad, de sosiego, cuando muchos copetines y muchas farras me han cansado, vengo a ver a mi viejecita, y a su lado recobro fuerzas".
  • “No basta con tener la voz más melodiosa para entonar un tango. No. Hay que sentirlo, además. Hay que vivir su espíritu“.
  • “Yo me siento muy feliz y satisfecho con el homenaje del pueblo. Porque es mi pueblo”.
  • “La gente de distintas partes del mundo podrá tener diferentes costumbres, idiomas extraños. Pero hay algo más hondo en común: la afinidad que nos da saber que todos somos miembros de la familia humana. Todos somos hermanos”.
  • “Me voy de Bogotá, con la impresión de quedarme en el corazón de ustedes. Encontré en la mirada de las mujeres colombianas, en la sonrisa de los niños (que me hace acordar tanto a los niños de mi tierra), y en el aplauso de los bogotanos, un cariñoso afecto hacia mi persona. Si alguna vez alguien llega a preguntarme sobre las mejores atenciones que he recibido a lo largo de mi carrera, les aseguro que no podré dejar de mencionar al pueblo colombiano. ¡Gracias amigos!... ¡Muchas gracias por tanta amabilidad!... Yo voy a ver a mi vieja, pronto, y no sé si volveré, porque el hombre propone y Dios dispone. ¡Pero es tal el encanto de esta tierra que me recibió y me despide como si fuera hijo propio, que no puedo decirles adiós, sino hasta siempre!... ¡Hasta siempre, mis amigos!...”.
  • “Mi Buenos Aires querido, cuando yo te vuelva a ver no habrá más pena ni olvido“.
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